El día que ocurrió la tragedia

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El Potterverso es de Rowling


El trece de junio de 1943 amaneció de una manera que avecinaba la tragedia que sucedería ese día: con fuertes lluvias.

Eileen se levantó feliz. Le encantaban los días de lluvia. Eran los días perfectos para estar en casa leyendo un buen libro, jugando a los Gobstones o haciendo pociones. Irma opinaba lo mismo.

Ese día tenían Cuidado de Criaturas Mágicas a primera hora, así que decidieron comer con Hagrid en la mesa de Gryffindor. Pese a no tener esa materia, Irma se les unió, y Alphard también, aunque estuviera un curso por encima; los cinco habían hecho buenas migas.

― El capitán del equipo de Gobstones se gradúa este año, así que el curso que viene habrá que elegir uno nuevo. ― comentó Irma mientras se llevaba un trozo de pan a la boca.

― ¿Os imagináis que eligen a una de nosotras? ― exclamó Poppy ilusionada.

Eileen iba a responder cuando una voz la dejó con la palabra en la boca.

― Black, Prince, ¿qué hacéis comiendo en la mesa de los leones? ― siseó Abraxas Malfoy.

Los aludidos se giraron para ver a Malfoy. Vieron a Tom Riddle dirigirse a la mesa de las serpientes con Lestrange, Avery y Mulciber.

― Malfoy ― le sonrió Black con sorna.

― ¿Qué hacen unas serpientes comiendo en la mesa de los Gryffindor?

― La normativa de Hogwarts dice que los alumnos pueden comer en la mesa de otra casa si uno de los alumnos de esa mesa los invita. ― relató con voz monocorde Irma, se giró hacia Hagrid para aclarar que fue él quien los invitó; pero la mirada del rubio la hizo callar.

― ¡Sois una deshonra para las familias como la nuestra! ¡Os tacharán de los tapices de vuestras familias!

Un grito de la mesa de Ravenclaw interrumpió la perorata del rubio.

A Myrtle Warren le empezaron a salir enormes pústulas de la cara y se le volvió la piel de color verde.

Todo el Gran Comedor estalló en sonoras carcajadas.

― ¡Silencio! ¡Silencio! ― gritó el Profesor Armando Dippet poniendo orden en la sala, pero nadie le escuchó. Tuvo que convocar un sonorus para que los alumnos le oyeran y obedecieran.

La Jefa de la Casa de Ravenclaw llevó a su estudiante a la enfermería mientras los demás averiguaban quien era el culpable; aunque algunos se imaginaban que fue Hornby no tenían pruebas de ello.

―¡Espere, Profesora! ― Alphard alcanzó a las Ravenclaw. ― Cygnus está en la enfermería por un resfriado e iba a visitarlo antes de ir a clases. Las acompañaré con mucho gusto.

La Profesora le sonrió y siguieron su camino.

― Esto no acabará bien de ninguna de las maneras... ― susurró Hagrid mirando en dirección a Olive, quien hablaba con sus amigas.

Cuanta razón tenía.

....

Las clases habían terminado hacía rato y la lluvia también. Sin embargo, el barro no permitía a los estudiantes salir a pasear. Eileen sacó un momento la cabeza por la ventana para que sus fosas nasales absorbieran el olor a lluvia, una de sus favoritas.

― ¡Ni siquiera tu familia puede permitirse comprarte unas gafas decentes, Warren! ¡Te hace tener los ojos saltones, como un sapo! ¡Cuatro ojos! ― Eileen oyó de nuevo la voz de Hornby.

― ¡Déjame en paz, Hornby! ― Myrtle empujó a Olive y salió corriendo rumbo al lugar donde siempre se escondía cuando Olive se burlaba de ella: el baño de chicas del segundo piso.

― ¡Warren! ― Eileen corrió detrás de Myrtle, pero la nacida de muggles era mucho más rápida que la Slytherin, quien jamás había sido buena en los deportes.

― Señorita Prince, ¿no recuerda que está prohibido correr por los pasillos? ― el Profesor Dumbledore la miró con una mirada reprochable.

Eileen le comentó lo que ocurrió entre Myrtle y Olive. El mago asintió comprendiendo la situación.

― Alertaré a los demás profesores de que busquen a la señorita Warren. Y que la señorita Hornby sea reprendida por su comportamiento. Mientras, usted regrese a su Sala Común.

Eileen asintió y obedeció. Dumbledore siempre había sido un profesor comprensivo, le caía muy bien.

...

Albus dio la alerta a los demás profesores, quienes empezaron a buscar a Myrtle, con la ayuda de los prefectos y de Olive, quien había sido obligada a ayudar en su búsqueda y a disculparse con su compañera.

Después de varias horas, el grito desgarrador de Olive resonó por medio castillo. Profesores y prefectos acudieron hacia ella.

Vieron el cuerpo de Myrtle en el suelo con los ojos bien abiertos y una mirada de espanto y a su fantasma sentado en un retrete llorando.

― ¿Ya me habéis encontrado? ― sollozó. ― Habéis tardado mucho.

Olive tuvo un ataque de ansiedad y fue llevaba a la enfermería.

Lo único que sabía Myrtle de su muerte era que lo último que vio fueron unos ojos muy extraños.

― La Cámara de los Secretos ha sido abierta. Tenemos que encontrar al culpable de la muerte de la señorita Warren. ― susurró el Director Dippet al subdirector Dumbledore.

....

Tom Riddle advirtió al profesorado de que había visto al semigigante de Gryffindor con una criatura peligrosa intentando esconderla.

Los aurores investigaron el asunto lo mejor que pudieron y llegaron a la conclusión de que Rubeus Hagrid había abierto la Cámara de los Secretos y asesinó a Myrtle. Los miembros del consejo escolar acudieron a hablar sobre cuál sería el futuro de la escuela ahora que el culpable había sido detenido.

― ¡Hagrid no es el culpable! ¡Él no haría daño ni a una mosca! ― le gritó a Eileen a su padre con lágrimas en los ojos.

― ¿Quieres callarte? ― le siseó Derneq. ― Hay miembros de familias importantes presentes... No quiero que vuelvas a hablar de un asunto tan banal como la muerte de una sangre sucia y el arresto y expulsión de un semigigante. Y ahora, vuelve a tu Sala Común y prepara el baúl.

Eileen se tragó sus lágrimas y obedeció.

El curso había terminado. Los exámenes se celebrarían en septiembre, el primer día de clase. Ahora mismo, ni los profesores se sentían a disposición de corregirlos, ni los alumnos de hacerlos.


Finalmente, vemos la muerte de Myrtle y la expulsión de Hagrid.

Hasta la próxima

Eileen Prince: su historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora