Capítulo Cuarenta y cuatro

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Louis sostuvo mejor a Tristán sobre sus brazos, con el pensamiento de que al final no fue buena idea haber aceptado acompañar a Harry. Y no solo se trató porque Harry desapareció y dejó solo a Louis, sino por cómo todo el mundo pegó la mirada en él apenas entró a la habitación.

—Chicas y chicos —Alison llamó en alto, Louis encogiéndose en su lugar de la pena—, él es Louis. Es el niñero de Tristán Styles, el hijo de Harry y Anya.

Los murmullos comenzaron. Varios se inclinaron sobre las orejas contrarias a hablar cosas que Louis desde su lugar no escuchó. Solo dos chicos se acercaron a él, sonrientes y con miradas sinceras.

—Hola —le dijo un beta de cabello rojo—. ¿Quieres sentarte y descansar? Lo puedes dejar en la cuna.

Louis miró hacia Alison en duda. Recibió un asentamiento por parte de ella y una risa que solo lo hizo abochornarse más.

—Pero... —susurró. Tosió para aclarar su garganta con tres pares de ojos fijos en lo que tenía que decir—. Pero no me pesa, en serio.

—Te va a doler la espalda —comentó el otro, un omega más pequeño que Louis que mostraba perforaciones en la nariz y labio. El cabello le brillaba en un morado intenso—. Cuando cargo a Oliver por media hora, las ganas de tirárselo a su madre me sobrepasan.

Louis frunció la frente, confundido.

—Louis es tímido —Alison anunció otra vez, como si lo conociera de toda la vida—. Es como Anya, solo que más expresivo, ¿verdad?

El omega castaño retrocedió un paso, sin que nadie a su alrededor se diera cuenta. Quiso volver a casa con intensidad, o por lo menos estar entre los brazos de Harry, sentirse protegido y no siendo comparado por ella. La única persona que había llegado a hacer una mínima comparación entre Tay y él, había sido Gemma cuando creía que estaban saliendo. Y ahora se besaban a cada momento que podían...

—No soy como ella —Louis dijo de repente, tan de sorpresa que Tristán se quejó en sus brazos en medio de un balbuceo. Lo meció con facilidad, sin que le diera pena con todos los ojos extraños sobre él—. Yo no...

—Oh no —Alison lo interrumpió. Se giró hacia él con una expresión de preocupación que Louis analizó con escepticismo—. No lo decía de mala forma, Louis. Lo siento mucho.

—Es verdad —saltó a decir el de cabello rojo—. Anya ni siquiera hablaba con nosotros.

—¡Peter! —chilló Alison.

Tristán despertó en un gran llanto.

Louis comenzó a remover con dificultad al bebé del canguro, ignorando la discusión que se formaba frente a él, donde Alison mencionaba que el comentario de Peter había sido totalmente inadecuado. Solo el de cabello morado se acercó a Louis para desatar los broches que Harry había conectado sin siquiera decirle cómo funcionaban. Louis le iba a reclamar cuando llegaran a casa por eso.

—Sh, sh. —Louis meció al bebé y miró hacia Alison, Peter y el chico de los aretes—. Harry dijo que podía no traer nada.

—¡Oh! ¿Quieres un biberón? —Louis le asintió—. No tenemos ninguno listo.

Louis abrió sus ojos en grande mientras continuaba meciendo a Tristán en brazos.

—Pero...

—¿Quieres que llame a Harry? —Alison saltó a decir con desespero, lo que solo hizo que Louis se estresara más—. ¡Voy a llamarlo!

Alison desapareció detrás de la puerta de la guardería. Como era de cristal, Louis la vio corriendo de un lado a otro hasta que subió las escaleras y se perdió de su vista. Peter, quien se había acomodado a su lado, lo envolvió por encima de su hombro. Louis hizo un trabajo estupendo en no apartarlo por la incomodidad.

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