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Otra vez estaba en esa pesadilla...

Corría, corría y corría en un bosque que parecía no tener fin, oscuro y aterrador... ¿De qué estaba huyendo? No lo sabía. La cabeza dolía y cada vez el aire me faltaba más. El corazón latía tan fuerte que podría jurar que moriría de un infarto.

«Vive, por favor, vive», eso resonaba en mi cabeza, pero no era yo quien lo decía.

Paré y miré atrás... ya no estaba en ese bosque. Aun así, todo seguía siendo oscuro, frío y solitario. Mis piernas no aguantaron más e hicieron que cayera; una corriente de alerta invadió mi cuerpo. Quemaba, algo quemaba mi pecho... yo... yo...

Por favor... para...

Para...

—¡Dije que pararas! — al fin desperté de esa pesadilla y, con ello, hice el ridículo en el avión.

Todos tenían puestos sus ojos en mí. Mamá sólo pudo sonreír apenada mientras les decía que todo estaba en orden; además de asegurarse de que Ivy no despertara gracias a mi grito.

—Dios mío, Mara, ¿cuándo será el día que no pasemos vergüenzas?

—Nunca, no puedes negar que gracias a mí tu vida tiene chispa — simulé salpicar algo con mis manos para hacer énfasis en lo que dije. Mamá sólo negó con la cabeza.

—¿Ya pasó el susto? — sonrió cálidamente.

—Sí, ¿pero sabes cómo estaría mejor? - me miró con curiosidad —. Regresándome a México.

—Ay, Mara... ya hablamos de esto.

—Pero... ¿por qué no nos pudimos quedar en México? Papá puede venir a visitarnos. — expresé molesta.

—Porque tenemos qué, Mara, ya no insistas.

—Es que... apenas y sé decir "hello" — la miré con ojos de cachorro, haciendo que mamá riera ante lo que dije.

—Sí, claro, tu certificado dice otra cosa - bufé molesta —. Vamos, Mara, no será tan malo. Siempre es bueno conocer cosas nuevas; nuevas experiencias.

—Ajá, sí. ¿Y mi vida en México? Quizás para ti era muy fácil renunciar a ella, pero para mí no. Ni siquiera es como que me prometieran que volveríamos pronto.

—Lo sé, Mara, pero tu padre nos extraña...

—¿Y por qué él no pidió ser reubicado en México?

—Porque no, Mara. Ya dejemos esta conversación por el amor de Dios.

Ups, creo que se enojó... bueno, sí se enojó.


[...]


Pasada de una hora finalmente llegamos a nuestro destino: Los Ángeles, California. Cuando recogimos nuestras maletas, ahí estaba papá esperándonos recargado en el auto.

—¡Mi amor! — si no tuviera a Ivy entre brazos, juro que ella hubiera salido corriendo a abrazarlo.

—¡Mi sol, mi vida! — exclamó muy emocionado.

Mis padres se amaban tanto que era muy difícil estar lejos uno del otro.

—¡Mis otros dos más grandes amores! — primero le dio un beso en la coronilla a Ivy, de manera delicada, ya que esta seguía dormida —Mara... — me abrazó tan fuerte como si fuera la última vez que lo haría.

—Ya, papá, que vas a terminar por asfixiarme — no era cierto, pero no me agradaba mucho el contacto físico.

—Eso no es cierto — no dejaba de abrazarme —. ¿Ya no estás molesta?

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Al fin dejó de abrazarme.

—No... qué va' — contesté sarcástica.

—Era necesario que ustedes se vinieran a vivir conmigo, Mara, porque mi contrato ahora es permanente en esta empresa.

Suspiré frustrada —Está bien, papá, entiendo.

Ya no podía seguir quejándome, mientras siguiera dependiendo de ellos no podía hacer nada.


[...]


—¿No es lindo nuestro nuevo hogar? — me miró con emoción.

—Sí. — me delimité a decir.

—Ya verás, Mara, cuando menos te lo esperes, terminarás amando vivir aquí, algo te hará querer quedarte. — habló muy segura.

—Que Dios no te escuché.

—Tú madre es sabia. — me sacó la lengua.

—¿Qué? ¿Tienes cinco años? — bromeé.

—Sí — rio —. Ayúdame a meter lo que falta de las maletas en lo que llevo a Ivy a su recámara, por favor. — indicó mientras subía al primer piso.



Tomé dos maletas y cuando iba pasando por el pasillo, papá — quien también iba pasando — aprovechó para aventarme con su cadera.



—Oooh, quítese, señora — dijo después de aventarme.

—¡Oye jovencito! ¡Respeta a tus mayores! — fingí ser una ancianita. Papá sólo rio.

Por suerte, ya no quedaba ninguna maleta por la cual ir, así que sólo cerré la cajuela. Qué confianza la de mi papá haberla dejado abierta.



—¡Hola! — dijo una señora desde lo lejos. *


*Desde este punto de la historia, imaginemos que se están hablando en inglés.


Ay, no, ¿por qué a mí?

—Hola — puse una sonrisa forzada.

—Nos enteramos de que tendríamos nuevos vecinos, así que quisimos darles la bienvenida junto con estas galletas que yo y mis dos niñas horneamos — tenía una gran sonrisa.

—Ah... son muy amables — tomé las galletas —. No se hubieran molestado.

—No es nada. ¡Disfrútenlas! — se marchó con sus hijas.



Bueno, se ven ricas las galletas.


Entré a la casa antes de que algún otro vecino quisiera darme la bienvenida, porque quizás mis papás no lo notaron, pero sí me di cuenta de que estaban viendo desde la ventana y no se dignaron a salir. No sé si fue castigo por mi berrinche de que no quería venir a vivir aquí... sí, eso fue; pero les juro que me voy a vengar.

—Mara — hizo que pegara un pequeño brinco.

—Casi me matas de un susto — dije con la mano en el pecho.

—Así tendrás la conciencia — hizo un movimiento con su dedo índice. Sólo reí —. Toma, ve por unos cafés.

—Estás consciente de que no conozco la zona, ¿verdad?

—Tu papá te va a mandar la ubicación por mensaje — habló con obviedad.

—Pe-


Se fue antes de que pudiera objetar... ahora sólo espero no perderme.


[...]

A veces la vida me sonríe y a veces me da la espalda, y afortunadamente hoy me sonrió; y después me dio la espalda, para mi desgracia.


No me perdí en el camino en busca de la cafetería a la que papá me había mandado. En cuanto llegué, ordené y deseaba irme lo más antes posible de aquí; me ponía muy nerviosa cuando había demasiadas personas en un lugar "pequeño". Así que estaba sentada apretando mi mochila como si me la fueran a robar.


Maldecía a ese chico que llegó después de mí, gracias a él este lugar se llenó de personas. Aunque no sé por qué sentía que lo conocía... Era como 10 cm más alto que yo. Ojos de color verde. Tez blanca. El cabello más o menos largo y castaño.


Para ser sincera, sí parecía ser un famoso; a lo mejor lo llegué a ver en la televisión o en las redes sociales.


—¡Aidan Gallagher! — anunció el joven que atendió mi pedido antes que a ese chico que creo que es famoso.


Con que así te llamas... ojalá ya te vayas rápido de este café que ya no estoy soportando a las personas.

Sí, pareceré grosera, pero mi ansiedad social estaba llegando al límite.


—¡Margot! — por favor, que no sea yo — ¡Margot!

Lo más probable es que sea yo...

—¡Margot Simpson! Son dos americanos y un "cookies & cream".

En efecto, soy yo.

¿Me pregunto qué similitud encontró el empleado con Margot y Mara? Claramente había dicho Ma-ra.


Antes de que llegara a la barra donde entregan los pedidos, ese chico -por andar en el celular- chocó conmigo, derramando todo el café en mí. ¡Bendita mi suerte!


—Ouh, lo siento, lo siento — fue por servilletas.

—Sí, no te preocupes — tomé las servilletas.

—De verdad, perdón.

—Sí, ya te escuché — me di una bofetada mental al entrar en razón con lo que dije. Soné muy grosera.

—Ah... bueno, me voy. Y una vez más, lo lamento. — dijo apenado.

Lo ignoré por estar limpiando lo más que podía del líquido, aun así, me tuve que haber disculpado, pero ¿qué importaba? No lo volvería a ver...


—Mira, sé que probablemente no quieras, pero ¿podemos conversar? — no di respuesta —. Sólo para recompensar el accidente... bueno... también quisiera conocerte.


Dios, universo, lo que seas, ¿estás jugando conmigo?


𓆝 𓆟 𓆞 𓆝 𓆟


Hola, espero que te haya gustado este "capítulo" y entre comillas porque no lo considero como tal, jojo.


A lo mejor parecerá que será un poco aburrida o lenta la trama, pero te aseguró que está muy buena y lo sé porque una vez la escribí, ahora imagina cómo será el remix: igual de bueno, jajaj.


¡Gracias por leer! Nos leemos en la próxima actualización. Bye. 🫶🏻

UNA VIDA CONTIGO || FANFICWhere stories live. Discover now