22. Salvando a Elena Gilbert, de nuevo.

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Lydia Salvatore

- Tienes que estar bromeando – le dije a Klaus mientras dejábamos mi equipaje en mi casa para dirigirnos a la de Elena, que era en donde se encontraban mis hermanos.

- Tenemos que llegar a ella antes de que las alucinaciones comiencen, si es que no han iniciado – me dijo mientras sacaba su teléfono del bolsillo de sus jeans.

Básicamente, mientras Klaus y yo estábamos en Italia y yo me divertía en la excavación, Connor había escapado y Stefan y Klaus habían tratado de manejar la situación, de eso tenía conocimiento, de lo que no tenía conocimiento era de que de alguna manera el mayor de mis hermanos y Elena se habían atravesado en el camino y Elena había acabado matando al cazador, lo que conllevaba a una maldición, la cual ahora teníamos que buscar retener.

- ¿Qué tal si encuentro una manera de hacer un nuevo dopelgganger Petrova y nos desaseemos de ella? Es tan molesta – dije con voz lastimera, Klaus me sonrió divertido terminando de enviar un mensaje de texto y volviendo a guardar su teléfono en sus jeans.

- Por más tentadora que suene la idea, estoy seguro que te tomará bastante tiempo hacer eso y ella aún sería necesaria, así que – alzó sus brazos y los dejó caer con derrota – estamos atrapados con ella, ¿estás lista?

Asentí con mi cabeza y me acerqué a él para tomar su mano y salir de mi habitación, habíamos parado no solo para dejar mis maletas, sino para que yo pudiera tomar un baño y ponerme ropa fresca, un vestido rojo con el típico estampado icónico de Chanel con una blusa de seda blanca por debajo de este y botines negros, Klaus siempre bromeaba sobre lo parisina que me veía, yo lo tomaba como un halago, amaba ese estilo desde el segundo que pisé Paris hace meses.

Klaus llamó a Stefan mientras nos bajamos de su auto para dirigirnos a la casa Gilbert.

- No puedo imaginar por qué, ya que arruinaste mi plan de un futuro con híbridos – me extendió la mano para que caminara a su lado, la cual acepté al tiempo lanzaba una mirada de advertencia, escuchó la respuesta de mi hermano mirándome divertido antes de volver a contestarle – bueno el hubiera no existe Stefan, acentuemos lo positivo, ¿quieres? El cazador era uno de los cinco, encontraremos otro, puede tardar siglos, pero tenemos tiempo, ¿no? – lo miré con las cejas alzadas, yo en realidad no tenía siglos teniendo en cuenta que era bastante humana, se encogió de hombros restándole importancia mientras escuchaba la respuesta de mi hermano, algo que dijo Stefan lo hizo sonreír divertido – no tú, si es lo que te preocupa, pero me preocupa tu amada, ¿ya comenzó a alucinar? – la breve respuesta de Stefan no se hizo esperar mientras nos acercábamos al frente de la casa de Elena – Qué conveniente, nosotros también.

Tocó la puerta y esperamos a que mi hermano de en medio saliera, Stefan cerró la puerta detrás de él y se acercó a mi con una sonrisa para besar mi mejilla y abrazarme para saludarme.

- ¿Qué tal Italia?, ¿cambió mucho desde tu última visita? – preguntó divertido con sus manos en mis mejillas y acariciando mi rostro con ternura.

- Definitivamente, pero amé cada segundo.

- Yo me encargué de eso – interrumpió Klaus con una sonrisa mordaz, Stefan dejó caer sus manos de mi rostro con una mirada de disgusto y yo rodeé los ojos divertida – esto sería más civilizado si me invitaran a entrar.

- Hablar afuera debe ser suficiente para ti, ¿Qué sabes? – los seguí mientras ambos salían del porche de los Gilbert.

- Maté a los cinco cazavampiros originales, ¿recuerdas? Si matas a un cazador hay una consecuencia.

- ¿Qué consecuencia? – pregunto mi hermano confundido.

- Es un hechizo muy poderoso el que hicieron con los cinco Tefi, Klaus me consiguió algunos registros cuando estuvimos en Italia, lo que los vuelve tan fuertes y tan rápidos es magia tomada de la tierra y el fuego, los dos elementos más fuertes.

Cuentos Antiguos - Klaus MikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora