29. 𝑬𝒔 𝑪𝒂𝒔𝒔𝒊𝒆

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𝑹𝒖𝒃𝒚

Billy apaga la luz quedando únicamente con la iluminación de las velas y de la luna, nos acostamos en una pequeña colchoneta que está cerca del ventanal con la intención de ver las estrellas.

Mi cabeza está en su pecho, puedo escuchar los latidos de su corazón, con mi dedo índice formo trazos en su abdomen por encima de su camisa, Billy hace lo mismo pero en mi espalda.

—¿Te gusta? —

—Si, me gusta —siento su corazón acelerarse.

—Te quiero Ruby —

—Yo también te quiero Billy —levanto un poco mi cabeza haciendo que nuestras miradas se encuentren, poco a poco me acerco a su rostro, la misma mano que minutos antes acariciaba mi espalda ahora se posa en mi nuca y suavemente me encamina hacía sus labios.

El beso es tierno pero al pasar los segundos la intensidad va aumentando hasta llegar a uno sublime y fogoso, su lengua comienza a explorar hasta el más pequeño rincón de mi boca, es tanta la satisfacción que un gemido ahogado escapa de mí, dejo de besarlo al sentir mis mejillas arder por la vergüenza, nunca había hecho esto.

—No debes avergonzarte, eso significa que te gusta lo que estás sintiendo —tiene en la mira nuevamente mis labios y en cuestión de segundos estamos nuevamente besándonos pero esta vez yo también asalto su boca con mi lengua, Billy la atrapa entre sus dientes y la muerde con delicadeza.

Intercambiamos lugares, ahora él está sobre mí y mientras me besa acaricia mi mejilla, eso siempre me ha vuelto loca, va dejando un camino de besos húmedos desde mi boca hasta mi clavícula izquierda, remarca ese camino un par de veces para después crear otro sendero, que va desde mi barbilla hasta mi pecho.

Siento unas enormes ganas de tocar su piel así que meto mis manos debajo de la camisa negra que cubre ese abdomen marcado.

—Eres tan perfecta —susurra cerca de mi oído, un escalofrío se hace presente, mi pierna derecha comienza a marcar distancia con la otra y Billy lentamente se va metiendo dentro de estas.

Después de pensarlo varias veces me animo a desabrochar los botones de su camisa, lo hago lento, uno por uno, no llevo prisa, si pudiera congelar este momento lo haría sin duda.

Termino de abrir el último botón y frente a mis ojos están sus tonificados pectorales, mis manos recorren cada centímetro de su linda piel, Billy se agacha y con ayuda de sus dientes sube mi blusa hasta mis costillas, ahora sus labios son reemplazados por su lengua, está lamiendo cada poro de mi piel, en las curvas de mi cintura el trazo es más marcado y nuevamente un gemido se me escapa.

Mis manos empujan su torso hacía atrás, me siento y me deshago de mi blusa dejando expuesto mi sujetador negro, él sólo contempla, lentamente vuelvo a acostarme, mi sujetador tiene el broche enfrente, tomo la iniciativa de deshacerme de el y en cuánto lo hago mis pechos rebotan siendo liberados, Billy se acerca a uno de mis pezones, con su lengua hace círculos alrededor de este mientras que con su otra mano acaricia una de mis piernas.

Inclino ligeramente la cabeza hacía atrás, mi espalda se curva un poco a consecuencia del placer que siento, al mover mi pierna siento un bulto, supongo es su miembro reprimido, desabrocho mi pantalón para deshacerme de el, me ayuda jalando de la pretina hasta sacarlo por completo quedando sólo en bragas.

Se acomoda perfectamente entre mis piernas, sin la tela de mi pantalón pude sentir con más intensidad su pene, que a estas alturas ya se encuentra completamente duro, tomo con ambas manos su cinturón con la intención de conocer por completo su cuerpo, pero en ese momento tocan la puerta.

𝑴𝒊𝒍 𝑽𝒊𝒅𝒂𝒔 𝑴𝒂𝒔 - 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora