Capítulo 21

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Dio un salto hacia el puente elástico, comenzando a caminar apresuradamente por él. Tronaba sus dedos con molestia y presionaba con demasiada fuerza sus mandíbulas. Sus ojos debían denotar el enojo que sentía, puesto que los metkayinas la veían sorprendidos y se hacían a un lado dejándola pasar.

Odiaba mostrarte así, pero estaba tan frustrada.

Había esperado que Ao'nung la llevara al Árbol de las Voces, pero, desde su ceremonia, no había nacido tal propuesta de sus labios.

Y si él no lo hacía, ella lo haría.

Su corazón se estrujó ante el segundo de debilidad que tuvo al pensar que, tal vez, él había cambiado de opinión, pero sacudió la cabeza, como si fuesen un insecto que zumbaba en su oído.

Habían pasado un hermoso día como desde hacía tiempo que no lo hacían. Estuvieron a solas, nadaron entre los bosques de algas, saltaron desde casi la cima de las Rocas Tres Hermanos y pasaron tiempo junto a sus tulkun. Ella esperaba que, para el inicio del eclipse, él formulara las tan ansiadas palabras. Sin embargo, se limitó a dejarla en la entrada de su marui, explotando como una burbuja de agua su ilusión. Es por ello que se encontraba ahí, yendo a concretar lo que una vez él prometió.

Si había cambiado algo, no lo había notado. ¿Había cambiado algo?

Gruñó instintivamente al recordar a aquella cosa, que se había pegado a él como una cría a su madre. Había sido divertido al principio molestarla, pero luego había notado que Ao'nung evitaba que la encontrasen. No lo hacía de manera directa, pero lo conocía bien para identificar las maniobras. Él no diría nada por vergüenza del qué dirán si la defendía. Siempre había sido un cobarde.

En un inicio no tenían mucha relación. Ella lo admiraba a lo lejos, en secreto, como una metkayina más que suspiraba de amor ante el hijo del Olo'eyktan. Luego había pasado a estar bajo el ala de Ronal, comenzando a tener más contacto con él. Cruzaban camino a menudo y, como futura Tsahìk, él había comenzado a fijarse en ella. Estaba feliz, hasta que llegó aquel intento de na'vi azul de cinco dedos. No iba a negar que tenía una conexión aún más profunda de la que ella había demostrado alguna vez y que se había ganado justamente su lugar en el clan; pero era más que sabido que Eywa, rara vez bendecía una unión entre un Olo'eyktan y una mujer que no fuese a ser la emisaria de sus designios. Sin embargo, algo de paz le daba el hecho de que Kiri nunca mostrase una pizca de interés en él y viceversa. No se veían mucho desde entonces. Solo pequeños momentos furtivos entre tareas y con el grupo que compartían. Tal vez alguna que otra noche nadaban.

Cuando él se le había prometido en la noche de las fogatas el año anterior, creía que no podía estar más feliz.

"¿Qué cambio?", se repitió continuamente con pesar.

Consideraba que sus sentimientos hacia él eran genuinos. Amaba que él se pavonease orgulloso por el lugar, como si nada pudiese vencerlo. Respetuoso de sus reglas y costumbres, fiel a Eywa. Siempre controlando todo, a la cabeza. Era un líder nato, un verdadero guerrero metkayina. No lo había visto doblegarse ni una sola vez. Si, se lo veía frustrado de vez en cuando con sus padres, pero ambos entendían que lo preparaban como futuro líder del clan.

Las pocas veces que lo había visto verdaderamente furioso fue con la forastera. Se quejaba de ella a menudo y muchas veces lo veía suspirar frustrado, ido de las conversaciones que compartían pensando qué hacer con ella. Solía reprocharle esos momentos, remarcarle que en ese instante estaba a su lado y que no deberían importar las tareas, a lo que él solía darle la razón con una inclinada de orejas.

Su paciencia había llegado a su límite durante la celebración del ritual de pasaje, en donde él se había ido a poner a aquella chica en su respectivo lugar, como había hecho ella esa misma mañana. En vez de eso, había vuelto con una sonrisa bobalicona que nunca había visto en él y un nuevo presente en su brazo. No quiso responder a ninguna de las preguntas que le había hecho y descaradamente le dijo que ella "había entendido el mensaje".

          

"Entendido el mensaje mis..."

Ahora incluso el clan, ahora, se encontraba dubitativo hacia la forastera luego de su demostración junto a Kiri en la celebración. Eywa había estado presente, ella la había sentido con cada fibra de su ser. Todos debieron acogerla sin reclamos por órdenes del Olo'eyktan y la Tsahìk, pero eso no significaba que resguardasen sus verdaderos pensamientos al respecto, los cuales comenzaban ahora a flaquear.

Ella comenzaba a flaquear.

"El Olo'eyktan nunca bendecirá tal unión. Mucho menos la Tsahìk", pensó con determinación, tratando de sentirse segura. Ronal podrá haberla acogido bajo su ala, porque ella escucha los designios de Eywa. Una Tsahìk siempre está escuchando, pero eso no significa que le tenga afecto o confianza.

Luego de dar un par de vueltas, encontró el nuevo marui de Ao'nung, mudado luego de la ceremonia. Ese era otro claro signo de que debía escoger una mujer.

¡¿Por qué todavía no se lo había propuesto?!

—¡Nila! —La recibió en la entrada de su hogar, preparando su lanza con un hueso del nalutsa cazado. Veía la clara sorpresa en sus ojos. No la estaba esperando— ¿Necesitas algo? ¿Qué ha sucedido? —Preguntó levantándose sobre sus piernas, listo y preparado para atenderla.

Y eso es algo que ella amaba de él. Siempre predispuesto.

No pudo evitar mantener su ceño fruncido ante ese gesto. Si ella tomaría la iniciativa, debía ser desde el amor y no desde el reclamo.

Le tomó la mano con suavidad.

—Ven a nadar conmigo —pidió.

Él saltó una pequeña risa, enternecido.

—Pero nadamos toda la tarde.

—Solo quiero estar contigo. —Le dio un apretón en su mano y trató de mostrar la súplica a través de su mirada.

—Está bien. —No parecía molesto al respecto. Al contrario, seguía mostrando una sonrisa encantadora.

Una sensación de tranquilidad la invadió, provocando que se animase. Movió su cola alegre mientras se dirigía al agua.

Como aquella tarde, tontearon en mar, los tsuraks molestaron a algunos peces y señalaban los colores de los que les eran más llamativos. También se mantuvieron a distancia de la manada de tulkunes, admirando su bioluminiscencia mientras jugaban entre ellos y saltaban en el agua.

Fue así que, distraídamente, entre juegos, risas y tonterías, ella lo llevó a la Caleta de los Ancestros.

Ao'nung se detuvo unos segundos, bajo el arco de la entrada, mirando con seriedad el lugar, dándose cuenta de las intenciones de Nila. Sus ojos se posaron sobre de los de ella. Estos resplandecían con la bioluminiscencia de color rosa, firmes en su propuesta, pero inseguros en lo que podría venir.

Se odió a si mismo por sentir una espina de duda, pero rápidamente la borro ante la seguridad de que esto es lo que debía ocurrir. Es lo que estaba destinado a ser.

Aunque aún recordaba a su madre decir, —cuando la confrontó el día que le había dado salida a Nila— que, si una mejor candidata para Tsahìk se había presentado en el clan, era porque Eywa estaba queriendo dejar algo en claro.

Sonrió, intentando demostrarle a la contraria que aceptaba gustoso y que no tenía duda de ello, para luego tomar aire y volver a sumergirse.

Se dirigieron hacia el árbol de los ancestros, tonteando y nadando en círculos, como dos enamorados felices de su decisión.

Mip Tsílpey | Ao'nung x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora