Después de los sucesos de la aventura anterior, Elizabeth descubrió que tiene poderes y que ahora hay personas que quieren usarla como arma, sin embargo, ella solo quiere saber cómo controlarlos o saber cómo desasearse de ellos. Adham con su amor tr...
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Elizabeth
Iban camino al castillo de Elora Goldenlight en un carruaje que habían robado y lo habían mejorado para que pareciera de una familia noble. Dorian y Adham habían tardado tres días en arreglarlo y en pintarlo, mientras que Nerea había ido a buscar al confeccionador de vestidos de la vez pasada y había hecho lo mismo de la otra vez, seducirlo y conseguir buenos atuendos que parecieran de una familia poderosa.
El carruaje había sido pintado de color rojo escarlata, con ruedas de color dorado y Dorian iba como cochero con un traje muy ridículo, parecía traje de bufón en vez de cochero, era de color negro y rojo, con algunos detalles en dorado. Nerea había mandado hacer así ese traje como venganza de que Dorian la había usado como esposa falsa para poder entrar a Rata muerta. Matthew iba detrás del carruaje con un traje de color negro y sus rizos iban volando con el viento, se sujetaba muy fuerte para no caer.
Mientras que Nerea llevaba un traje de sirvienta, era de un color celeste y era algo escotado, obviamente no era nada sencillo, el traje no le quedaba nada mal. Adham llevaba un traje de la época victoriana de color negro, ya que es el único color que dejaba que le pusieran y llevaba una pequeña coleta atada. Y Elizabeth llevaba un lindo vestido estilo victoriano de color azul cielo, le quedaba muy bien.
El palacio se llegaba a ver desde la ventana del carruaje, Elizabeth jugaba con sus manos nerviosa y Adham tomó su mano.
—Tranquila, todo estará bien —decía con tranquilidad y mirándola a los ojos.
—Tengo miedo de que no me pueda ayudar —dijo en voz baja.
—Lizzy, aquí estaremos nosotros para ayudarte y apoyarte en todo —dijo Nerea desde el asiento de enfrente, le daba una sonrisa para calmarla.
Elizabeth tomó la mano de Nerea.
—Gracias por ayudarme con esto.
—Solo queremos verte feliz y sana.
El carruaje se detuvo, Matthew se acercó a la puerta y colocó un banquito, Adham bajó primero y luego ayudaba a bajar a Nerea. Elizabeth miraba el palacio maravillada, era de un hermoso color blanco marfil, con los marcos de puertas y ventanas de oro, el sol hacía que el palacio brillara. Era la segunda vez que se encontraba en ese lugar, pero la vez que estuvo ahí era de noche y solamente podía pensar en el plan de secuestro de Elora, así que no había prestado demasiada atención a la fachada del castillo.
Adham le tendía la mano.
—Una nueva aventura nos espera —dijo Elizabeth nerviosa.
—Y estaré a tu lado para superarlo juntos —decía con una sonrisa tierna para darle confianza.
Ella tomó su mano y ambos se dirigieron a las enormes escaleras que llevaban a las puertas de madera de roble pintado de blanco. Nerea iba detrás de ellos, mientras que Dorian y Matthew iban directo a los establos para dejar descansar a los caballos.
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Estaban frente a las puertas, Adham tomó una soga de color dorada con la figura de un sol y tiró de ella. El timbre del palacio sonó en todo el lugar, un sirviente abrió la puerta y los miró con curiosidad.
—Somos los duques Bonnevague —decía Adham con una cordial sonrisa—. Ella es mi esposa Cordelia y yo soy Vincent.
—La reina no los esperaba —dijo el sirviente mirando a Adham.
—Hace un mes mandamos una carta a la reina que vendríamos por un asunto de negocios.
—Creo que la reina no dijo nada, pero por favor pasen.
El sirviente se hizo a un lado dejándolos pasar, Elizabeth miraba todo con atención y se dio cuenta de que estaban en el mismo lugar donde fue el baile. Recordaba ese día como si fuera ayer, las mujeres llevaban hermosos vestidos, la música inundaba todo el lugar, el aire fresco entrando por los ventanales. Para ella era lindo recordar ese momento, ya que se sentía como en esas películas de época que solía ver con su familia en los sábados de cine.
Adham la tomó de la mano y eso la sacó de sus recuerdos.
—El sirviente nos llevará con Elora —le susurró Adham.
—La reina Goldenlight los verá en la sala de invitados —decía el sirviente mientras los llevaba a una habitación.
Lo siguieron hasta que el sirviente les abrió la puerta de la sala, entraron y Elizabeth se sentó en uno de los sillones, Nerea se sentó a su lado y Adham se quedó parado esperando a que apareciera Elora.
—La reina vendrá en unos momentos.
El sirviente haciendo una reverencia para luego salir de la sala.
—¿En qué momento podré quitarme este estúpido disfraz de sirvienta? —preguntó Nerea acomodándose el mandil del uniforme.
—¿Puedes bajar la voz? Que alguien que no sea Elora te puede escuchar —reprochó Adham con el ceño fruncido.
—No me importa si la reina me llega a escuchar...
Nerea seguía parloteando sobre que le gustaría quitarse ese uniforme y traer su habitual traje de pirata, pero Elizabeth no le prestaba atención a lo que ella decía, ya que seguía absorta en sus pensamientos.
De repente las puertas se abrieron y por ellas entró la reina Elora Goldenlight, llevaba un vestido amarillo con encaje rojo y con unos pendientes de rubíes. Adham, Elizabeth y Nerea al mismo tiempo hicieron una reverencia hacia ella.
—Por favor, no tanta formalidad... —se quedó callada cuando se fijó bien quienes eran las personas que se encontraban con ella en ese lugar, luego con un movimiento de mano hizo que todos sus sirvientes se fueran, menos un chico alto de piel oscura con lindos ojos marrones—. Por favor, tomen asiento.
Elora se acercó a una silla que estaba a un lado de una mesita de té, ahí se sentó enfrente de sus invitados, con una sonrisa y con una mirada curiosa, se dirigió a Elizabeth.
—¿Entonces no volviste a tu época Elizabeth? —preguntó muy curiosa.
—Ah, bueno... —Elizabeth miraba al sirviente que se encontraba a un lado de las puertas.
—No te preocupes por John, él tiene toda mi confianza —decía Elora para tranquilizarla, miraba al chico y este le sonrió a Elizabeth—, por eso mismo solo dejé que él se quedara, es la persona en quien más confió —seguía diciendo eso sin apartar la mirada del John—. Así que siéntete libre de contarme todo lo que me tengas que contar.
Elizabeth miró a John y este con una tierna sonrisa asintió y esto hizo que Elizabeth tuviera más confianza.
—Bueno, todo comenzó cuando regrese a mi época... —Elizabeth le contó a Elora sin saltarse nada, le contó desde la vez que regreso del siglo veintiuno, de que sus recuerdos los fue recuperado poco a poco, de los nuevos poderes que aparecieron y que no puede controlar, de la corriente eléctrica que cruza todo su cuerpo siempre que quiere atacar a alguien con sus poderes, de cómo se siente tan cansada siempre que deja de usar los poderes, le contó todo con lujo de detalle. Elora había ordenado que llevaran té y galletas, ella en ningún momento apartó la mirada de interlocutora y la escuchaba con mucha atención—. Así que cómo ya no pudo seguir controlando...