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Lucero y Fernando fueron con Fabiola, a Lucero le tocaría la parte mas fuerte, pero se lo tenía que decir. A pesar de ser apenas una niña, ella podía entender todo y darse cuenta de que algo le ocultan.

- Fabi, mi amor - ocultó las ganas de llorar- mamá, hmm, mamá ya no está con nosotros.

- Ya má-dos, ya que mamá no está con nosotros por que esta allá - señaló las puertas blancas- en un cuarto, la están curando, ¿verdad?

¡Ay, mi niña! - la abrazó - Esto es mas difícil de lo que me imagine... A ver, Fabi, mamá ya no está con nosotros por que ella... Ella, ella está con Dios ya. - sus lágrimas brotaron sin cesar - mamá se fue, pero no nos ha abandonado, ¿comprendes?

- No, ella esta ahí - salio corriendo hacia las puertas y las abrió sin importar nada, detalló alguien con una sábana cubriendo su cuerpo y se acerca, ¿Cómo una niña tiene tanta valentía para hacer eso? Cuando la vio, la movió para que despertara, Lucero y Fernando entraron detrás de ella y la tomaron de la mano- ¡ELLA ESTÁ VIVAAAA! Yo que ella está vivaa, yo que me escucha.

- Fabiola, mi amor, ella no te escucha - la abrazó fuerte, y Fernando se les unió al abrazo, haciéndoles notar que él estaba allí para protegerlas - Fabi, esto es muy duro para las dos, pero tenemos que ser fuertes, yo te juro que mientras me tengas a , NADA te va a faltar. Te juro, mi amor, vas a tener amor siempre, pero tienes que prometerme que vas a estar tranquila, ¿bien?

- Sí, te lo prometo.

Lucero sabía que podía ser muy fuerte, sólo por Fabiola, para que ella no la viera mal, para que ella también lo superara rápido.

Luego de reconocer el cuerpo de Lucía, Lucero tuvo que firmar unos papeles, luego había que pagar la cuenta, Fernando lo hizo.

- Te juro que en cuanto tenga dinero, te lo pagaré.

- Amor, no es necesario, no te preocupes por eso. Ahora vamos, hay muchas cosas que hacer. - Lucero le hizo caso, se fueron los tres a la casa, prepararon todo para el funeral, no iría mucha gente, ellas eran nuevas y no conocían a nadie mas que a Cleotilde.

- Ya todo esta listo.

- ¿Dónde esta Fabi?

- En su cuarto, no quiere salir.

- Todo estará bien, bonita, aquí me tienen, ¿de acuerdo? - la abrazó.

En eso, iba bajando Fabi.

- Má-dos, tengo hambre, y no quiero estar aquí.

- Mi vida, acá esta la comida, ven, Fer y yo te vamos a acompañar.

Se sentaron a comer, Lucero no tenía hambre, pero si no comía, Fabi seguro no iba a querer comer. Terminaron todo, Fabi subió a su cuarto, y de tanto llorar y recordar a Lucía, se durmió.

Lucero y Fernando estaban en la sala, ya estaba Cleotilde con sus hijos, y uno de ellos no dejaba de ver a Lucero; Fernando se dio de cuenta y la abrazó por instintos, y ella lo besó.

Acapulco fue testigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora