Capítulo Doce

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"esté amor está contaminado, te necesito y odio hacerlo."

...

La semana fue algo eterna para ambos, y el día Lunes dió inicio. Él estaba sentado observando cómo aquel sol salía, corría el viento sin embargo no hacía frío.

Él saluda al personal amablemente y se dirige a cambiarse de ropa, hoy tendría un día lleno de trabajo; cómo de costumbre paso por cada habitación verificando si cada uno de ellos se encontraba bien, hasta llegar a la habitación 19.

La habitación de la chica que ha estado evitando todos estos días, sí se han visto pero no han tenido sesiones y el tampoco ha llegado por las noches. Después de aquel tierno beso y posible reencuentro con su ex pareja Pedro decidió tomar distancia con ella.

No era algo que le importaba, por eso no saco el tema del beso. Así que el decidió olvidarlo.

—Buen día.— dijo aquel ojos marrones

—Hola.

¿Cuando ocurrió, y que lo que convirtieron se haya esfumado?

—Hoy es tu segunda quimioterapia.— su vista poso sobre ella —En media hora vendré a verte.

Vio a Agustina toser y sacar sangre, no hacía falta preguntar, él sabía perfectamente que ella sentía que moría.

Cerró sus ojos y apretó sus labios, el había prometido jamás volver a hacerlo, pero era necesario.

No le gustaba ver sufrir a Agus, así que agarro una aguja y le inyectó otra vez aquel medicamento.

1:28 am entro en aquella habitación y miro a Agus quien tenía la vista sobre la ventana. Ella se veía tan cansada pero no importaba.

Para Pedro ella siempre se veía hermosa.

—Hola.— dijo aquel chico susurrando, después de todo el decidió dejar sus problemas y celos atrás.

—Hola.

Se sentó sobre una silla que estaba cerca de la camilla —¿Cómo te sientes?

—Cansada y drogada

—Lo lamento.— dijo arrepentido

—No tienes porqué disculparte, soy yo lo lamentó, siempre arruino todo.— bajo la mirada— estoy muriendo.

Agus volvió nuevamente la mirada a aquel chico.

—No quiero morir Pedri.

Sus ojos comenzaron a humedecerse inmediatamente soltó en llanto, sus ojos azules como el mar gritaban súplicas, sabía que ella no quería morir. Ella tenía mucha vida por delante.

Me dolía verla así, llorar desconsoladamente sentía una punzada en el corazón mientras sostenía un nudo en la garganta, la abrace y dejé que llorara en mi hombro, no merecía esto, ella no merecía nada de lo que estaba viviendo.

Pedro nego con la cabeza.

—no, Agus.

—¿Mjum?

—No. No puedes Rendirte ahora.

—Pero.

—No Agus, ahora no.

Las miradas vuelven a conectarse, aquellos ojitos azules rojos con los marrones.

—Ven, quiero llevarte a un lugar.

—¿A un lugar?

—Si, ya verás. Mañana a esta misma hora saldremos del hospital.

Pedro espero a que Agus se durmiera, para el poder irse

Cruzo la calle abrazándose por el frío qué el frío le pegaba.

—Estoy enamorado de ti, y no te merezco.

Dos polos completamente opuesto enamorados, aquellas almas que necesitan ser amadas. Un hilo rojo que siempre ha estado presente en ellos dos finalmente los está uniendo.

Agonía | Pedri González Donde viven las historias. Descúbrelo ahora