CAPÍTULO 7

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—¿Tienes novia?

Eso sí que me sorprende. Nunca me habló de ella, aunque realmente nunca me ha hablado de nada de su vida privada. Pero me extraña no haberle visto con ninguna chica por aquí.

—Tenía más bien —Aprieta sus labios—. Lo dejamos hace unas semanas. Me la estaba pegando con otro.

—¿Cómo? Me estás mintiendo... —No puedo creerlo. ¿Cómo alguien que ha logrado ganarse el corazón de un chico tan perfecto, es capaz de hacerle algo así?

—Ojalá... —Inspira profundamente para continuar—. Me llegaron unos mensajes suyos bastante raros... citándome en un lugar al que nunca habíamos ido, y resultó que se había equivocado. Esos mensajes eran para "el otro", así que nos encontramos allí los tres.

—¿En serio? —Puedo ponerme en su lugar y siento una gran lástima. Aunque han pasado meses, todavía no he podido superar la infidelidad de Pablo.

—La vida es muy puta a veces. —Se encoje de hombros y bebe de nuevo hasta casi vaciar el vaso—. Donde menos esperas, salta la liebre, ¿verdad? —Me mira y asiento sabiendo a qué se refiere.

Las horas pasan y aunque mañana tengo que trabajar, estoy tan a gusto con él que no quiero marcharme. Y, además, es lo mínimo que puedo hacer por él después de haberse tenido que tragar todas mis penas estos meses atrás. Jaime parece estar igual y aunque en un par de ocasiones le insinúo que ya es tarde, cambia el tema para que me quede un rato más.

Intercambiamos nuestros números de teléfono ya que, hasta ahora, y aunque nos vemos a menudo, no lo habíamos hecho. Nos mostramos las fotos y memes que tenemos almacenados en nuestros dispositivos, y reímos mientras nos hacemos algunos selfies de los que seguro nos arrepentiremos mañana, pero hacía tanto que no me lo pasaba tan bien, que eso es lo que menos me preocupa y el tiempo se nos pasa volando.

—Jaime, ya sí que tenemos que despedirnos o me dormiré en la oficina. —Al apartarme de la barra, me balanceo— ¡Uy! —exclamo mientras trato de mantener el equilibrio y me sujeto con los dedos a la madera—. Creo que se me ha ido un poco la mano —Oigo como se ríe.

—Te ayudaría, pero te aseguro que sería peor. —Su nariz está roja por el alcohol. Ha bebido bastante más que yo.

—Tranquilo, tengo la casa aquí al lado... pero, ¿tú cómo vas a volver a la tuya?

—Duermo aquí. Tengo la parte de atrás habilitada. A veces salgo tan tarde, que apenas veo la puerta y prefiero quedarme antes que dormirme al volante.

—Un chico responsable. Como a mí me gustan. —Le guiño un ojo, y su mirada sorprendida me hace recapacitar en lo que acabo de decir. Desde la última copa vengo notando que he perdido la capacidad de pensar antes de hablar—. Bueno, descansa y esas cosas... —No quiero alargar el momento más para evitar seguir metiendo la pata.

—Te acompaño a la puerta, espera. —Se levanta con dificultad—. Si puedo, claro —susurra y le oigo.

—Mejor déjalo —carcajeo y al dar el primer paso, tropiezo y mi codo golpea varios refrescos que estallan en el momento en que tocan el suelo—. ¡Mierda! ¡Lo siento! —Me inclino rápidamente para recogerlo.

—¡No toques nada! ¡Espera! —Consigue ponerse en pie y sujetándose, viene hacia mí— Así puedes cortarte. —Entra a la zona de la barra donde estoy yo y antes de llegar, pisa el líquido resbalándose—. ¡Mierdaaa! —exclama y aunque hace de todo por agarrase a cualquier sitio, finalmente nada impide que caiga frente a mí.

—¿Estás bien? —Me preocupa que se haya podido cortar con alguno de los cristales.

—Mañana me va a doler el culo, pero creo que sí. —Se mira y me tranquiliza no ver sangre.

¡DÉJAME VERTE! (COMPLETA POR TIEMPO LIMITADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora