Especial de San Valentín

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✨ El gif fue hecho por  -Starlana

🎶 XOVE 🎶

A pesar de que todos los indicios indicaban que íbamos a terminar mal, cada vez que volvíamos a empezar se sentía mucho mejor.

Salimos del ascensor para introducirnos en el pasillo vacío. Estudié el lugar con la mirada para encontrar mi habitación de hotel sin dejar de sostener su mano. No podía dejarla ir, no sin conocerla un poco más.

―Así que, ¿en serio te hospedas aquí o solo me vas a tener dando vueltas por ahí?

En cuanto logré mi objetivo, volteé para ir caminando de espalda y jalar de ella con el objetivo de acercarla a mí. Su contacto, su perfume, una mezcla de lavanda y ella, y muchos otros factores hicieron que me pegara a su cuerpo como un imán.

―¿Por qué? ¿Te estoy aburriendo?

Se tambaleó y soltó una risita que acabó con su boca liberando un jadeo cuando llevé mi palma libre hacia su rostro.

―Yo no dije eso.

―¿Esto es aburrido para ti? ―repliqué, corriendo su cabello castaño para recorrer la longitud de su cuello, sentir su pulso acelerado, aspirar el aroma de su piel caliente, y comenzar a depositar besos sobre la misma―. ¿Preferirías hacer otra cosa? ¿O que te haga otra cosa? Todo lo que tienes que hacer es pedir.

Por más que había algo feroz en mí que me pedía que volara al cuarto, fui despacio, no gentil, solo despacio. Quería tomarme mi tiempo y darle el suyo a ella.

Su espalda se arqueó, lo que alteró mis peores instintos, y rodeé su cintura con mi brazo libre. Succioné y le di un pequeño mordisco en aquel punto que noté que la afectaba más para igualar las cosas justo cuando sentí sus uñas clavarse en mi hombro tras apretarlo.

Todavía no podía creer que eso estaba sucediendo, por ende, cada movimiento lo hacía más real y me elevaba como si fuera una droga potente que te volvía adicto con una probada. La probé. Una y otra vez. Una y otra vez.

―¿Cómo qué? ―desafió en un susurro intenso en vez de suplicar―. ¿Qué serías capaz de hacer?

Abandoné su cuello para ir besando su garganta, su mandíbula, y luego detenerme para estudiar sus labios suaves e hinchados, sus mejillas ligeramente rosadas por el calor, y sus ojos tímidos que no se atrevían a mirar los míos y se desviaban para contemplar el resto de mi rostro.

―Ya lo sentirás.

Sus dedos jugaron con el borde de mi camiseta y los límites de mi cordura.

Cada vez que subía y bajaba el pecho para respirar, me entraba el impulso de arrancarle la ropa para acabar con todo. Ya no escuchaba nada más que su voz y el sonido de nuestras respiraciones a coro. La fama, el dinero, y los problemas. El conjunto se disolvió. Solo quedó la chica frente a mí. Era imposible dejar de mirarla.

―Enséñame ―pidió ella y se elevó con las puntas de los pies para besarme y me perdí en el instante en que sus labios rozaron los míos―. Enséñame. ―Colocó una de sus manos en mi nuca y la otra a la altura de mi corazón para aferrarse a mí―. Enséñame todo. Ahora.

Sonreí sin saber cómo decirle que acababa de despertar a un monstruo. Casi me sentía culpable por todas las cosas sucias y perversas que planeaba hacerle.

―¿Estás segura de que puedes con ello?

Pese a que no estábamos haciendo nada mal, sentía que estaba un paso más cerca del infierno con cada movimiento que hacía, por ende, cometería todos los pecados posibles antes de cumplir con mi sentencia.

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