CAPÍTULO 11: La chica nueva

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—Eh...¡cof, cof! —Star, inquieta, se atragantó sin querer antes de responder—. ¿Un refresco de cola? —preguntó al fin mordiéndose el labio inferior.

—¿Es una pregunta? —se mofó el camarero, escupiendo a un lado con falta de interés. Se sorbió la nariz y volvió a mirarla con un cabeceo.

—Un refresco de cola —dijo esta vez con más seguridad—. ¡Con pajita! —añadió cuando recordó que en Sceneville los de su clase lo pedían todo con pajita. Incómoda por la actitud áspera de aquel hombre, se revolvió en el taburete.

—¿No quieres nada más fuerte, muchacha?

—Dos cócteles Blue Lagoon, Jeff. —Al parecer, alguien había decidido interceder por ella. Probablemente al ver la lamentable escena desde otro lado. Una voz cálida y envolvente de una chica de su edad. Giró la cabeza paulatinamente tratando de no mostrar la sorpresa, el miedo o la angustia que le carcomía por dentro. Ni siquiera movió un solo músculo de su cara. Únicamente, volteó el cuello para poder ver a quien había interrumpido, afortunadamente, su absurda actuación de «principiante en un pub» con ese tal Jeff.

Al hacerlo, se topó con dos iris color café absolutamente arrebatadores que engulleron su atención, y con unos labios carnosos que le dedicaban una sonrisa intrépida y autosuficiente. La joven de pelo rizado, perfectamente cardado, le sostuvo la mirada unos segundos casi sin pestañear. Ambas parecían haber decidido no romper el silencio mientras Jeff, el camarero, servía dos bebidas del color de un polo-flash azul de hielo agitando la cabeza al ritmo de los sintetizadores y las guitarras eléctricas.

Cuando terminó, soltó los dos vasos de cristal sobre la barra y dejó que resbalaran por la superficie hasta las chicas. Seguidamente se marchó, no sin antes, dejar una estela de gruñidos y resoplidos a su paso. La chica nueva no se movió ni un ápice, siguió sonriendo mientras mostraba sus dientes separados—. Soy Gloria. Encantada —concluyó en vista de que Star tampoco se movía, ni mostraba ninguna intención querer romper el hielo. Gloria extendió la mano al presentarse, igual que haría una persona adulta o muy educada.

—Mmm... Star. —Esta no alargó la mano para corresponderle, pues, a pesar de que creía controlar mejor sus poderes, prefería no tentar a la suerte—. ¿Esto... tiene alcohol? —titubeó.

—Casi nada. No te preocupes, si solo bebes uno, estarás bien —dijo—. Bueno... —Gloria, desistió y se meció sobre los talones preparada para marcharse.

—Gracias por esto —se apresuró Star levantando la copa. No quería parecer ni grosera ni torpe.

—No hay de qué. —La desconocida le guiñó el ojo con chispa y dio media vuelta, pero antes de alejarse, se volvió para mirarla—. Bueno, veía que Jeff te estaba acorralando y, bueno... Es un buen tipo, pero no sabe cómo tratar a los clientes. Tiene la clásica hospitalidad straniense. Ya sabes, ninguna. —¡Así que era ahí donde estaba! ¡En Strana! Por suerte, no había ido muy lejos, meditó—. Estaremos ahí sentados si quieres venir. —Después, se perdió entre un grupo de chicas que coreaban Nothing's Gonna Stop Us Now, mientras se abrazaban y saltaban inmersas en la magia del momento.

—No gracias... —susurró para sí—. ¡¡Estoy bien aquí!! —respondió alzando la voz, pero Gloria ya había desaparecido—. Estoy feliz, maravillosamente, fenomenal, de narices. Aquí sola... sin amigos... a tomar por saco de Scenevile... —ironizó en voz baja, pegó un gran trago de la bebida azul y tosió. Sí que tenía alcohol, ¡maldita sea!

Se terminó el Blue Lagoon en un periquete. De hecho, cuanto más vacío estaba el vaso, más optimista se sentía. A rebosar. A rebosar: ¡de felicidad!, ¡de ganas de bailar!, ¡de coraje, también! ¡Le diría cuatro cosas a Ben cuando volviera a Hammondland! Giró el vaso vacío sobre sus labios y trató de atrapar las últimas gotas con la lengua.

Star Moon: Las Puertas de Hammondland [Star Moon #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora