El cine de Pomeral no se parecía al gran salón oscuro que Jade mantenía en sus recuerdos. El tiempo y la edad le habían dado la perspectiva de la que carecía a los seis años, cuando iba a aquel lugar a ver las películas animadas que ponían los sábados en la mañana y no se separaba de las piernas de su papá, porque no quería quedarse sola y a merced de la oscuridad. Alan solía decirle cosas horribles de ese lugar, como que si dejaba los pies colgando vendría un monstruo y se los jalaría para llevarla a su guarida y comérsela hasta que solo quedaran sus huesos. También las cosas se veían muy distintas para Gaspar. Esa era la primera vez que iba al cine con alguien que le gustara tanto.
—Voy a pagar mi entrada y no hay nada que puedas hacer para impedirlo, ¿de acuerdo? —preguntó la joven con ambas manos en la cintura mientras conversaban ocultos de las miradas de los demás dentro del cubículo del baño. Gaspar, que había estado sentado sobre el estanque cruzó los brazos y resopló— tienes que volverte invisible.
—Bien —refunfuñó él, lo que logró sacarle una sonrisa enternecida a Jade.
—Creo que no estás viendo todas las posibilidades que tiene ser un fantasma —le dijo— no muchas personas pueden entrar gratis al cine.
—Preferiría poder pagar mi entrada y la de mi acompañante —dijo mientras su cuerpo se desvanecía. Lo último en desaparecer fue su cabeza, su rostro y el color chocolate de sus ojos profundos. Cuando Jade no fue capaz de verlo, alzó una mano hacia donde había estado para comprobar que tampoco podía tocarlo. No necesitaba hacerlo de todos modos, sabía que estaba ahí.
Había suficiente gente en el cine como para que se formara fila en el baño, pero no la suficiente como para asemejarse, aunque sea en lo más mínimo, a uno de los cines a los que ella estaba acostumbrada. El haber pasado sus años en la academia de teatro rodeada de grandes pantallas, butacas y grandes cortinas que marcaban el inicio y el fin de las funciones le hacían apreciar un poco más todo a su alrededor: las butacas antiguas con tapiz deslavado, y el proyector que hacía un ruido extraño cada vez que el encargado echaba a andar una cinta, incluso las fichas de colores que vendían en la entrada y que después tuvo que enseñar para entrar en el gran salón. Había pasado a buscar las cabritas y la bebida que se llevaría dentro de la sala y aunque no podía escucharlo, estaba segura de que aquello había hecho que Gaspar se retorciera. El pobre ni siquiera había tenido la oportunidad de pagarle la comida.
—Ya relájate —le dijo cuando llegó a su asiento y se acomodó con las cabritas sobre las piernas y la bebida a un lado de la butaca— vamos a ver una película y disfrutar, ¿sí?
Gaspar fue apareciendo poco a poco en la butaca de al lado. Habían elegido los asientos de la última fila para que nadie pudiera verlos, eso, sumado a la semioscuridad, era el escenario perfecto para la cita de una pareja tan particular como lo eran ellos.
—¿No vas a decirle a nadie que te hice pagar por tu entrada y tu comida?
Ella sonrió. Si alguna vez le contaba a alguien que había tenido una cita con un fantasma, terminarían encerrándola en un hospital psiquiátrico. No iba a decirle esto a Gaspar, por supuesto, su espectral corazón ya estaba suficientemente roto como para que ella insinuara que la suya era una salida que tendría que quedarse en secreto. Sintió gran alivio cuando fue él mismo quien cambió de tema a uno completamente diferente.
—¿Actúas en películas como esta? —preguntó en voz baja cuando las luces de la sala comenzaron a apagarse poco a poco.
—Nunca he tenido un papel principal —respondió ella con una sonrisa— aunque me va muy bien en teatro.
A Jade le gustaba pensar que cierta parte de ella podía ver las cosas que Gaspar ocultaba tras su rostro, seguramente porque estaba segura de que también él podía ver los secretos que ella trataba inútilmente de esconder. No necesitaba ser nadie más que ella misma cuando estaba con Gaspar, pues no le importaba si su rostro salía en muchas películas, si tenía dinero o si sabía un montón de cosas. Podía verla por quién era, podía tocar su alma y Jade esperaba que también pudiera tomarle la mano mientras veían la película. La dejó reposando en el apoyabrazos que estaba de su lado solo por si acaso.
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El invitado de honor
Fantasy"La muerte le había dado una perspectiva distinta de las cosas. Luego de pasar un tiempo observando al resto de las personas, Gaspar había comprendido una cosa: las personas mienten mucho y lo hacen todo el tiempo. A veces mienten incluso cuando no...