𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 31: 𝑬𝒎𝒐𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒚 𝒅𝒆𝒄𝒆𝒑𝒄𝒊𝒐́𝒏

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Un par de manos traviesas aparecieron de pronto rodeando la cintura de Gerard mientras unos cálidos labios dejaban un par de besos en su cuello.

—Frankie… —murmuró—. No te escuché entrar.

—Quería sorprenderte, bebé —dijo sobre su piel.

—Me gusta que hagas eso —suspiró y echó su cabeza hacia atrás para apoyarla en los hombros ajenos. La ensalada de frutas que estaba preparando para la merienda de la tarde dejó de importar—. Que aparezcas de esa forma y me tomes entre tus brazos sin que yo me lo espere, es muy dulce.

—Lo hago porque sale de mi corazón, el amor que te tengo es demasiado.

—Cariño…

—Es por eso que he preparado algo muy bonito y especial para ti ésta noche —dijo sin dejar que Gerard le quitara la palabra.

—¿Si? —preguntó con suavidad y giró un poco su cabeza para ver el perfil del rubio. Frank se sintió más tranquilo al ver que Gerard ya no estaba triste como la noche anterior por lo que había sucedido.

—Si. Ponte algo muy bello y después que regrese de correr, nos iremos.

—¿Puedo preguntar a donde?

—Temo que si te digo, la sorpresa se va a arruinar.

Gerard hizo un puchero junto a sus ojos de cachorro para tratar de convencer a Frank, sin embargo, él en lugar de verlo porque sabía que iba ser imposible resistirse, decidió chocar sus labios con los suyos en un beso lento.

—Mhjm… —gimió Frank—. Quiero que uses también esos tacones negros que compraste el otro día. Te quedan muy lindos.

—Está bien, cariño.

—Bien, te dejo, porque sino perderemos toda la sorpresa —dijo y se alejó suavemente mientras Gee asentía. Antes de marcharse por completo le dio una bofetada a su mejilla derecha y la piel carnosa del glúteo rebotó.

—¡Hey! —reclamó el pelinegro pero Frank ya estaba cruzando la sala—. Espera, Frankie…

—¿Si?

—Te amo mucho.

—Yo también, bebé, más de lo que puedes imaginar.

Gerard sonrió y unas pequeñas arrugas se marcaron a los lados de sus ojos. Besó sus dedos índice y medio y después sopló, simulando que enviaba un beso en el aire. Frank fingió que atrapó algo y llevó su puño sobre su corazón, derritiendo de ternura a Gee con ese gesto.

La despedida terminó cuando Frank rompió el contacto visual y cerró la puerta. Gerard suspiró y se apoyó en la encimera de la cocina. Sus vidas habían cambiado tanto desde que decidieron expresar sus sentimientos y ahora ya no podía concebir un futuro sin Frank en su vida, a su lado, amándolo.

Cuando empezaron con todo ese asunto, él sentía tanto temor de perderlo, que Frank lo rechazara al saber que estaba perdidamente enamorado de él; ahora le daba terror imaginar que lo podía llegar a perder de cualquier otra forma. Para él lo menos importante era el título que su relación tenía, aunque no podía negar que imaginaba lo bonito que sería presentar a Frank como su novio, no obstante, eso no le inhibía de decir que Frank Iero significaba el mundo entero.

Recordó entonces la cita a la que lo había invitado y la sonrisa que aún permanecía en su rostro se ensanchó. ¿Qué podría ser la sorpresa?

Viniendo de Frank sabía que era algo que iba a dejarlo sin palabras, por ello decidió que lo mejor era aprovechar el tiempo y comenzar a arreglarse. No quería crearse inguna expectativa para que la sorpresa fuese aún mucho mejor.

Guardó las frutas en el refrigerador para el día siguiente y se fue a dar una ducha. Calculó que tenía casi una hora para que Frank volviera a casa y lo encontrara lindo como le había pedido.

*

A decir verdad, a Frank no le gustaba mucho salir a correr por las tardes. Su rutina siempre era matutina pero por la mañana no había tenido tiempo de hacerlo; después de desayunar se había cambiado a su ropa deportiva pero las horas se habían ido rápidamente entre buscar un restaurante bonito y hacer la reservación y buscar un anillo para su futuro prometido.

Ni siquiera habían almorzado pero agradeció mucho haberle dado la excusa a Gee de que vería a Travis, un viejo amigo suyo. Y todo había resultado, su Gee no había sospechado nada.

A unos pocos metros de distancia de ingresar a la forestación por donde solía hacer su recorrido, miró la hora en su reloj. Debía darse prisa para volver a casa, darse un baño y vestirse, no obstante mientras sus ojos estaban sobre la pequeña pantalla, se sintió observado.

Volteó a ver hacia atrás y no había más que paisaje y unos que otros troncos de árboles. No había nadie más corriendo a esa hora. Se encogió de hombros y continuó avanzando.

Su velocidad era rápida y trataba de mantener el ritmo de su respiración mientras la imagen de Gerard en su mente no lo abandonaba un solo instante. La dulzura con la que lo veía cuando se despidieron y la expectación que vio en su mirada cuando le dijo que le esperara listo, ese hombre era su más grande sueño hecho realidad y haría lo que fuera por él, lo sabía y lo sentía con cada fibra de su ser.

Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no se dio cuenta que disminuyó el ritmo y tampoco sintió a la persona que se acercó detrás de él. Escuchó su nombre y frenó de golpe y se giró, sólo para recibir un fuerte golpe en la frente que le hizo caer de inmediato.

*

Gerard terminó de peinar su cabello, con su hermoso flequillo a un lado de su rostro y como aún había sol, se colocó unos lentes oscuros. Frank debía darle un premio por haber estado listo antes de tiempo.

No podía esperar el momento de ver al rubio entrando por aquella puerta y diciéndole sobre lo bien que se veía. Ya quería volver a probar esos labios que tanto le volvían loco y sentir el calor de sus manos sobre su cuerpo, haciéndolo sentir querido y protegido.

Se iba a quedar esperando sentado sobre la cama pero era mala idea, conocía como eran ambos y una cosa podía llevar a otra e inevitablemente terminarían follando. Se rió de su pensamiento y salió a la sala a esperar a Frank ahí.

*

Frank sentía que sus párpados pesaban y no podía abrir sus ojos, su cuerpo también estaba entumecido. No podía mover las manos ni los pies y sentía un dolor punzante en la frente.

Con mucha dificultad alzó la cabeza que la había tenido colgada, le dolió un poco el cuello y su garganta estaba seca. Se esforzó por abrir los ojos y no reconoció el lugar en el que estaba.

—Hasta que al fin despiertas, bella durmiente —escuchó una voz a su lado y giró el rostro para encontrarse con una persona ligeramente conocida.

—Tú —afirmó al unir los puntos y saber de quién se trataba.

—Tú —afirmó al unir los puntos y saber de quién se trataba

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❍𝐧𝐥𝐲𝐟𝐚𝐧𝐬 ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora