Charla y alcohol.

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Porsche suspiró aliviado cuando llegó a su casa.

Tenía que sacarse ese traje.

"¿Dónde está tu hermanito?", preguntó Pete.

"Se quedó el fin de semana en casa de un amigo", dijo. "Tiene exámenes importantes".

Porsche subió a su habitación y se despojó de cada prenda con cuidado, doblándola y dejándola sobre la silla. Pensaba devolver cada pieza.

Se vistió como dormía, con su remera vieja y sus pantalones anchos. Solo le faltaba un detalle, y lo vio reflejado en el espejo. Pasó sus manos por su cabeza, desarmando el peinado.

"¿Ya te sientes como tú mismo?", preguntó Pete desde la puerta.

"Necesito comida", respondió. "Y haré unas margaritas".

"Me apunto a eso".

"¿No quieres ponerte un poco más cómodo?", preguntó Porsche. "Puedo prestarte ropa".

Unos minutos después Pete bajo a la sala luciendo ropa amplia y viaja, pero aun con su collar de brillantes que posiblemente valía lo mismo que la hipoteca de su casa.

"¿De verdad, Pete?", dijo, juzgándolo.

"No puedo quitármelo solo", explicó. "Tiene un broche de seguridad".

Porsche dejó lo que estaba haciendo y fue a ayudar a su amigo, intentando descifrar cómo abrirlo.

"Ten cuidado", alertó Pete.

"Dios santo... es como la clave de una caja fuerte".

"Vegas siempre piensa en todo", contó Pete, casi suspirando. "Él la diseñó".

"Tiene buen gusto".

Porsche por fin pudo abrir el broche y Pete la tomó entre sus manos, observándola totalmente orgulloso, para luego depositarla cuidadosamente arriba de la mesa, donde también descansaba su ropa.

Ambos amigos se sentaron sobre el sillón con unos sándwiches, frutas y dos margaritas frente a ellos.

"¿No te importa de donde viene el dinero para permitirse diseñar una joya así?", preguntó Porsche.

Pete lo observó por un momento antes de responder.

"Me enamoré de él, Porsche", dijo. "Acepto todo de él".

"¿No tienes miedo...?"

"¿De Vegas?. Jamás".

"No, no de Vegas... me refiero a esa vida".

"Mi amor por Vegas es más fuerte que el miedo", respondió. "Por supuesto que hay miedo a veces, pero vale la pena. El amor que siento por él vale la pena".

Pete suspiró y tomó la mano de su amigo.

"Encontrar el amor es difícil", siguió. "Encontrar a esa persona con la que por fin conectas en cuerpo, alma, corazón y pensamientos... es como una aguja en un pajar".

"No sé si estoy enamorado de Kinn".

"Ahora estás horrorizado", dedujo. "Pero creo que con el tiempo podrás saberlo".

"Creí que lo odiabas".

"Oh sí, lo odio", dijo. "Pero si tú estás enamorado, si él realmente te hace feliz, creo que podré soportarlo".

"¿Por eso me advertiste sobre él?", preguntó. "¿Por qué sabías que había matado a su propio novio?".

"Tawan era difícil", suspiró. "Lo conocí durante poco tiempo, y parecía agradable, pero luego supe que había engañado muchas veces a Kinn".

El chico detrás de la barra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora