el castaño sintió que el alma se le salía del cuerpo cuando aquel masculino timbre de voz alcanzó sus oídos, atinando a esconder los objetos rápidamente de vuelta en la mochila antes de voltear a verlo y encontrase de lleno con esos oscuros ojos curiosos intentando mirar por sobre su hombro, como si todavía hubiera algo allí detrás. tragó una buena cantidad de saliva, insultando mentalmente a cualquier cosa o ser que se le pasara por la cabeza mientras sentía que la temperatura en todo su cuerpo se elevaba, amenazando con liberar sudor en cantidades exorbitantes por la vergüenza y la presión de no saber qué decir. fácil sería simplemente admitir lo que era obvio y enseñarle a mike pero, ¡maldita sea! él sentía que todo su conocimiento en palabras se había ido a una parte de su cerebro en donde no podía alcanzarlas, o al menos no tan rápido.
¿en qué momento le había parecido
buena idea meter eso en su mochila?pese a que realmente no se esperaba que algo pasara durante la noche, a su yo de hace un par de horas atrás le había parecido prudente traerlas consigo, diciéndose cosas como "nunca se sabe", "es sólo por precaución" o "mejor traerlas que dejarlas en casa y que mamá las vea", ¡pero claro! con lo desafortunado que era, sí que le había ahorrado la sorpresa a su madre pero sólo para acabar dándosela a mike en su lugar, quien todavía le miraba esperando una respuesta, rindiéndose cuando volvieron a mirarse a los ojos y no se le fue dada. así que sólo rió y desordenó los cabellos lisos de will, restando importancia al asunto, cosa que el susodicho agradeció desde lo más profundo, aunque ahora tenía la duda de si wheeler estaba evitando hablar de ello por alguna razón, o si realmente no se había dado cuenta de qué eran las cosas que tenía en las manos segundos atrás.
si el ojiverde se dejaba guiar por todo lo que conoció de él desde que se conocieron, sabía que podía estar tranquilo puesto que, en este tipo de temas, el pecoso conocía mucho menos que él al respecto, y era más tímido también. de ser así, lo más probable era que ni siquiera supiera lo que era el contenido en la botella o para qué servía, y si se hablaba de los preservativos, imaginó que el pelinegro sólo conocería sus características básicas gracias a lo aprendido en las clases destinadas especialmente a educar un poco más en relación a ello.
- encontré un lago cuando estaba buscando ramas para la fogata - le contó el chico, tomando asiento sobre una manta que había puesto sobre el suelo - estaba pensando que podríamos ir los dos a echarle un vistazo y meternos un rato, ¡es precioso, te aseguro que vale la pena! - will le miró con una sonrisa, comenzando a perder los nervios al concentrarse en los ojos brillantes ajenos, y aceptó a su propuesta sin dudarlo. él iría a cualquier lado si michael se lo pedía, todo con tal de verlo feliz.
pero su sonrisa decayó un poco al recordar cierto detalle - no tenemos ropa con la que meternos al agua...
- eso no importa - wheeler negó varias veces con la cabeza, agitando sus manitos con emoción mientras se acercaba hasta envolver los hombros de byers con uno de sus brazos - ¡vamos, no hay nadie aquí que pueda vernos! sabes que no sería la primera vez que nos vemos en ropa interior, además, es casi lo mismo que un traje de baño - sus palabras lo hicieron ver lo suficientemente simple como para que el castaño aceptara, despertando en él también su entusiasmo, misma sensación que hizo que tomara de la mano al más alto y que ambos iniciaran su camino hasta el lago de una misma vez.
a will nunca se le habría ocurrido que un lugar tan hermoso pudiera estar escondido en medio del bosque, pero ahí estaba, justo frente a él. el lago estaba rodeado de unos cuantos arbustos, y otras pequeñas plantas que comenzaban a crecer; el agua parecía limpia, y cuando se agachó para tocarla con la punta de sus dedos, pudo comprobar que estaba a una temperatura agradable también. sus ganas de entrar y nadar allí se hicieron todavía mayores, y miró hacia el muchacho agachado justo a su lado, el cual también se hallaba tocando el agua con una sonrisita en sus levemente abultados labios.
- tenías razón... - el castaño estiró su mano y tomó al pelinegro por la barbilla con cuidado, haciendo que este lo mirara atento, esperando lo que diría a continuación - es un lugar precioso, mike - la profundidad en su verdosa mirada hizo que el de las pequitas no pudiera evitar cuestionarse si él estaba hablando solamente del lugar o si era un halago indirecto hacia su persona. byers lo miraba con tal adoración que lo hacía sentir mareado cual borracho, borracho de ese fuerte sentimiento de querer pertenecerle; aún con todo eso que le avergonzaba enseñar de sí mismo a los demás, y desde cada rincón de su cuerpo y mente.
nunca creyó ser capaz de perderse a tales niveles en los ojos de alguien más, ni llegar a desearle tanto. pero ahí estaba ahora mismo, temblando por la necesidad de recibir aunque fuera un beso del sujeto dueño de hasta la última gota de sangre, de sudor y de lágrimas en su cuerpo; porque will era para él, claramente, lo que otras personas llamarían su "otra mitad", y lo era de la forma más desgarrante posible pero también de la más hermosa. mike hace ya un tiempo que lo venía sabiendo, pero ahora en la soledad y el silencio del bosque, lo confirmaba cuando aún podía escuchar los ruidos sordos desde su interior golpeteando cual martillo sólo para conseguir una pizca del universo entero que era will.
era innegable que sus sentimientos eran recíprocos, y cabe aclarar que la única razón por la que el castaño se estaba conteniendo de no atacar los labios ajenos en un beso repleto de toda su devoción hacia el pálido joven, era que se encontraba demasiado perdido en el aroma que este desprendía y que acariciaba sus fosas nasales, siendo sin dudas la mejor fragancia que había tenido oportunidad de inhalar en sus diecisiete años de vida. pensaba que, de no ser por el autocontrol que aún conservaba aunque en muchas menores cantidades que hace un rato, él estaría haciendo de wheeler el desastre más ardiente que existiese, porque lo amaba y porque deseaba que toda persona que se acercara a él con segundas intenciones no necesitara de palabras para saber que lo mejor sería abandonar su causa.
- d-deberíamos entrar ya - la voz de mike se quebró de una forma tan sutil que no cualquier persona lo hubiera notado, a menos que la hubiera escuchado tantas veces como para conocerla al revés y derecho. el ojiverde de sintió complacido de darse cuenta, y recordó otras circunstancias en que la voz de mike se había quebrado; como por ejemplo...¡claro! el jodido orgasmo en conjunto que habían tenido. will se preguntó qué tanta diferencia habría entre la voz de mike en su estado tranquilo, y cuando estuviera siendo tan dominado por sus instintos primitivos que necesitara de alguien o algo que cubriera su boca para poder hacer silencio - ¿will? - la mente del susodicho le había traicionado de nuevo, y le había hecho vagar en sus pensamientos de tal forma en que no se había dado ni cuenta del momento en que el pelinegro se había desvestido, y ahora pasaba su mano frente a sus ojos para despertarlo de su ensoñación - ¿en qué estás pensando? ven aquí - dijo, haciendo un gesto con su mano a modo de invitación mientras se metía poco a poco dentro del lago. will mordió su labio tímidamente y asintió, pensando que el agua le ayudaría a bajar el calor repentino que azotó su cuerpo al ir demasiado lejos con su imaginación.
- ya voy... - lenta y torpemente, llevó sus manos hasta los bordes de su camiseta y la desprendió de su cuerpo, exponiendo a ojos de mike toda la piel de su torso. al dejar caer la prenda en el suelo, necesitó unos segundos para recuperarse y hacer lo mismo con su pantalón, el cual pudo sacarse con más facilidad gracias a que era elasticado; ahora sus muslos eran los que habían quedado completamente a la vista también, y lo único que le separaba de estar completamente desnudo era aquella tela que representaba su ropa interior y que cubría su intimidad, por supuesto. mike se encargó de mirar cada parte de su cuerpo sin perder ni un segundo hasta que finalmente el agua le cubrió completo y llegó junto a él, salpicando un poco de la misma en su rostro e iniciando, prontamente, una pequeña guerra que les mantuvo entretenidos una buena cantidad de tiempo.