🔗Capítulo 6🔗

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Año nuevo

Artemisa Morelli

La música resuena en toda la casa, como todos los años para estas fechas en casa se encuentran las amistades más intimas de mi padre, como también de mi madre, ya hemos cenado, ya pasan más de las doce, todo luce como siempre en cada fiesta, este año la decoración es en dorado y negro, camino por la multitud hasta lograr salir de donde se encuentran todos riendo, tomando alcohol, conversando y bailando.

Me detengo a tomar mi abrigo de piel, afuera está nevando, me aseguro de que mi vestido luzca impecable antes de salir afuera, mi vestido dorado con diamantes del mismo color se ciñen a mi cuerpo a la perfección, el pronunciado escote en mis senos hace verme sexy sin perder la elegancia, mi cabello recogido en una cola alta, mis labios color carmesí son el toque esencial para verme atractiva, tomo mi enorme abrigo y salgo de la casa.

Los hombres de seguridad de la casa al verme sonríen como forma de saludar, les devuelvo el mismo gesto, pero sin la sonrisa, no me gusta la confianza, detesto que personas que solo trabajan para mí quieran sobrepasar los límites que yo misma les impongo. Decido reclinarme del barandal de concreto de la enorme escalera que finaliza en la entrada de la casa, saco un cigarro y lo enciendo para lograr calentar mis manos, la temperatura está algo fuerte.

Asisto a estas fiestas por la única razón de que son en casa, no me gusta dejar a mi madre, aunque en el fondo sé que si estoy o no, no voy a hacerle ninguna falta, no me gusta la navidad, me parece una de las épocas del año más triste, no solo por aquellos seres queridos que ya no están con nosotros, también por la hipocresía que se aprecia en ese momento.

Casi todas las navidades las paso encerrada en mi habitación tomando chocolate caliente, durmiendo o haciendo cualquier otra cosa como si fuera un día normal, para mí lo es. Le doy la primera calada al cigarro, inclino mi cabeza hacia atrás para soltar el humo que contienen mis pulmones, lo libero y cierro los ojos para disfrutar del calor que me brinda este cigarro.

Artemis y yo partiremos a Georgia en una hora, todo se encuentra listo, mi padre solo esperaba que cenáramos en familia, que fueran las doce, compartir más tiempo con su hijo, para luego pedirnos partir, siento la presencia de alguien a mi lado, solo por el olor de Imperial Majesty sé que es de Artemis quien se trata.

- ¿Tienes todo listo? - mira el cigarro en mis manos, luego me mira directamente a los ojos.

Mantengo mi mirada hacia el frente, mi mirada se pierde en suelo color blanco, color que ha adquirido por la nieve.

- Lo único que espero es que partamos.- muevo mis dedos en el cual se encuentra el cigarro.

- Venía a decirte que ya debemos partir hacia el aeropuerto, el jet nos está esperando.

- Gracias por el aviso, termino de fumar y subo por mi equipaje.- no me detengo a verlo, no quiero darle importancia, lo que sucedió anoche fue por deseo, no lo niego, pero no siento nada más por él.

- Iré por mis cosas mientras fumas, nos vemos en mi auto.- se retira dejando el intenso olor de su perfume cerca de mí.

Termino de fumar, aviento el cigarro hacia la nieve y subo las escaleras con toda la paciencia que tengo, no me detengo a la sala en donde todos se encuentran, subo directamente hacia mi habitación, tomo mi equipaje, antes de bajar al auto con Artemis decido cambiarme de ropa por una más cómoda, dejo todo en orden en mi habitación y apago las luces.

- ¿Ya se van? - Atenea pregunta, caminando hacia mí, sostiene una copa de champán en sus manos.

Me aseguro de que nadie más venga detrás de ella, lo que menos deseo es encontrarme a Alessandro con ella después de lo que ocurrió anoche en la cocina, deseo irme con pensamientos serenos.

- Sí, solo subí a cambiarme de ropa y por mi equipaje.- cierro la puerta detrás de mí y camino hacia las escaleras.

- Quiero que cuando regreses vayamos de compras o hagamos cualquier cosa que hacen las hermanas.- sonríe sin mostrarme los dientes.

- ¿No tienes una boda qué planear?- pregunto con la intención de saber si se van a casar o no.

- Bueno que me lo recuerdas, podrías ayudarme con los preparativos.- me mira entusiasmada.

- Lo siento, pero soy la menos indicada para ayudarte en ese tipo de cosas, no me gustan las decoraciones, ni las fiestas, ni nada de esa índole.- me detengo en el inicio de las escaleras.- Mi madre podría ayudarte, sabes que le encanta ese tipo de cosas, aprovéchala ahora que estarás sola en casa con ella.

- Puede que no me ayudes con mi boda, pero nuestra salida de hermanas queda pendiente.- guiña un ojo y se retira caminando hacia su habitación.

Bajo las escaleras ignorando su petición, sin detener mi caminar continúo mi andar hasta llegar a la salida, Artemis me espera en el auto, mi padre se encuentra recostado del capo del auto, sostiene un túbano encendido el cual permanece en su boca. Uno de los hombres de seguridad se acerca a mí al verme, toma mi equipaje para ayudarme con este, deja mi maleta en el maletero del auto y vuelve a incorporarse en su lugar anterior.

- Ya sabes lo que tienes que hacer.- dice al verme acercarme al auto.- De igual manera le he dado una carpeta a Artemis donde se encuentra la información pertinente.- suelta humo con el túbano en su boca.

Sonrío siniestramente, toco con cuidado la piel de su abrigo, siempre manteniendo el respeto, de una forma u otra lo veo como un padre.

- No hace falta que te molestes tanto por ese contrato, puedes dar por seguro el hecho de que vendré con ese papel firmado de Georgia.- suelto su abrigo y abro la puerta del auto.

- Esto no es un juego Artemisa, requiere de seriedad, el hombre al que vas a ver es uno de los mafiosos más temido de su país, evita inconvenientes.- saca el enorme túbano de su boca y lo sostiene con sus dedos.

Mi mano se dirige hacia su cara, lo acerco a mí y dejo un casto beso sobre su mejilla, no uno lujurioso, ni nada por el estilo, uno de hija a padre, uno sin cualquier rastro de interés que no sea el de demostrar cariño.

- Tú encárgate de disfrutar de tu hija y nuevo nuero, yo me encargó de cerrar uno de los negocios más grandes en toda la mafia.- acomodo su abrigo y me adentro al auto, cierro la puerta de copiloto.

Mi padre acaricia mi mejilla, me muestra una sonrisa ladeada, toca el capo del auto dándole unas palmadas.

- Espero que tengan un buen viaje, pero sobre todo suerte.

Se aleja del auto y camina hacia el interior de la casa para proseguir con el festejo, Artemis hace rugir su deportivo, nos perdemos por las calles de Florencia, las luces de la calle y la nieve es todo lo que nos acompaña.

Sed de PecarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora