Capítulo 77.

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Harry.

Al llegar a casa, Marta se ha ido disparada a comprar, no ha querido que la acompañe. Los demás se han ido también, no tengo ni idea de a dónde, pero creo que a ver a sus familiares. Gemma ha insistido en que la acompañe a ver a mamá, pero me niego, ha sido ella quien se ha equivocado, así que, hasta que no me pida perdón o haga el mínimo esfuerzo para acercarse a mí, no seré yo quien me acerque a su casa.

Aburrido, me he tumbado en la cama para jugar con el móvil. Estoy jugando a un juego de guerra, a pesar de ser pacifista, casi siempre, este juego me gusta, es más de estrategia que de asesinar.

En el momento en que estaba a punto de pasarme un nivel dificilísimo, se abre la puerta de forma violenta y veo a Marta con un sujetador negro y transparente a conjunto con el tanga, con unas esposas colgando de su dedo y una sonrisa pícara en sus labios pintados de rojo pasión. ¿Qué estaba haciendo antes de que entrara esta belleza a nuestra habitación? Ni idea, la sangre ha abandonado mi cerebro, y en él, tan solo caben las millones de maneras en que se la metería ahora mismo. En todo el viaje no hemos podido intimar, estoy muy salido.

- Señor Styles, ¿lo he interrumpido?- Niego con la cabeza. Dios mío, está tremendamente comestible en estos momentos.- Quizá pueda ayudarme con algo, señor Styles.

- ¿Con qué quieres que te ayude, señorita?- Sonríe ampliamente y me coloca las esposas en mi mano, me las ofrece, quiere que la ate.

- Estoy tremendamente necesitada, señor Styles.- Sube sobre mi regazo, a horcajadas y se mete la mano dentro de su transparente tanga. Puedo ver como mueve los dedos para darse placer mientras gime.

- Nena, voy a castigarte. Por darte placer sin que yo lo disfrute.- Aparto su mano de su húmeda entrepierna y la coloco encima de la cama. Empiezo a desvestirme bajo su mirada.- Chúpate el dedo que te estabas metiendo.- Se lo mete al instante en la boca y me mira con ojos inocentes. Mi mano se dirige a mi erección, masturbándome ante aquella perfecta imagen.

Su dedo me desobedece. Deja de saborearse y se desabrocha el sujetador. Cuando sus redondeados y suaves pechos están erguidos bajo mi mirada, empieza a masajearlos con suspiros, ya no sé si provienen de su boca, de la mía o de las de ambos. Se pellizca los pezones y suelta un gemido con el que casi me corro. Ver su boca abrirse para soltar el placer que se está dando es tremendamente erótico.

- Pon las manos delante de ti.- Me suelto y agarro las esposas para atarla. Al poner las manos delante suya, aprieta sus echos con sus brazos.- Hay que ver lo juguetona que es, señorita.

- ¿Voy a ser su esclava sexual, señor Styles?- Cuando se hace la inocente me nubla la mente de deseo.

- Sí.- Coloco las esposas en sus muñecas y le doy un pellizco a cada uno de sus pezones.

Me quedo de pie delante de ella cuando agarro un condón del cajón. No pierde el tiempo. Me agarra con sus manos atadas y empieza a frotar, mirándome a los ojos. Cuando se la mete en la boca gruño como si pudiera eyacular ahora mismo en su boca. De hecho, podría, tiene demasiado poder sobre mí. La agarro de pelo y la aparto de mi dura erección, guío su boca hacia la mía y le como los labios, la muerdo y la lamo como si no hubiera mañana. La suelto y me pongo de rodillas sobre el colchón, sentándome sobre mis talones. Le ayudo a quitarse el tanga, el cual me provoca ganas de azotarle las nalgas, y lo hago, no puedo resistirme, le indico que se ponga de rodillas delante de mí, dándome la espalda y con las piernas separadas. La acerco a mi pecho para hacerla descender por mi pene, rozando mi pecho con su espalda. Sus caderas se mueven con la lentitud que le marco con mi agarre, pero no por ello menos placentero, cosa que se refleja en nuestros gemidos.

Al estar completamente dentro de ella, la dejo en esa posición, impido que se mueva. Mis manos viajan desde su cadera hacia sus pechos apretados por sus brazos juntados por las muñecas. Me deleito de ellos, de su suave piel y de sus erectos pezones, mientras devoro su cuello. Sus caderas se balancean lentamente, haciendo que ambos gruñamos, por el placer y por la necesidad de augmentar de ritmo.

- Eres tan deliciosa, tan preciosa y tan sexy.- Murmuro contra su cuello cuando levanto sus caderas y la penetro con dureza. Un grito sale de su boca.- ¿Eres mi esclava sexual ahora mismo, señorita?

- Sí, señor Styles. Hágame lo que quiera.- Me río suavemente mordiendo esa piel aterciopelada.

Me muevo en círculos dentro de ella. Tengo que mantener mi agarre fuerte porque Marta está rabiosa por más velocidad, por llegar al orgasmo.

- Por favor, señor Styles, deme duro.- Y eso es el detonante para perderme, para dejarme de jueguecitos. Con esa frase podría haberme corrido con el simple movimiento en círculos, así que me toca espavilar si quiero que mi preciosa Marta llegue al orgasmo y ver como se corre encima de mí.

Mis manos agarran su cadera para subirla y bajarla sobre mí, entrando muy hondo en ella. Sus gritos y sus "señor Styles" llenan la habitación. Me levanto, dentro de ella, y apoyo su cabeza en el colchón, quedándose de rodillas, teniendo libre acceso a su preciosa hendidura. Me tomo unos segundos para admirar su trasero levantado, descubriéndose todo ante mí. Estoy apasionado por la confianza que tiene en mí, esta totalmente descubierta, vulnerable e indefensa ante mí, y a pesar de lo reacia que es al sexo anal y de las ganas que me entran al verla así, no me advierte.

Sus gemidos y el meneo de su trasero de impaciencia me sacan de mi ensoñamiento y la penetro sin piedad, pellizco su clítoris, alternando con sus pezones. Empujo y empujo, gritando los dos, y llega al orgasmo, gritando "señor Styles", me obliga a seguirla ante aquello.

- Me encanta que me llames señor Styles, ¿no te lo había dicho ya?- Bromeo cuando ya volvemos a respirar con normalidad. Veo su sonrisa, preciosa, ante mí mientras estamos tumbados en plena desnudez, uno en frente al otro.

- Creo que no me lo habías dicho nunca.- Qué sarcástica es. Le acaricio la mejilla y saboreo este momento mágico. Muchos dirían que tenemos unas sonrisas de bobos en la cara, otros que es el efecto del sexo. Pero yo digo que solo hay alguien que pueda causarme este efecto de felicidad. Marta, ella es la respuesta a todo lo bueno de mi vida.

Suena mi móvil y ambos gruñimos por la intrusión.

- Espero que sea importante.- Contesto sin mirar quién es.

- Lo es. Creo que creías que era muy fácil salir del mundo en el que están metidos hasta el culo tu padrastro y tu madre.

- ¿Qué cojones quieres, hijo de puta?- Grito ignorando la cara de susto de Marta.

- Si sigues con ella, vamos a contarle todo y, quizá, Laura se vuelva loca y le haga alguna visita.- Me quedo helado.- Parece que lo has pillado. Bien, es más efectiva una llamada que todas las veces que te he advertido en persona, hasta con Laura. - Hace una pausa.- Además, tu padrastro tiene muchas deudas que debes saldar. La caprichosa de tu madre parece alguien difícil de mantener.

- No pienso alejarme de Marta.- Consigo balbucear.

- Entonces ya sabes como se las gastan los del mundillo. A lo mejor te quedas sin familia y sin novia. Nos vemos pronto, cuñado.- Y Marcos cuelga.

- Cariño, ¿estás bien? Te has quedado blanco.- Mi querida Marta, la razón de mi felicidad, me acaricia la espalda, tan comprensiva como siempre. Pero esta vez no va a comprender nada, su corazón bondadoso y su mente prodigiosamente compasiva no podrán entender esta mierda. Ella jamás se habría enamorado de alguien como yo de haber sabido como he vivido, y con quien.

Empieza el juego. H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora