• Atención •

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Se levantó de la silla de su escritorio, soltando el celular y apoyándolo sobre algo para que se mantuviera apuntando hacia él. No podía ver su rostro, pero sí parte de la camisa y el paquete que se había creado en el pantalón.

«¿Realmente lo va a hacer?».

Esos latidos incontrolables volvieron a hacerse presentes. Aún no había visto nada, pero me quedé a la expectativa.

Se abrió el cinturón y esa acción la encontré demasiado atractiva y sensual. Su mano sostuvo su hombría, revelando cada detalle de su inminente y enorme erección.

—Ya no es una herramienta tan misteriosa.

«Pero sí muy apetecible», pensé.

Pasé saliva.

Junté las piernas, al sentir la sensación de infinitas burbujas detonando más abajo de mi vientre.

«Para estar así de motivado, significa que no le soy tan indiferente, ¿cierto?».

No sé si esto de alguna forma u otra perjudique nuestra amistad. No me gustaría que algo así sucediera. Estoy sintiendo cosas que no se supone que se deban sentir hacia un amigo. No se supone que esté deseando conocerlo más a fondo.

«¿Podría ser el tiempo que llevo sin hacer nada? ¿Es siquiera normal esta reacción en mi cuerpo y este ardor en mi piel?».

Mi mente se ha contaminado de pensamientos pecaminosos, pero en gran parte, es su culpa. Siempre hace esos comentarios, es inevitable no llegar a un punto donde lo imagine y sienta la necesidad de llegar a algo.

Me crucé de brazos, en el intento de tapar mis pezones erectos. Tuve temor de que notara lo que había provocado en mi cuerpo sin siquiera tocarme. Acababa de excitarme solo con verlo.

«¿Él ha tenido estos pensamientos y deseos conmigo? ¿O solo hace esos comentarios porque disfruta de verme apenada?».

—Ya estamos a mano.

—Eso no es cierto— volvió a cubrirse y le costó acomodarselo—. Tú muy bien lo sabes, pero te lo dejaré pasar por esta vez.

Cuando volvió a mostrar su rostro en la cámara, no encontraba cómo mirarlo. Mi rostro debía delatar la fiebre que sentía. Le eché el ojo por un segundo y lo vi relamer sus labios.

«¿Por qué se ve tan sexi?».

—Oye, ¿mañana tienes planes? —froté mis piernas, intentando que no se diera cuenta de mis movimientos.

Me daría tanta vergüenza que sepa lo que mi indecente cuerpo está haciendo para combatir la excitación.

—No. ¿Por qué?

—¿Me acompañas a conseguir un vestido para la exhibición de la semana que viene? No sé nada de moda, mis gustos no son muy buenos, tampoco acostumbro a vestir elegante y la supervisora nos pasó el mensaje de tu hermano. Él exigió que todos debíamos estar bien vestidos para la ocasión.

«Por supuesto que era un pretexto para verlo otra vez, pero no iba a decírselo».

«Estoy siendo demasiado oportunista y aprovechada, ¿cierto?» A veces siento que me estoy aprovechando demasiado de su generosidad con tal de tenerlo más cerca y verlo todo el tiempo que sea posible.

Me gusta su compañía, lo atento que es, lo caballeroso y conversador. Las tonterías que muchas veces se inventa para hacerme reír. Cuando estamos juntos, es como si no existiera nadie más a su alrededor que no sea yo; su mirada y atención siempre está puesta en mí. Y eso, eso me gusta mucho.

Al Borde De Un Hilo (Segundo Libro: Preludio) [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora