Entonces empezaron las explicaciones. Aznor hizo salir a todos los trabajadores y permaneció callado mientras Caetia le contaba su historia; el templo, la maldición, sus capacidades visuales, sus predicciones... No lo impresionaba demasiado, pues ya supuso lo que había pasado cuando le preguntó por su ojo.
— Y... bueno – terminó – Stenuus y yo vinimos al castillo para pedir una tregua para Zëo y que los civiles pudiesen marcharse... — bajó la cabeza; sabía que aquella frase no le gustaría a Aznor. Éste permaneció en silencio un buen rato.
— ¿Acaso crees que merecen tregua? – dijo, serio. En el rostro de Caetia se dibujó una expresión de incredulidad.
— ¿C-Cómo puedes decir eso? ¡Aznor! ¡Los civiles no tienen nada que ver con la rebelión! – el joven se levantó de golpe, aunque su expresión no cambió ni un ápice.
—Conque era eso. Has venido al castillo a provocar una revolución.
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Ignis se paró en seco. ¿Era aquella la voz de Aznor? Por su tono de voz no parecía demasiado contento. Se acercó un tanto a la puerta de la cocina para poder escuchar bien.
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—¡No! ¡No es eso! — aunque a medida que hablaba se daba cuenta de que tal vez el mago no estuviera tan desencaminado.
—Es exactamente eso. Tu concepto de libertad no tiene cabida aquí; te recomiendo que te vayas cuanto antes. —Entonces se encaminó a la puerta, decidido a salir.
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¿Había oído bien? ¿Aquella chica quería incitar al mago para que los traicionase? Al oír que las pisadas desde el interior se acercaban corrió a esconderse detrás de una columna cercana y espió.
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— Si pretendes que traicione a mi rey no tendré más remedio que tomar medidas. — a Caetia se le encogió el corazón. "¿Qué?"
—¡Por Spatia, abre los ojos! ¡Nuestra gente sufre! Y no ha hecho nada para merecerlo. ¡Deberías darte cuenta de que a quien tienes por rey no es nada más que un usurpador!—intentó detenerlo agarrándolo del brazo.— Aznor, por favor, ¡escúchame! – el mago se deshizo del contacto con un movimiento brusco.
— Suéltame.
Desaparecieron por el amplio corredor y entonces Ignis aprovechó para salir de su escondite. Sus ojos verdes emitieron un leve brillo.
— Esto ha de discutirse en asamblea. Hay que acabar con ella.
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— ¡Vamos, espérame! — pese a las súplicas de la muchacha, Aznor continuaba caminando sin mirarla ni contestarle.
Caetia estaba sorprendida ante su indiferencia. ¿De verdad no le importaba nada? Nunca antes había conocido a nadie con una personalidad tan fría. Sin duda, poseía unos férreos ideales pero no iba a rendirse tan pronto. Lo convencería pasase lo que pasase. Ahora que veía que podía aferrarse a algo no iba a dejar escapar la oportunidad de hacer lo que estuviese en su mano para echar abajo el gobierno de Blanx. Si lograse que Aznor se pusiera de su lado...
Se interpuso entre él y la puerta de su cuarto.
— Por favor, escúchame.
— ¿Qué es lo que quieres? No tengo tiempo para tus tonterías. – la chica miró a ambos lados y abrió la puerta e hizo un gesto para que pasase. Aznor aceptó aunque aquello le parecía una estupidez.
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La Ira de Kronos
FantasySon cinco los dioses menores que salvaguardan Venia. Cinco son sus esencias y, reuniéndolas, casi podría poseerse el dominio absoluto. ¿Y si hubiese alguien tan necio como para desafiarlos? El general Blanx de Hágartos, dejándose llevar por la codic...