Capítulo XXV

44 11 3
                                    

—Feliz viaje de regreso, príncipe de Liberio.

Luego de dos días de que se llevara a cabo el viaje, Eren anunció su retorno a su nación. Previamente les había informado a sus padres, mediante una carta, sobre la situación de recuperación de la princesa, y aunque planeaba extender un poco más su estadía con fines estratégicos, Carla se opuso haciendo alusión a que ya había permanecido demasiado tiempo en Paradis y se requería su presencia lo más pronto posible para tratar algunos temas importantes que no podía seguir posponiendo indefinidamente.

Sí, estaba muy consciente de que lo último era cierto, pero muy en el fondo sabía que ella quería evitar una convivencia prolongada con Mikasa por las consecuencias que eso podría traer. Obviamente estaba al tanto de su excepcional condición de amnesia y por ello mismo se negaba a que siguiera ahí, ignorando sus responsabilidades y dando prioridad a alguien ajeno al reino que lo vio nacer y crecer.

Había dejado su postura respecto al compromiso más que clara, pero él no iba a renunciar tan fácilmente a pesar de que las cosas dieron un giro inesperado, por lo que respondió a la décima carta y esperó a que la embarcación llegara, sin dejar de repasar el discurso que daría una vez fuera recibido allá en Liberio.

—Agradezco mucho su hospitalidad durante todo este tiempo. Espero no haber sido una molestia.

—¿Qué dices? En lo absoluto —dijo el rey—. De hecho, es una verdadera lástima que ya tengas que irte. Nos acostumbramos mucho a tu buena compañía, ¿verdad, queridas? —miró a su esposa y a su hija ubicadas al lado suyo.

—Sí. No lo voy a negar, pero Liberio también lo necesita, así que hace bien en volver -—dijo la reina.

—Tan correcta y admirable como siempre, Su Majestad —sonrió y se volteó hacia Mikasa—. Princesa. Déjeme decirle que usted es a quien más voy a echar de menos.

—No tiene por qué. Después de todo, no va a ser la última vez que nos veamos, ¿o sí?

—Tiene razón, aunque ello no evita el sentimiento de añoranza producto de la distancia.

—Qué palabras tan profundas —soltó una risita—, pero bueno. Si le hace sentir mejor, podemos intercambiar correspondencia.

—¿En serio?

—Sí. Es lo que hacen los amigos, ¿no? —sonrió.

"Amigos". Nuevamente esa palabra, pero contrario a la primera vez, se sintió reconfortado ya que había avanzado mucho y era algo de lo que debía sentirse orgulloso.

—Así es —le devolvió el gesto.

—Esperamos que pronto estés de regreso —intervino el rey—. Recuerda que este reino siempre te recibirá con las puertas abiertas.

—Me alegra mucho saberlo.

Tras dar la última despedida, Eren subió al barco y este partió enseguida, alejándose del puerto en dirección hacia el este en medio de la calma del mar. Ya cuando estuvo lo suficientemente lejos, la familia real volvió al carruaje y esperó unos pocos minutos antes de que el cochero iniciara la travesía de retorno, agradeciendo de antemano el buen recibimiento de los habitantes que se mostraron muy contentos por tenerlos en esa parte del reino luego de mucho tiempo.

—Qué nostálgico se siente despedir a una persona tan buena y que nos ha honrado con su presencia —comentó el rey de repente.

—Vaya forma curiosa de decirlo —habló la reina.

—¿Tú no piensas de esa manera?

—Admito que es un joven noble, pero como mencioné antes, era menester que volviera a Liberio a cumplir con sus obligaciones. Si no, ¿cómo se supone que va a ser un buen rey?

ENTRE CEREZOS Y ROSAS NEGRAS (RIVAMIKA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora