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[ 𔘓 ]
Yoongi lo había mordido.
Hoseok lo vio alejarse, tambaleándose, hacia el bar, como si no ocurriera nada. ¿Nada? Tenía su sangre por toda la cara. Él se miró los pinchazos que tenía en el muslo izquierdo. Gracias a Dios, Yoongi había parado antes de succionar toda su sangre. De lo contrario, en aquel momento estaría inconsciente, esperando a que el vampiro lo transformara.
Oh, Dios... Hoseok se tapó la cara con ambas manos. ¿Qué esperaba? Si uno jugaba con fuego, se quemaba... Sorprendentemente, aquello no quemaba. Ni siquiera picaba. El dolor había sido muy breve. Era la impresión lo que le había causado terror. El shock de ver sus colmillos prolongados, de sentirlos atravesándole la piel. Y de verlos, después, goteando sangre. Su sangre. Por lo menos, no se había desmayado. Su instinto de supervivencia lo había impedido.
Yoongi había perdido el control. En otras circunstancias, a él le hubiera encantado la idea de que podía hacer perder la cabeza a un hombre durante las relaciones sexuales. ¿A quién no le gustaría tener tanto poder? Sin embargo, si Yoongi perdía la cabeza, el vampiro que llevaba dentro podía creer que él era su desayuno.
Oh, Dios, ¿cómo iba a funcionar una relación así? Por mucho que su corazón anhelara a Yoongi, la única manera de estar a salvo con el vampiro era mantener las distancias. Podía aceptar su protección, por el momento, pero no su pasión.
Y eso le hizo daño. Le dolió mucho más que los pinchazos que tenía en el muslo. ¿Por qué tenía que ser un vampiro? Sería perfecto para él, si no estuviera muerto. Miró al techo. «¿Por qué? Lo único que yo quería era una vida normal, ¡y Tú me das un vampiro! ¿Qué clase de justicia divina es esta?».
Su respuesta fue un golpetazo. Hoseok se giró y miró hacia atrás. Yoongi se había desmayado y estaba en el suelo, a pocos metros del bar.
—¿Yoongi?
Hoseok se levantó. El vampiro estaba inmóvil, boca abajo, sobre la alfombra.
—¿Yoongi? —dijo, de nuevo, y se acercó a el vampiro lentamente.
Yoongi jadeó y se puso boca arriba.
—Necesito... sangre.
Dios Santo, tenía un aspecto horrible. Debía de estar muerto de hambre. No podía haber tomado mucha sangre de él. Hoseok vio una botella en la encimera. Sangre. Una botella llena de sangre. Ay. No quería hacer aquello. Podría vestirse y decirle al guardia que estaba fuera que se encargara de todo. Miró a Yoongi; él tenía los ojos cerrados, y estaba mucho más pálido. No podía esperar. Hoseok era quien tenía que actuar, y rápidamente.
Se quedó inmóvil, con el corazón acelerado. Durante un segundo, se sintió como si estuviera de nuevo escondido detrás de una maceta en un restaurante, viendo morir a Hye Ji, sin hacer nada. Había dejado que su miedo le impidiera ayudarla. No podía hacer eso otra vez.
