Capítulo XIV

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- Esto es para ti, mami – comentó Gala cuando llegaron a casa – Lo hicimos Juli y yo para ti porque estábamos seguras de que ibas a ganar – le entregó una foto de ella sonriendo junto a Utopía colocada en un marco hecho con mondadientes y cuidadosamente decorado con brillitos de diversos colores.

- Es precioso, el mejor regalo que he recibido, muchas gracias – respondió sonriente y repartió un beso a cada una – Podría acostumbrarme a recibir regalos de mis chicas favoritas en el universo.

- Estamos aquí para consentirte, ¿cierto amorcito? – preguntó Juliana y la pequeña asintió con seguridad.

- ¡Cierto! Y para cuidarte – agregó haciendo que la ojiazul sintiera que vivía un sueño, uno muy hermoso, en el que el amor le sonreía y todo parecía, finalmente, ponerse a su favor.

Después del almuerzo la pequeña subió a tomar su acostumbrada siesta de la tarde, pero ni siquiera podía mantener los ojos cerrados, su cuerpo hormigueaba de felicidad y su corazón de emoción. Le había pedido tantas veces a Dios por una madre para ella que pudiera ser compañera para su mamá que ahora que la tenía le parecía una fantasía. Se puso de rodillas frente a su cama, colocando sus manitas juntas para orar.

- Señor Dios, por favor que no sea un sueño y que de verdad mi mami y Juli sean novias. Te lo suplico, voy a cumplir mi promesa y no comeré chuches por una semana, pero ayúdame porfis porque yo necesito una familia y sé que con Juli podemos construir una muy linda. Por favor – suplicaba con miedo ante la posibilidad de dormir y despertar de aquellos lindos momentos.

Por otro lado, Valentina estaba feliz por su regreso a las competencias y eso se evidenciaba en su alegría al recibir la copa y ver su nombre y el de Utopía nuevamente ocupando la primera plana de la sección de deportes de los diarios digitales y escritos, su pecho se llenaba de orgullo, igual que el de su pequeña y su novia, y no pudo evitar recordar a su madre como siempre hacía en sus grandes momentos. Ella había sido su inspiración, su guía y mentora en sus inicios y aun después de su partida se convirtió en su motor para continuar.

- Deberías planteártelo – escuchó la voz de su novia que la sacaba de sus recuerdos, Juliana se había quedado parada en el umbral de la puerta observándola perdida en sus pensamientos y de inmediato supo de qué se trataba.

- ¿A qué te refieres? – preguntó con curiosidad.

- Tu regreso definitivo a la equitación, naciste para eso y estás en perfecta forma física para volver a los primeros lugares de los podios nacionales e internacionales – comentó y la ojiazul sonrió.

- ¿Eso crees? – la morena asintió y ella la invitó a sentarse en su regazo - ¿Sabes por qué me retiré?

- ¿Por lo ocurrido con Dalia? – negó.

- Mucha gente piensa eso, pero no fue por ella exactamente sino por Gala. Con la perdida de Dalia sabía que mi hija necesitaría más atención y cuidados, viajar de un punto a otro constantemente o que su única madre entrenara 8 horas por día no sería sano ni le generaría la estabilidad que le haría falta para crecer y desarrollarse – explicó – Así que la mejor opción era dedicarme a ella en un lugar tranquilo como este, alejada de los recuerdos y en un ambiente lleno de paz y tranquilidad.

- Pero ya no están solas, amor, y sé que es pronto, en lo nuestro quiero decir, pero nos amamos y haremos que funcione si es que así lo decides – sonrió – Yo quiero cuidar de ambas, acompañarte en tus cosas y ver siempre ese brillo especial en tus ojos y esa sonrisa tan distinta a las demás, como hoy durante la competencia – tomó su rostro entre sus manos y la miró fijamente haciendo que se sonrojara levemente – Te amo.

Luna EncantadaWhere stories live. Discover now