El tiempo se me agotaba, pronto moriría, esperaba al menos que las chicas si lograran salir, ya habíamos visualizado mil veces el escape, planeado la ruta, incluso habíamos pensado en una alternativa, sólo era cuestión de esperar a que Gene se confiara de mas, y entonces Silvana iniciaría con el plan.
No quiero morir aquí.
Quiero ver a mis padres.
Quiero ver a mi familia.
Quiero ver a mis amigos.
Quiero ver a Will.
Will, Will, Will, Will...
Mi puerta se abrió de golpe, –y el rostro de Will permanecía delante de mí, parecía que no se esfumaría, aunque no quisiera, él se adueñó de mi corazón–, creí que se trataría de Gene, tal vez venía a terminar de una vez con migo, pero no, era Silvana quien había irrumpido en mi celda, y pude escuchar el canto de los ángeles, ella era mi ángel, quien venía a salvarme. Esta era la ocasión. A efectuar el plan A, el B, y todos los que sean necesarios, acabaremos con el abecedario si es requerido.
–No hay mucho tiempo, debemos salir ya, las otras chicas ya están libres de las cadenas, es tu turno, y nos largaremos de aquí.
Silvana me ayudó a quitar las cadenas con las llaves que le robó a Gene, al parecer lo había golpeado y encerrado en su habitación, al fin teníamos nuestra oportunidad. Salimos a todo vapor de mi alcoba, nos reunimos con las demás chicas en el pasillo.
–Muy bien, entonces, Diana y Antonella busquen la camioneta, nosotras nos encargaremos de buscar las tumbas –explicó Silvana.
Comenzamos a bajar los peldaños temblando de arriba a abajo, esto era tan bueno que no parecía real, teníamos miedo de estar soñando de nuevo, y una vez más las escaleras crujieron con nuestra carrera, pero cuando íbamos por la mitad lo sentimos, el dolor por todo nuestro cuerpo, una sacudida violenta, que nos hizo estrellarnos por todos los escalones que quedaban hasta llegar a la planta de abajo.
Nuestras caderas, codos, rodillas, espalda y por poco nuestros cuellos, se golpearon con los filos de los escalones de madera. Ahora yacíamos en el suelo, como las muñecas que hemos sido desde que entramos en la cabaña.
– ¡Silvana! ¡Sácame de aquí, o les daré una descarga tras otra, hasta que mueran!
–Hazlo, lo esperaremos aquí abajo, nos enfrentaremos a él, le quitaremos el otro mando, ya no podemos esperar más –le dije en cuanto nos pusimos de pie, yo me levanté con más torpeza debido a mi debilidad por el veneno que circulaba en mi sistema, y era la única a la que le faltaba el aire.
Silvana apretó un botón del pequeño rectángulo negro que tenía entre las manos, segundos después escuchamos los pasos de Gene, bajaba rápido y con furia. Lo esperamos al pie de la escalera, nos fulminó con la mirada a todas.
–Entrégame ese control, y les prometo no hacerles más daño –Gene estiró su mano hacia Silvana–, vamos, sé racional, les daré una buena vida ya lo sabes.
Silvana alargó su mano hacia él, vi como su brazo se elevaba en cámara lenta, tal vez así lo estaba haciendo, Gene estiró sus dedos los posó en el recuadro, en su otra mano sostenía el control que nos lastimaba cada que lo desobedecíamos. Antonella saltò sobre él al instante, ambos controles cayeron al suelo.
– ¡Corran! –Les ordené.
Silvana y Layla salieron por la puerta trasera, Sil había quitado los seguros de todas las puertas en el momento que se agachó a recuperar el mando general. Antonella continuaba forcejando con Gene, y yo tomé el segundo control, Diana se había congelado, no se movía, y de pronto salió corriendo de ahí.
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La casa de las muñecas
Mystery / Thriller5 chicas se van de campamento un fin de semana, al dar un paseo para tomarse fotos, descubren una cabaña abandonada, deciden entrar a explorarla, y al instante se dan cuenta de su error, la cabaña se vuelve una casa de terror, y posterior a ello se...