Capítulo 4

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El traslado a una guarida mas apta y segura para un cachorro no era una tarea sencilla. Al menos para el, un Omega, significaba un riesgo enorme que no estaba dispuesto a presenciar.

- Inuyasha cubrete bien y no hagas ruido. - murmuró al sostener con firmeza el pequeño cuerpo envuelto en mantas. Cubrió el espacio donde se asomaban las orejitas. - Todo está bien. Todo saldrá bien.

Un leve crujido rompió los nervios del Omega y por instinto paro abruptamente el paso. Tenso los músculos de sus piernas, preparándose para la huída o posible pelea.

Notó movimiento y un horrible escalofrío lo recorrió de pies a cabeza.

Tragó y pego más a su pecho al cachorro inquietó. Forzó a su Omega a calmarse y prepararse para lo inevitable.

Inuyasha trato de ver lo que ocurría, se preguntaba el por qué del temblor y tensión de su querido padre. Las orejitas se aplastaron contra el pecho de su protector y un olor a sangre lo paralizó.

— Inuyasha. — el leve susurró le hizo tensarse. Sonaba tan bajó. — Huye hacia las montañas.

Entonces, todo comenzó a irse en picada.

Sangre, gruñidos, gritos y explosiones.

Su padre herido, inconsciente en el suelo bajo las garras de  aquel. No. De aquella cosa horrible, sin forma.

Recuerda el forcejeo entre su padre y eso.

Recuerda la cara ensangrentada de su padre que, a pesar de su dolor, alcanzó a verlo con la intención de hacerlo reaccionar.

¡Inuyasha! ¡Corre!

No tuvo que decirle dos veces.
Esa cosa lo estaba siguiendo y el, el no sabía por dónde huir.

¿Siquiera había un lugar seguro para un Hanyō?

Regreso su mirada a su espalda, cansado, aterrado, tal vez con la esperanza de que no lo siguiera.
Jadeó y sollozó al ver la mirada tan sádica y oscura de su perseguidor.

— ¡Déja de seguirme! — gritó tan fuerte que su garganta dolió.

Pareció solo motivar a esa cosa.

— ¡A-alguien! — busco con desesperación una salida. Sus pies dolían y su cuerpo comenzaba a cansarse. — ¡Alguien por favor ayúdeme!

El rugido de la cosa lleno sus sentidos. Estaba cerca. Era su fin.

— ¡PAPÁ! ¡AYÚDAME!

— Patético.

Con un solo movimiento, aquel ser fue eliminado

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Con un solo movimiento, aquel ser fue eliminado.

Y para sorpresa del pequeño, tras ese extraño se encontraba su padre.

¡Su padre estaba-!

Camino tan solo unos pasos en la dirección contraria al desconocido que le miraba con atención. Rodear era su mejor opción.

Detente, híbrido.

El pequeño tembló y bajo la mirada ante la presencia poderosa. Chilló asustado por el agarre en su delgado cuello.

— ¿Q-que- Ugh— tosió por el fuerte agarre.

— Tu, asquerosa peste. — mascullo fríamente. Considero matarlo con sus garras pero no deseaba manchar sus manos con semejante deshonra. — No morirás este día.

Inuyasha clavo sus manos en la palma del hombre. Por un momento, creo recordar algo que su difunta madre le dijo.

Tu padre es un poderoso demonio, igual a ti.

Sacudió lo posible su cuerpo. Necesitaba liberarse e ir con su papá.

— Te matare algún día. — murmuró sin expresión alguna. — Por mi cachorro. Esto es una advertencia.

Apretó con insistencia, deleitándose con el retorcer del cuerpo entre sus garras.

Por fin, dejo de moverse.

Sin cuidado alguno desgarro parte del traje rojizo y arrojo al inconciente niño fuera de su vista.

Cubrió el pedazo de tela con un pañuelo y se encamino al Omega.

Estando a su nivel, olfateo un poco la marca que había dejado en el último apareamiento compartido.
En efecto, estaba por desvanecerse debido al quiebre de lo único que mantenía la unión.

¿No te lo había dicho antes, Sesshomaru?

La bestia gruño con resentimiento, tal sonido retumbó en su mente. Ignoró lo sucedido y tomó al Omega.

Oh, oh, ¿Vas a ignorarme después de que yo localizará al Omega? — seguía sin ser tomado en cuenta. — ¡Bien! ¡Tómalo como quieras! Pero una cosa si te diré. No te emparejes con el o de lo contrario, las futuras crías sufrirán.

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