Narra Daniel
Una semana y media después...
Abandoné mi pincel dentro del vaso lleno con agua teñida en azul metálico pálido y de inmediato el reverso de mis dedos índices frotaron mis ojos con insistencia. El tallado constante me otorgó un poco de consuelo sobre la picazón que sentía, pero como el alivio total tardó en aparecer, mis ojos sufrieron de un tormento largo. Solo hasta que la irritación llegó a mi piel, mis dedos por fin se detuvieron. Mis ojos respondieron a la tortura con un ataque de ardor y la vista se me nubló. Decidí mantenerlos cerrados y descansé mi cabeza sobre mi mesa de trabajo. Solté varios suspiros de fatiga antes de quedarme dormido.
Desperté exaltado a los 15 minutos. Mis hombros protestaron y la espalda baja se me entumió. Enderezarme fue doloroso, pero me obligué a hacerlo para medio acomodar en su lugar el material que había estado utilizando. El atardecer me avisaba de su presencia con los rayos tibios y anaranjados del sol, así que, decidí que tomaría un pequeño descanso en mi cama para regresar más tarde y terminar lo que tenía pendiente. Salí del estudio arrastrando los pies y sobando un hombro mientras lo hacía girar hacia adelante; mi somnolencia menguó cuando escuché la voz de Lucy. Me asomé al barandal y la encontré junto a Ben en la sala; estaban jugando los videojuegos que ni ella ni James le habían prohibido a su hijo.
No quise desconcentrarlos y mucho menos darles aviso de que había salido del estudio, así que en silencio, me encerré en mi habitación. Me dejé caer sobre mi cama e intenté dormir, pero eso no sucedió pese a que me sentía cansado. Reposé con los ojos cerrados y di varias vueltas sobre el colchón para intentar encontrar una mejor posición, sin embargo, no la hubo. Al abrir mis ojos, me encontré con Blednyy acostado a mi lado.
Su puño sostenía su cabeza y me miraba con burla. Sus dientes podridos se deformaron aún más ante su intento de sonrisa
-¿Cansado?-preguntó con falsa preocupación y sin dejar de sonreír. Sus palabras no congeniaron con su sonrisa burlona. Le dediqué una mirada con los ojos entrecerrados y giré para darle la espalda. Él no tardó en acercarse para abrazarme y acurrucarse contra mí. Olisqueó como un perro los cabellos de mi nuca y restregó con descaro su rostro contra ellos. Aspiró con fuerza mi olor y exhaló deleitado sin querer ocultar el gozo que estaba experimentando ante mi silencio. Cerré mis ojos e intenté, otra vez, caer en el mundo de los sueños para ignorarlo, pero su voz, entre risueña y tétrica, se deslizó por las cavidades de mi oreja y retumbó en lo más profundo de mi mente. El dolor de cabeza empezó a dar señales de vida-Dany, no confíes en él-oculté mi rostro en mi almohada e intenté ignorarlo, pero me abrazó y encimó una pierna sobre las mías-¿No te parece que así estamos mejor?-frotó su rostro contra mi espalda y esperó a que le diera la razón, sin embargo, no hubo respuesta de mi parte-No estás solo. Yo estoy contigo-continué sin decirle nada porque ya sabía que por más que me desgastara en mis explicaciones, no estaba dispuesto a entenderme. Hacía oídos sordos. O lo que era peor, ponía excusas a todo y se enojaba.
De toda nuestra "convivencia" de años, este era el periodo en el que más nos sentía atascados. Antes solo lo ignoraba mientras él intentaba llamar mi atención a su manera tan particular de hacerlo. Después me acerqué porque quería comprenderlo; quería descubrir lo que necesitaba, sin embargo, nunca estuvo dispuesto a hablar. Ahora solo eran palabras fuera de contexto junto a comportamientos extraños. Un día parecía estimarme y al siguiente me odiaba. El cambio podía deberse a la más mínima acción o pensamiento de mi parte. Era cuestión de segundos y ya no sabía qué más hacer.
Días atrás discutimos. Se la pasó insistiendo que Sean estaba abandonándome. De nuevo. Yo hice uso de todo el vocabulario que me sabía para intentar explicarle que Sean no estaba haciendo lo que decía, que solo se había ido durante un par de días por asuntos de trabajo. Blednyy no estuvo para nada contento y se la pasó acechándome. Día y noche no me dejó descansar. Invadió mis pensamientos y me desarrolló la necesidad de encerrarme en el estudio. En otro tiempo no me habría dado cuenta de lo que estaba provocando, pero ahora lo conocía un poco mejor. Hacía uso de sus artimañas para que yo mismo me provocara un daño. Intentaba hacerme creer que era yo quien estaba decidiendo, cuando en realidad, las decisiones eran el desemboque de sus propias acciones. Me guiaba a un bucle que por más vueltas que le daba, no lograba entender. Blednyy me provocaba un desgaste mental a tal punto en el que prefería mantenerme absorto en el estudio. Pero esa distracción traía consigo un desgaste físico y mental en el sentido de la búsqueda inalcanzable de la perfección.
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Fugitivos III: La razón
RandomDespués de la repentina partida de Daniel y de Sean, ambos regresarán al lugar en donde encontraron una nueva llama de esperanza que, conforme pasó el tiempo, terminó por convertirse en un infierno. Daniel se quemó y acabó terriblemente lastimado. S...