Abro los ojos y los cierro de nuevo sin esperarme la brillante luz blanca. Los abro de nuevo poco a poco, y pestañeo un par de veces, intentando acosumbrarme a la luz y miro a mi alrededor. Qué hago en un hospital.
No recuerdo mucho: bebí un poco, me metí algunas rayas y me fumé un cigarro y creo que me fui a dormir, ¿cómo he llegado aquí?
Me giro al escuchar que alguien entra en la habitación, lleva una bata blanca así que asumiré que es un doctor.
-¿Qué ha pasado?- Pregunto antes de que él llegue a decir nada.
-Jenna Christie, ¿es así?- No contesta a mi pregunta así que vuelvo a preguntar.
-Sí, ¿me puedes decir qué hago aquí? ¿Qué ha pasado?
De nuevo no contesta y sin mirarme asiente lentamente mientras escribe algo en una libreta.
La cabeza me duele mucho y levanto el brazo para tocármela pero algo impide que lo haga y cuando bajo la mirada veo que estoy esposada al metal de la cama.
-¿Qué cojones?- Me digo a mí misma- ¿Qué coño hago esposada?
Esta vez miro al doctor, que sigue sin mirarme y sólo consigue frustrarme más.
-¿Hola? ¿Puedes contestarme? ¿Qué hago aquí y por qué estoy esposada?- Muevo la mano haciendo que las esposas tintineen y levanto las cejas, esperando una respuesta.
Por fin el doctor me mira, se quita las gafas y las guarda en el bolsillo de la bata y empieza a hablar con poca gana.
-Señorita Christie, hace dos días tuvo una sobredosis en la habitación de un hostal y una de las camareras de pisos la encontró porque olió humo que salía de ella- Sonríe un poco-. Suerte que se encendió un cigarro antes de desfallecer, sino no estaría aquí.
De golpe me vuelven las imágenes: yo tendida en la cama, los gritos de la mujer, el olor a humo.
-¿Y esto?- Vuelvo a mover la mano, señalándo las esposas.
-Eso es cosa nuestra.- Suena una voz desconocida y me giro al origen de ella.
Dos policías entran por la puerta. Uno de ellos es tan alto que tiene que agacharse un poco, el otro es más bien bajito y regordete, ninguno de ellos es especialmente atractivo.
-Jenna Christie, está bajo arresto por posesión y distribución de sustancias ilegales y fuga- Empieza a hablar el policía alto mientras libera la esposa aue estaba sujeta al metal de la cama y me esposa la mano que tenía libre-. Tiene el derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra en un tribunal de justicia. Tiene el derecho de hablar con un abogado y que un abogado esté presente durante cualquier interrogatorio. Si no puede pagar un abogado, se le asignará uno pagado por el gobierno. ¿Le han quedado claro los derecho previamente mencionados?
Me agarra del brazo con fuerza, haciendo que me levante de la cama y empieza a tirar de mi, arrastrándome, mis piernas no responden. Miro preocupada al doctor.
-No te preocupes ya te íbamos a dar de alta, tu ropa y pertenencias están ahí -Señala un mueble al lado de la puerta de la habitación y el policía bajito lo coge todo con un poco de torpeza, haciendo que se le caigan algunas cosas.
Cuando entiendo qué está pasando mi cuerpo consigue reaccionar y empiezo a caminar por mi cuenta, pero aún así él sigue tirando de mí haciendo que me tropiece unas cuantas veces.
-Oye que sé caminar eh, no hace falta que me arrastres- Me ignora y me aprieta el brazo aún más fuerte, hijo de puta. Resoplo.
Llevo 20 minutos en una sala de interrogatorios con un señor mirándome fijamente pero sin decir nada.
-¿Puedo pedir un abogado?
El señor alza las cejas y mueve los dedos como indicándole a alguien que entre, y en ese mismo momento la puerta se abre. Entra un chico que veo demasiado joven para ser abogado y me asusto, espero que no sea mi abogado.
-Un gusto conocerles, mi nombre es Rubén García y estoy aquí para defender y representar a la acusada.- Mientras habla nos tiende la mano para saludarlo, y cuando dice esto último me mira.
No estoy muy confiada con un abogado tan joven, sólo parece que sea un par de años mayor que yo, lo que significa que no tendrá mucha experiencia. Lo barato sale caro.
