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 Me doy la vuelta y quedamos a centímetros, nuestras respiraciones chocan y nuestras miradas se cruzan varias veces, yo miro más a sus labios que a sus ojos. La luna y los focos alumbran la oscuridad de la noche y sus manos sujetan mis caderas. Con una mano retira un mechón que hay fuera de mi oreja y nuestras miradas conectan. Siento mi corazón latir desocado y por poco oigo el suyo también, siento la necesidad de besarle, de sentir sus labios en los míos, de sentirme suya. Pero la otra parte de mí me repetía una y otra vez que no, el hecho de que una persona del pasado me haya hecho tanto daño me hacía desconfiar de la gente. 

- No deberíamos hacerlo - susurro.

- No tenemos que hacerlo - hay un silencio - pero lo estoy deseando - susurra y agacho mi cabeza, miro mis pies y hago el típico tembleque con la pierna inconscientemente. 

Pedri pone una mano en el lateral de mi muslo y aprieta haciendo parar el tembleque, lo que me hace mirarlo. 

- Tranquila, no pasa nada - aprieto mis ojos y trago fuerte, resoplo y abro los ojos, él sigue ahí, sigue mirándome.

 Mis ganas ganan y agarrándole de la mandíbula lo atraigo hacía mi, me pongo de puntillas y junto nuestros labios. Sus labios son húmedos y cálidos, nuestros labios van en perfecta sintonía y una pelea de lenguas se desata. Baja sus manos hasta mi cadera, una la baja un poco más hasta llegar a mi culo. Tiro de su pelo un poco y me pega más a él, siento un cúmulo de emociones, euforia, tristeza, arrepentimiento, miedo. No se lo que me pasa pero unas mariposas aparecen en el interior de mi estómago.

Cuando nos separamos los dos cogemos aire, el beso nos lo ha quitado todo. Lo miro fijamente y veo sus pupilas dilatadas, nuestras respiraciones chocan, él no me ha soltado. No se si lo que acababa de hacer había estado bien o mal.


***


Camino por el pasillo para entrar en mi habitación, acababa de comer y no había hablado en todo el día con Pedri. Oigo unos pasos más a delante, continuo mi camino hasta que veo algo. Veo a Pedri con una chica, no la había visto en mi vida, veo como tontean y  pasan a la habitación de Pedri, mis ganas de llorar aparecen y continuo caminando, por cada paso que doy el odio aumenta. Llego a la puerta de Pedri y veo a Pedri cerrar la puerta, antes de cerrarla me mira y se da cuenta que lo he visto todo, se le cambia la cara completamente.

- Martina - dice pero lo ignoro cuando sigo caminando hacía mi habitación.

Llego a mi habitación y me tumbo en mi cama, comienzo a llorar, otra vez me habían mentido. Mi llanto aumenta cuando recuerdo el beso en mitad del campo de futbol, el como me miraba, esa mirada falsa que parecía tan verdadera. Me había dejado engañar otra vez, me sentía una inútil. Cuando me calmo me lavo la cara, esta estaba hinchada de tanto llorar, tenía el rímel corrido y la cara roja.

Me puse el pijama y me tumbé en la cama, lo mejor que podía hacer era distraerme, me puse a ver Dark. Llevaba más o menos una hora viendo la serie cuando unos golpes en la puerta interrumpen la trama. Me levanto y abro la puerta, Pedri está en frente mía, cierro la puerta cuando él la empuja.

- Por favor vamos a hablar - me dice, sus ojos están perdidos.

- No quiero hablar, y menos contigo - le contesto seria.

- Por favor - suplica.

Suspiro cuando entra sin mi permiso en la habitación, cierro la puerta y me doy la vuelta.

- ¿Qué quieres? - me apoyo en mis caderas.

- Martina no es lo que parece, no iba a hacer nada con ella - me dice expresándose con las manos.

- Me da igual, tu y yo no somos nada, absolutamente nada - noto como su cara cambia, como si le hubiera dolido. Por una parte me alegro de eso porque se lo merecía, pero por otra también me habían dolido a mi.

- Martina por favor, créeme, no es nadie, es la hija de unos amigos de mi padre - 

- Que me da igual te estoy diciendo, que no somos nada - vuelvo a sentirlo.

- Ya pues el beso de ayer dice todo lo contrario - dice acercándose a mi quedando a centímetros.

- No lo hagas - sabía que me ponía muy nerviosa, que no me podría resistir, me agarra las muñecas.

- No es nadie - cada  vez más siento la necesidad de volver a sentir sus labios.

La atracción me lleva y lo beso, es como si lo necesitara, parte de mi odia eso. Sus manos bajan hasta mi cadera y mis manos suben a su nuca, no soy consciente de lo que hago. Cuando su lengua entra en mi vuelvo a ser consciente, me separo empujándole por el pecho. Él se queda desconcertado.

- Vete - le señalo la puerta, no se mueve - ¡vete! - grito y se va, me pongo a llorar en cuanto cierra la puerta. 

CONTIGO HASTA EL INFINITO - PEDRI GONZALEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora