Fragment 2. El precio de la curiosidad.

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Lo que buscas, tarde o temprano lo encontraras; no importa si es para bien o para mal. Cada paso que des podría definirlo, por eso debes ser cuidadoso con cada accionar o podrías lamentarlo cuando este se manifiesta y no sea lo que esperabas.

- (Gota de sudor) S-Seguramente me afecto la caída y estoy viendo cosas. Si, eso debe ser.

- ¿Por qué todos los humanos de esta época son así, escépticos?

-Por la sencilla razón de que se les hace imposible comprender que no son únicos y especiales en este planeta, Xochipilli.

-Es un buen punto, Tláloc.

-Como sea (Apunta una lanza a Yukio) Lo matare en este momento, al fin de cuentas sus iguales ya lo dieron por muerto.

-Eh...

-No te muevas, humano. No quiero que mi lanza se manche con tu asquerosa sangre.

-P-Parece que esto es real.

-El que te hayas dado cuenta no te librará del castigo.

- (Nervioso) A-Antes que nada. Me gustaría saber que falta he cometido... ¿Señor Tláloc?

- (Leve risa) Es la primera vez en milenios que un humano te habla de esa manera, Tláloc.

-Cállate, Xochipilli.

- (No creo haber dicho algo gracioso).

-Tranquilízate un poco. Debemos escuchar sus argumentos antes de sentenciarlo.

-No servirá de nada. Todos los humanos justifican su accionar con un poco de lágrimas y palabras bonitas para minimizar su condena.

-...

-Este chico entro a un lugar sagrado, su castigo no tiene por qué ser otro más que la muerte.

-Comprendo que estas molesto, yo también lo estoy.

-Entonces...

-Pero (Sujeta la lanza) Creo que no perdemos nada el escuchar lo que tiene por decir. Por el contrario, podría resultar interesante.

-Lo reitero. Eres demasiado benevolente, Xochipilli.

-De no serlo, acabarías con la mitad de la humanidad solo por placer.

-Créeme que le haría un favor a este planeta, en todos los aspectos.

- (Mira hacia los lados) D-Disculpen.

- ¿Qué quieres, humano?

-Saber dónde está la salida. El chico que venía conmigo debe estar preocupado y...

- (Suspira) Parece que no estas consciente del lío en el que estas, insulso humano.

- ¿Perdón? Desde que se manifestaron ante mí, no han querido explicarme quienes son y porque están tan molestos conmigo.

-En primera, se más respetuoso al dirigirte a nosotros. Y en segunda, agradece debidamente a Xochipilli; de no ser por ella, en estos momentos tu cara estaría irreconocible.

- (Reverencia) Gracias por salvar mi vida, señorita Xochipilli.

-No fue nada. Antes que nada, permítenos presentarnos como corresponde.

-...

-Él es Tláloc, el dios de la lluvia y yo Xochipilli, la diosa del amor.

-Es una broma, ¿verdad?

-No, no lo es, Yukio Miyake.

- ¿Cómo saben mi nombre?

-Xochipilli ya te lo dijo, somos dioses.

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- (Si, aja. Y yo soy el dios de la sabiduría) ...

-Pues, aunque lo dudes, humano.

-Ah... Leyó mi mente.

-Dinos, ¿Por qué entraste a un lugar sagrado como este?

-No fue planeado, créanme. Unos compañeros de mi clase me forzaron a entrar y luego, me aventaron aquí.

-Eso no es razón justificable, humano.

-Les estoy diciendo la verdad. Yo solo estaba caminando por los alrededores con mi amigo y al llegar a la entrada de la cueva, esos idiotas nos interceptaron y...

-Aun así, cometiste un grave error al entrar aquí.

-Y-Yo... Lo siento.

-Una simple disculpa no ayudará.

- ¿Sabes lo que tu falta ha provocado, humano?

-Ehm, no.

-Por milenios este lugar ha sido catalogado como un recinto sagrado que sostiene la pirámide del sol, así como sus secretos y tesoros más valiosos. Hasta hoy día, ningún humano se había atrevido a entrar.

-...

-Gracias a tu imprudencia, el mundo pagara las consecuencias.

- ¿A qué se refiere, señorita Xochipilli?

-Que, por tu causa, el amuleto que mantenía el balance y la paz de este mundo con el espiritual se ha roto.

- (Gota de sudor) ¿Q-Qué?

-Ahora será cuestión de tiempo para que el mundo espiritual corrompa tu mundo, hasta destruirlo por completo.

-E-Eso... Eso no puede ser, el mundo no puede acabarse por algo como eso.

-Por tu bien y el de este planeta, más vale que lo vayas creyendo.

- ¿C-Cuanto tiempo para?

-Tres años, cinco como mucho.

-Ay no...

-Xochipilli, se me está ocurriendo algo.

-Te escucho, Tláloc.

-Como no me dejaras degollar a este humano, entonces sería buena idea hacer que este recolecte y una las piezas del amuleto.

-Pero estas se esparcieron por todo el globo terráqueo, y eso es solo un decir.

-...

-No me sorprendería que algunas se encuentren en la luna o en algún planeta cercano.

-Es un castigo justo, ¿no crees?

-Tláloc...

-Solo de esa manera este humano aprenderá el significado de recinto sagrado, y puede que algo más.

-Jamás pensé que algún día estaría de acuerdo contigo. Joven Yukio Miyake, como castigo hacia su imprudencia deberá recolectar las piezas que conforman el amuleto.

- ¡¿Ah?!

-Es eso o ver como la tierra termina destruida por su causa.

-Pero ya les dije que no fue intencional, y-yo...

-Las circunstancias no son validas ante el resultado. Deberá pagar por su osadía, por su falta de valentía.

-Y-Yo...

-Tranquilo, le daremos algo que le ayudara a dar con cada pieza.

- ¿Pero qué clase de amuleto era o es?

-Un cristal en forma de estrella, tan brillante como el sol, pero con un lado oscuro como la luna.

- (Gota de sudor) Algo me dice que tomara mucho tiempo recolectar y unir cada pieza.

-El mismo tiempo que le tomara a este planeta colapsar y a nosotros recuperar la energía que perdimos al romperse el amuleto.

- (Chasquea la lengua) Ah, genial.

- (Acaricia su melena) No lo vea como un castigo, Yukio Miyake. Sino como la oportunidad de encontrar su lugar en este mundo y darle valor a lo que lo rodea.

- (Su mano es cálida) Señorita Xochipilli.

-Recuerde, esto no es como las películas de aventuras que suelen ver ustedes para entretenerse. Su vida estará sometida a grandes peligros, peligros que usted solo deberá afrontar. 

-Señor Tláloc.

- (Toca su frente) Es hora de que vayas con los tuyos. Y suerte, la necesitarás.

- (Asiente) S-Si.

- ¿No crees que es una misión muy complicada para un humano tan joven, Tláloc?

-Es mejor que la muerte, Xochipilli.

-Y lo es, pero...

-(Cruza los brazos) Los humanos forjan su carácter a través de las experiencias, ya sean buenas o malas. Si a la primera dificultada huye, significa que no era digno de la vida que sus progenitores le dieron.

-Tienes razón.

-Tranquila, el objeto que le ayudara a dar con cada pieza posee algo de nuestras habilidades.

- (Leve sonrisa) Y dices que no te preocupas por los humanos.

-Ah, ya cállate.

- ¡Rápido! ¡Es por aquí!

- ¡Yukio!

- (Tose) ¿Sí? Tomeo... Momo...

- (Lo abraza) Que alivio, amigo.

-Tomeo.

-(Llorando) Por un momento pensé que tal vez tú...

-Tomeo... Gracias por preocuparte por mí.

- ¿Estas bien?

-Si, Momo. Por fortuna pude aferrarme a unas piedras antes de chocar con la tierra.

-Tienes algunos rasguños en la cara. Ven, vamos a curarte.

-Si, profesora Lia.

-Señorita Lia, aquí están los responsables.

-Gracias por su ayuda. (Mueca de enojo) Ya verán el castigo que les espera en Japón.

- (Al unisonó) Si, profesora.

-Yukio, ¿y esa pulsera?

- (Baja la mirada) Ah, esto...

-Hace un momento no la tenías.

-Esas piedras azules la hacen ver muy antigua.

- (Debe ser el objeto que menciono la señorita Xochipilli) Me la encontré en la cueva.

-...

- (Voltea) Definitivamente fue un error haber venido a este viaje escolar y encontrarme con personas como Tetsuya, quien no tiene respeto por la historia de un país como México.

-...

- (Suspira) Ahora por su causa, debo evitar que la tierra sea destruida... como si fuese un héroe, pero sin capa ni superpoderes.

- ¡Yukio, date prisa!

- ¡Si!

Un objetivo se ha esclarecido en su indeciso camino: Salvar aquello que considera poco o muy valioso en su vacía existencia.  

*Continuará*

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