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«Mi caída será por ti, pero mi amor estará contigo»
Han pasado tres mil años desde que la guerra finalizó, aquella guerra que deseé que no hubiera existido, tal vez las cosas hubieran sido diferentes, ¿o tal vez no?
Soy Alyssa...
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Mientras tanto con Meliodas este había sido encerrado en un calabozo, por supuesto este no se quedó allí mucho tiempo y salió de allí con facilidad.
Lamentablemente uno de los demonios salió del sello de allí casi cobrando la vida de varios caballeros celestes, por suerte Meliodas logró asesinarlo y las almas de los mismos regresaron a sus cuerpos, ahora el rubio debía enfrentarse a una ceremonia de sucesión ya que ninguno dejaba de verlo como Solaad.
—¿Qué estás haciendo Hawk? —Se preguntó Meliodas viendo a Hawk siendo cargado por varios caballeros y presentado como gran blanco.
—Que imprudente, mi nombre no es Hawk, soy el gran blanco amo y señor de ¡auch! —Meliodas lo tomó de una oreja.
—No engañas a nadie cerdo tonto. —Reprendió.
—Lo siento, lo siento...
—Solaad, debo decir que estoy impresionada, fuiste capaz de encontrar al legendario gran blanco, el mismo que salvó nuestro pueblo de la raza demoniaca hace tres mil años. —El rubio miró confundido a la mujer mayor— Admiren su hermosa estampa, ¡es igual a la imagen que tenemos en nuestro mural! además es redondito y suavecito.
—Pero él ni siquiera es blanco. —Dijo Meliodas.
—Ahora que lo mencionas es verdad. —Dijo la mujer— ¿Eres un impostor?
—¡Pero claro que no soy un impostor! soy descendiente del gran blanco, ¡soy el gran rosado! —Exclamó Hawk con orgullo.
