Sinopsis

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María no creía que fuese necesario contar su malestar. Además a nadie le interesaba la misma historia contada centenares de veces. Siempre era el mismo final. Ella terminaba semanas esperándolo nuevamente, un mes, dos como mucho, y volvía a aparecer.

Timbre cinco a cinco treinta de la madrugada.

Levantaba el portero colgado a la pared y el ingresaba al depto.

Debía frenar ese errático comportamiento.

Ya no debía quedarse en la cueva esperando a que pasara el invierno como un oso polar que aguarda a la primavera.

En su caso,Vera su prima la sacó del escondite para hacerle pata con su amigo.

Esta prima divertida quiso matar dos pájaros de un tiro pero no funcionó. Este salió por la culata y fue a parar a otro pájaro.

Un pájaro mucho más reacio y extraño, que además debía sanar tanto las plumas de sus alas, como Maria desenredar los nudos de sus propias patas.

La sobriedad de ambos y el mal estar por dentro los habían enfrentado.

La absurda mala atención le había agregado sal a la herida de María. Se sentía tan vulnerable que hasta el barista que ni conocía podía sumar más inseguridad a su mente.

Nunca se hubiese imaginado pasar del frío polar al húmedo y pesado calor...

Él nunca salía con chicas del bar que parecían mucho menores a él y menos luego de salir del trabajo.

Ella nunca salía con chicos que comenzaran tratándola como la mierda, lo usual era dejarse tratar mal por su ex y su padre, pero no por alguien nuevo...

En el caso de David, solo podía reconocer que debía esforzarse por deshacer su malos modos con esa chica. Sabía que algo no iba bien con ella y en parte era su culpa ahora verla así.

Una noche fue suficiente para comenzar a descongelar a María. Ella podía salir de ese congelador y volver a activar su vida.

En cambio, David, debía comenzar a congelar un poco sus erráticos comentarios. Sobre todo debía bajar el calor de su furia consigo mismo y ha con el resto. Creía que el mundo estaba en su contra y que nadie la pasaba tan mal como el.

Pero estaba tan confundido...

El hielo para congelarse debe estar a cero grados centígrados. Solo un grado, solo uno y comenzará a desformarse y derretirse. Para esto necesita que otro cuerpo le pase ese calor, y esa energía transmitida bajará su temperatura al ponerse en contacto con ella.

Eso debía hacer. Uno pasar calor y el otro pasarle frío.

Dicen que para uno poder amar debe poder amarse primero, pero esto es algo erróneo y hasta algo agresivo.

Si estamos amarrados a una relación tóxica que no tiene salida y queremos partir de allí solos, es muy complicado. Siempre precisaremos de un hombro amigo que nos escuche, que nos ame y nos demuestre que valemos más que eso.

Necesitamos que alguien nos enseñe el camino correcto al menos, no que nos empuje en el, solo que nos muestre que está y que es posible para nosotros.

Por más que seamos los capitanes, sin nadie que nos tome el relevo del barco de vez en cuando pude que nos haga hundirnos en la miseria aun más rápido que el Titanic en el medio del océano.

¿Podría María avanzar a algo nuevo y reparador? ¿Se permitiría pasar el rato con una persona que no fuese su ex? ¿David dejaría de creerse el centro del mundo y comenzaría a pensar en el dolor y la pérdida de las otras personas? ¿Qué tanto aprenderían uno del otro?

Desenredando tus alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora