Suya

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Me miraba fijamente a los ojos,

No sabia como decirle que ya no lo hiciera,

que esa simple acción podía hacerme temblar.

No quería que supiera que esa clase de contacto me ponía nerviosa.


Pero luego comenzó a tocarme

y esas manos podían hacer que mi corazón latiera tan rápido 

que ya no importaba si notaba mi nerviosismo.

Quería que se diera cuenta que tan solo con un roce,

podía calentarme el corazón.


Todavía podía controlarlo,

 pero sus labios al tocar los míos robaron mis palabras.

Sus besos me dejaban sin aliento y por unos segundos no importaba nada.


Sabía lo que quería.

Quería más contacto, quería que me pusiera más nerviosa.

Quería que fuera suya 

y lo consiguió.


La poesía de los introvertidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora