Julián • Lunes 3 de Abril de 2023

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Me desperté con mi alarma e, igual que todos los días, Enzo seguía durmiendo como un osito. Parecía que sabía que no era su llamada para levantarse, sino la mía.

Así que, aunque me costó más de lo normal después de todo lo que había pasado la noche anterior, tuve que levantarme. No sin antes estirarlo lo más que pude. Me quedé un ratito ahí, calentito con ese abrazo que me daba siempre dormido. Después, aunque él no se diera cuenta, le di un beso para saludarlo.

Si hubiese sido por mí, me hubiera quedado toda la mañana viéndolo, haciéndole mimos, así como me había pasado parte de la noche por no poder dormir. Pero no podía faltar al entrenamiento.

Después de bañarme, pasé por la cocina para dejarle a Fernet el platito lleno de agua. También guardé la cena que había hecho, esperando a que Enzo en algún momento se levantara a comer, sin éxito.

Cuando volví a la habitación la noche anterior, dormía hecho una bolita. No sabía hacía cuánto, pero estaba seguro de que había estado llorando porque la almohada seguía húmeda. Y me destrozaba. Me destrozaba no haberme dado cuenta de lo mal que estaba. De preocuparme por puras pelotudeces en vez de por lo verdaderamente importante, que era él.

Encima tenía razón, ni siquiera me había dado cuenta de que los padres no habían ido a la fiesta. Simplemente pensé que estaban por ahí, solo que no me habían saludado. ¿Qué me estaba pasando últimamente? Mis propios problemas se estaban metiendo demasiado en nuestra relación y empezaban a ser protagonistas. Y eso nos estaba arruinando. Mientras tanto Enzo, con un millón más de problemas que los míos, problemas más importantes y que sí merecían más atención, estaba teniendo que guardarse todo porque yo no lo dejaba en paz.

Y él, con razón, ya estaba cansado. Y ahora se le sumaban demasiadas cosas que tenía en la cabeza como para encima tener que soportarme. Era momento de que yo lo cuidara, como Enzo hacía siempre conmigo. Lo mínimo que se merecía era eso.

Antes de irme le dejé un cartelito en el espejo del baño, porque sabía que era el primer lugar al que iba a ir cuando se despertara.

"Buen día mi amor
A la tarde hablamos
TE AMO ♡"

Lo último se lo escribí con mayúsculas, más grande y con un corazoncito al lado, como para que no quedaran dudas.

Y apenas me subí al auto puse el manoslibres para llamar a Alexis.

—¿Hola?

—Hoy jugabas en Manchester, ¿no?

—Hola se dice primero —se rió.— Sí sí, estamos yendo para allá. ¿Por?

—¿Puedo verte después?

—Mm sí, dale. ¿Pasó algo?

—En realidad sí. Después decime a qué hora y en dónde.

—Bueno... ¿pero no me vas a adelantar nada?

—No, quedate con la intriga así te apurás. Después hablamos que ahora estoy manejando. Suerte en el partido.

Le corté sin esperar a que me respondiera. No sabía si era la mejor decisión del mundo, pero necesitaba ver a Alexis porque era de los pocos que sabían prácticamente todo sobre nosotros. Quería contarle lo que estaba pasando, a ver si él podía ayudarme.

***

Como a las cuatro de la tarde, fui a la cafetería en la que me había dicho Alexis que iba a estar.

Cuando me vio acercarme se levantó de la silla para saludarme con un abrazo.

—Buenas, tanto tiempo —me dijo sonriendo, sabiendo que era mentira.

Desde tu primera sonrisa - Julián y EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora