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Nunca había besado unos labios tan suaves como los de Aiden, aún tenían sabor al late frio que se había pedido hace una hora, sus enormes manos agarrándome de la cintura para atraerme más a él, no nos importaba que en ese momento nos estuvieran viendo los de producción y mis compañeros de trabajo, si después de esto se subía a las redes y fuera portada, en este preciso momento solo importaba muestro beso que ya habíamos perdido la cuenta de cuánto tiempo llevábamos, parecía una eternidad y un segundo a la vez. De pronto, una música extraña los había invadido, parecía un despertador. Esperen.

—No sé si odiarte o agradecerte. —me queje, apagando el despertador.

Había sido un sueño, sabía que una parte de mi subconsciente me iba a traicionar de esa manera, que me iba a recriminar por no haberlo besado anoche, pero simplemente no quería servírselo en bandeja todo, y mucho menos me quería ilusionar tan rápido.

Me cambie, desayune, limpie, hice todo lo que tenía que hacer en la casa. Para cuando me di cuenta ya era mediodía. Mierda, me tenía que ir. Agarré mis cosas y salí de casa apurada, ya estaba fuera cuando mi vecina de unos quince años apareció cerca de mí.

— ¿Quién era? —pregunto de la nada.

— ¿Quién era quién?

— ¿Quién era el chico que vino ayer a tu casa? —Esa no me veía venir— vamos, no soy ciega, tu puerta da a mi habitación, vi como un pelirrojo entraba a tu casa y salió tarde.

— Disculpa, pero eso no es de tu incumbencia y es de muy mala educación andar espiando a tus vecinos.

— Se parecía a Aiden Brown de espaldas.

— ¿Quién?

— Vamos, no me digas que no conoces a Aiden ¿Qué vives? ¿Debajo de una roca?

—No, solamente tengo una vida, como sea, me tengo que ir a trabajar, nos vemos-me apresure a decir antes de irme corriendo a la parada, lo último que quería es que se me escape el bus.

Una vez arriba solté un suspiro de alivio, eso estuvo cerca, me puse los auriculares y empecé a boludear con el celular.

Apenas llegue me alivio ver la cuadra cortada, sabía que le quedaba unos pocos días de rodaje allí y luego no se para dónde se mudarían. Pase con facilidad, ya me conocían la cara así que no les tenía que mostrar un comprobante.

—Hola, amor...—dijo Henry una vez entre a la cafetería— ¿Cómo te fue ayer?

—Bien, tranqui, Mi vida ¿y a vos?

—No tan bien como a ti,—dice riendo, oh, a eso se refería— ahora, quiero detalles.

—Estuvo tranquilo, —digo encogiéndome de hombros tratando de quitarle importancia— pero fue divertido.

—Sí, me imagino, nada más hay que verte la cara para darse cuenta—dijo divertido— ¿noche agitada?

— ¿Qué? —pregunto confundida no entendía porque estaría...oh— No, nononononono, no hicimos nada, —me apresure a decir, al menos no en persona— solamente tuve un sueño raro anoche.

—Sí, me imagino que tipos de sueños.

Ahí no le podía decir nada, tenía razón.

—Hola, chicos. —la voz de Aiden nos interrumpió asustándonos a ambos ¿hace cuánto tiempo estaba ahí?-- ¿De que estaban hablando?

—Nada importante. —Dije rápidamente— ¿Lo mismo de siempre?

—Si, por favor. —Respondió dedicándome una sonrisa— Después tenemos que hablar ¿puedes venir al camerino? Diles que yo te mande.

—No sé si me van a dej...

—Yo te cubro. —Se apresuró a decir Henry— Puedo estar un rato solo, además, te debo una de la anterior cita.

— ¿Cita? —escuche a Aiden preguntar, pero lo ignoramos.

—Está bien, apenas me desocupe voy, —conteste colocando las mendigas medialunas en la bolsa y Henry le alcanzaba el café— pero recién llego así que tengo que hacer unas cosas antes.

— Esta bien-murmuro pasándome la plata ¿Qué le sucedía ahora?— Nos vemos.

—Nos vemos, Aiden— decimos al unisonó, viendo como salía por la puerta.

— ¿Y a este que le pasa? —le digo confundida a Henry.

—Me parece que se puso celoso, pero dale, ponte hacer tu trabajo lo más rápido posible para que puedas ver a tu hombre.  

  

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Mi pequeño secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora