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Lo que inició como un beso tranquilo y dulce, se torna en uno necesitado que avecina el desenlace de nuestro contacto.

Quisiera poseer voluntad para retrasar lo inevitable, pero eso sería mentirme a mí misma.

Mis manos tocan los cincelados músculos de su abdomen. Cuando deseo más, me deshago de su cinturón de cuero.

Retrocedo en contra de su voluntad, los segundos en los que vuelvo a respirar no son suficientes, ya que Eric me captura otra vez e intento separarme por segunda vez para respirar y continuar.

Silencio mi protesta, pues cada vez que me toma entre sus brazos puedo sentir la presión intensificarse en el área de la cremallera de su pantalón.

Me levanta sin dificultad, por instinto rodeo su cintura con mis piernas. Avanza por el ambiente hasta llegar a la habitación donde escondió el suero, observo su dormitorio por primera vez mientras mantengo mi cabeza en su hombro el instante en el que el rubio coloca seguro a la puerta.

No he visto otro dormitorio de algún habitante de Osadía, pero no creo que sea así como debería lucir. Más de un par de estantes repletos de libros son lo primero que me confunde, sus sábanas color azul medianoche se ven meticulosamente tendidas y la ausencia de cortinas en los ventanales me hace encogerme.

- ¿Pueden vernos? - Pregunto.

- Si eso quieres. -

Una sensación de peligro es suficiente para mí.

- Es vidrio polarizado. - Me recuesta con delicadeza sobre la cama. - No pueden ver que hacemos. - Se desabrocha su pantalón. - Ni como lo hacemos. -

No puedo evitar pasar saliva al escucharlo susurrar lo último. No es mi primera vez, pero el haber tenido solo una pareja sexual me hace sentir inexperta.

Sus dedos rozan la tela de la pantaloneta que cubre mi cintura, su mirada sobre esta me exige deshacerme de esta, y lo hago.

Cuando estoy a punto de decirle una excusa para no quitarme la camiseta, agarra mis tobillos y me arrastra hacia el borde.

Se recuesta casi por completo sobre mí, su mirada no se despega de mi rostro.

Al sentir su áspero tacto sobre mi abdomen, trato de bajar la mirada hacia ahí, sin embargo, Eric me lo impide tomándome con fuerza de la nuca. Su pulgar roza mis hinchados labios, después de intentar acariciar mi pómulo con delicadeza.

- No informare de tu adicción, - Me concentro en sus dilatadas pupilas. - Si decides irte en este momento - Su cabello hinca en mi frente. - O continuar. -

- No soy adicta. - Corrijo.

- Bueno, entonces de tu "afición" -

- Me iré, si me lo ordenas. - Coloco mi mano sobre su mejilla. - Tú eres el líder. -

- Repítelo. - Exige

- Líder. - Me besa con desesperación.

Gimo sobre sus labios al elevar mi pelvis para sentirlo, las pocas capas de telas me permiten saber cuan duro está.

Sus dedos juegan tortuosamente sobre mis bragas antes de hacerse espacio entre mi piel y la tela.

- Estás mojada. - Asiento. - No será suficiente. -

Se levanta de la cama y se arrodilla en el piso, me quita la prenda y ubica su cabeza entre mis piernas.

- ¿Qué haces? - Digo sentándome y cubriéndome con mis manos.

- ¿Qué te parece que hago? - Su aliento choca con la piel de mi entrepierna.

- No soy virgen. -

- No se trata de que lo seas o no. - Sus manos se colocan en mi cadera. - Sería extraño si te llevo a la enfermería por algún desgarro. -

- ¿Entonces será violento? -

- ¿Con qué estúpido cordial follaste? - Su ceño se frunce. - No lo será, pero el juego previo es lo ideal para que te sientas cómoda. -

Retiro mis manos, al notar la poca luminosidad que brinda la lámpara sobre su escritorio.

- Intenta mantenerlas separadas. - Agarra mis piernas dejando a plena vista mi parte íntima.

Asiento con la cabeza.

Se acerca más.

Contengo un gemido al sentir la punta de su lengua encontrar mi clítoris, mi mano derecha va instintivamente a su rubia cabellera. Al intentar quitarla, Eric la cubre con la suya dándome el permiso de hacerlo.

Ahora con una pierna encima de su hombro y con su cabello entre mis dedos, el sentimiento de poder logra relajarme.

- Eric - Gimo al sentir el jugueteo sobre mi clítoris. - Eric - Recuesto mi espalda sobre las ya no tan prolijas sábanas.

Mi otra mano sube hasta mis senos, los manoseo bajo la camiseta deportiva. La fricción aumenta al sentir que los toques del rubio incrementan.

Se detiene, eleva la cabeza descubriéndome mordiendo mis labios para evitar que su nombre escape de mi boca.

Lo dejo de hacer al sentir su mirada.

Con un movimiento rápido coloca mi otra pierna sobre su hombro, dejándome con la mitad del cuerpo en el aire.

La sensación de poder acaba.

Su lengua y sus dientes se turnan para hacerme llegar al orgasmo, pero de manera casi tortuosa se detiene segundos antes de lograrlo cada vez que estoy a punto de alcanzarlo.

- Por favor. - Imploro. - Eric, por favor. -

Extiende su mano y yo la tomo para entrelazar nuestros dedos.

Supongo que eso es un sí.

- ¡Aaah! - Arrugo la sabana bajo mi mano. - ¡Eric! - Grito su nombre mientras reafirmo nuestro agarre.

La ferviente ola de clímax me desconecta de todo, concentrándome únicamente en un nivel de placer nunca experimentado, un tipo de liberación que desconocía poder tener.

El líder se separa de mí, mientras me recupero.

Logro controlar mi respiración agitada, los latidos de mi corazón no retumban en mis oídos y me limpio con mi camiseta la leve capa de sudor de mi rostro.

Si para Eric lo que acaba de suceder va antes, me pregunto cuál será la intensidad de lo que sigue.

SIN EDITAR

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Esta es la primera vez que escribo sobre sexo, en la historia "Empty Space - Bellamy (The 100)" solo daba a entender que tenían relaciones sexuales, prefería escribirlo así porque considero que no soy buena describiendo estas escenas.

Sus comentarios y votos me ayudarán a saber que no lo estoy haciendo mal.

Cordial - Eric (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora