XI

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Tras el pasar del tiempo, el turno de trabajo de una mujer de 32 años finalmente había terminado, estando a punto de liberarse de una gran duda que la perseguía desde que descubrió que un viejo compañero de escuela había vuelto a la ciudad.

— Vamos Cookie, estabas enamorada de el cuando eras pequeña. Ha pasado demasiado tempo, seguro que puedes verlo a la cara. —Trago saliva mientras acercaba su dedo al timbre de la casa Loud. Al momento de presionar el timbre un sentimiento de nostalgia traspaso por todo su cuerpo, puesto que se escucho varios gritos y gente corriendo hacia la puerta, acción que no ocurría desde que los 11 hermanos Loud vivían en la misma casa.

— ¡JA! ¡Te he ganado! —La puerta se abrió, permitiendo a Cookie ver a una joven de pelo castaño pálido, unas pecas en sus mejillas y unos dientes que delataban su ascendencia.

— Que pesada que eres. —Lemy se cruzo de brazos, asomándose, junto a Lacy, por la puerta.

— ¿Qué necesita? —Lacy preguntó, poniéndose delante de Lemy como protección ante la desconocida. Cookie, por su parte, inspeccionaba a los hijos de Lincoln, ella sabía perfectamente la situación que había vivido el albino, pero no esperaba ver a los hijos de este en la casa.

— Emmm, ¿esta Lincoln Loud? Necesito hablar con el. —Lacy y Lemy se miraron, antes de que la mayor respondiera.

— Aún no a llegado. No sabemos cuando llega... oh mira, ahí viene. —Lacy señalo detrás de Cookie, viendo como Lincoln junto a Lupa llegaban con varias bolsas de la compra.

— ¿Eh? —El adulto pudo ver, no solo a su vieja amistad de la infancia, si no que también a otra de sus hijas. Al momento de llegar a la puerta, Lincoln y Cookie cruzaron miradas.— Lupa, lleva esto a la cocina. Niños, ayudad a vuestra hermana. —A Lacy se le hizo un poco raro, pero rápidamente, junto a Lemy, ayudaron a Lupa con las bolsas de la compra, entrando los tres a la casa, dejando a los adultos solos.- Cuanto tiempo, ¿eh? —El albino miró a su vieja amiga, quien puso una sonrisa, relajando los nervios.

— Pues sí... 12 años. —Lincoln sonrió mientras se sentó en las escaleras de la casa Loud junto a su amiga.

— ¿Y que te trae por aquí? —Cookie miro el suelo, reflexionando su verdadero motivo por el que se encontraba ahí.

— Pues, escuche que estabas por el pueblo y no se, pensaba que seria bueno volver a vernos. —Sin que ninguno de los dos adultos lo supieran, Lemy, Lupa y Lacy los miraban escondidos a través de la ventana.

— ¿De que están hablando? —Lacy entrecerraba los ojos para intentar leer los labios, mientras que Lupa la mandaba a callar por si podían escuchar algo.

— Se acerca un neg... —Antes de que pudiese acabar la palabra, fue callado por un golpe de Lupa. Ahora los hermanos miraban como una tercera persona se unía a la pareja.

— ¿Clyde? —Lincoln miraba sorprendido a su mejor amigo.— ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar con tus padres? —Cookie escucho de manera extrañada esa pregunta.

— ¿Qué le pasa a tus padres? —Hablaba algo preocupada, pero Clyde hizo un gesto para que no se preocupase.

— Se encontraban muy enfermos, pero parece que ya van mejorando un poco. Ahora mismo están dormidos. —Cookie asintió algo más relajada, mientras que Lincoln puso una sonrisa.— Estaba dando un paseo y os he visto charlando. Esta muy bien volvernos a encontrar todos ¿no? —Cookie asintió muy alegre, realmente Lincoln y Clyde habían sido dos de sus mejores amigos durante el tiempo en la escuela, por lo que este recuentro era muy especial para ella.

— La verdad es que si. —Lincoln invito a Clyde a sentarse junto a ellos, el cual no rechazo la oferta, sentándose justo un escalón debajo de ellos.

Durante varios minutos estuvieron en una conversación muy entretenida, actualizándose de lo que habían estado haciendo todos estos años, o bueno, Lincoln y Clyde actualizando a Cookie y viceversa. En un momento a otro hubo un silencio que los tres disfrutaban, hasta que escucharon los gritos de los niños que habían entrado en una pelea por no dejar escuchar, siendo controlados por Lynn Sr..

— ¿Y como estas llevando esto? —Clyde hizo la pregunta del millón, Cookie presto especial atención a la respuesta que iba a dar Lincoln.

— Bueno... no te sabría decir. Es extraño. No lo llevo mal, pero es que tampoco lo llevo bien. —El recuerdo del este y anterior día pasaron por su mente. Tanto Clyde, como Cookie se miraron, decidiendo que era mejor cambiar de tema.

Tras unos segundos de silencio, los tres pudieron ver como una limusina, junto al coche de Rita, aparcaban enfrente de la casa Loud.

— Será mejor que terminemos nuestra pequeña reunión. —Los amigos de Lincoln asintieron, despidiéndose del albino con un apretón de manos por parte de Clyde; y un beso en la mejilla por parte de Cookie.

— ¡Pąpá! —De manera sorpresiva, Liena salió corriendo del coche de Rita y saltó a los brazos de su padre, dándole un fuerte abrazo.

— ¡Liena! —Lincoln correspondió el abrazo con mucha felicidad. Mientras esto pasaba, Rita y Lyra bajaron del coche.

— Conmigo no reaccionó así... —Lyra pareció ponerse un poco celosa al ver que su padre había reaccionado de esa forma con Liena, aunque después recordó la primera impresión que dio al albino.

— Hijo, lo he intentado, pero... —El adulto abrió los ojos al momento de escuchar la puerta de la limusina abrirse, saliendo la glamurosa, hermosa y famosa Leni Loud.

— Hola... Linky. —Leni parecía no poder alzar la mirada, no se atrevía a mirar a su hermano, si se sentía incómoda al hablar con su madre, esto era otro nivel de incomodidad.

Mientras tanto, en Tokio, Japón.

Una joven adulta de 21 años se encontraba en el baño de su casa, tras haber acabado sus necesidades pudo percatarse de que un teléfono móvil yacía al lado de la pica del baño. La hija más mayor de Lincoln, Loan, reconoció el teléfono, era el de su madre.

— ... —Se quedó mirando atentamente el teléfono, teniendo sus clásicos tembleques, aunque algo más exagerados.— Papá... —Con su mano temblorosa agarró el teléfono de su madre, poniendo el suyo al lado. Desbloqueo el teléfono de su progenitora, entrando en la lista de contactos, buscando algún tipo de contacto que le diera vibras de su padre, desconocido para ella.— ¿e-eh? ¿"Hermanito"? —El leer el nombre registrado del contacto sorprendió a la rubia, su madre nunca le había mencionado la existencia de un hermano.

— ¿¡Loan!? ¿Dónde estás? —La voz de Lori hizo que el corazón de Loan pareciera detenerse por unos segundos, empezando a hiperventilarse y temblar de manera excesiva. Los pasos de Lori se escuchaban y Loan no podía reaccionar.— ¿Loan?

— E-est-toy e-en e-el b-bañ-ño... —Loan contestó mientras registraba el número de su tío en su teléfono personal, apagando el de su madre y sentándose en la taza del baño, intentado disimular.

— ¿Esta ahí mi teléfono? —Preguntó Lori desde el otro lado de la puerta. Loan respondió con un tartamudeo afirmativo, abriendo la puerta y entregándole el teléfono.— Muchas gracias hija. En fin, me voy a trabajar. —Sin nada más que decir, Lori se marchó, dejando a una Loan algo desconcertada con su nuevo contacto.

— ¿T-tengo u-un t-tío?

Continuará

Los Hijos De Un PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora