21

54 14 1
                                    

Plan se escondió detrás del sillón en cuanto la sintió llegar a la casa, para después escuchar un portazo seguido del sonido inconfundible de esos altos tacones de aguja color rojo con su penetrante perfume barato, combinado con el olor a cigarrillos y alcohol y el aroma desagradable de sudor y sexo ajeno. No hacía falta mirarla para saber que llevaba esas ropas de prostituta con las que se mantenía.

¿Por qué no usaba sus poderes para hacer dinero? Fácil, su papá imagino que ella se había quedado sin poderes, a excepción de un pequeño truco. ¿Por qué no usaba Plan sus poderes? Porque a su papá le pareció interesante bloquear sus poderes con ella.

No podía defenderse de ella.

—¿Dónde estás, pequeña rata? —dijo con voz cantarina llena de veneno mientras Plan la escuchaba caminar a través de la casa buscándolo. —¿Dónde estás cabrón, hijo de puta? —volvió a preguntar esta vez sin fingir, mientras su tono de voz se iba engrosando hasta terminar como la de un varón. —Mal escondite, ratita.

Plan no pudo evitar dar un respingo cuando lo escuchó detrás de él. ¿Cuándo lo había encontrado? No tuvo la menor idea y tampoco tuvo mucho tiempo para pensarlo pues lo tomó del tobillo arrastrándolo por la descuidada sala sin mucho cuidado.

—¡No! Suelta, Nanon —gritó pataleando asustado. Había cambiado su apariencia nuevamente en una versión masculina, ella media naturalmente 1.60, un poco delgada pero de buen cuerpo, hermosa pero no tanto como su versión masculina ya que era un joven de 1.80 de cuerpo atlético bien formado que atraía mucho más la atención, cosa que la hacía rabiar.

—¿Cuándo vas a entender que tú eres mio, ratita? —murmuró cerca de su oído antes de morderle la oreja provocando que sangrara. Plan no gritó, sabía que sus gritos le excitaban.

—¿Por qué me haces esto? Yo no tengo la culpa —trató de razonar inútilmente, intentando zafarse de su agarre que solo se intensificó para después dejarlo caer, haciendo que perdiera el equilibrio, y después lo pateó en el rostro dejándolo inconsciente en el piso.

Plan despertó horas después donde mismo, no quiso moverse y tampoco lloró, había aprendido que no le servía de nada hacerlo. A Nanon le gustaba verlo llorar y si lo veía haciéndolo no tardaría en provocarle más dolor para que continuara llorando. Se quedó quieto, así le dolería menos. Sabía lo que había hecho nuevamente. Estaba acostado en el piso en posición fetal sintiendo punzadas en todo el cuerpo mientras su semen iba escapando de su recto.

 Estaba acostado en el piso en posición fetal sintiendo punzadas en todo el cuerpo mientras su semen iba escapando de su recto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Muerta —contestó tajante con el ceño fruncido.

—No trates de ocultarla. Ella tiene el mismo poder que tu y es imposible hacerlo —dijo el General Jiratchapong tratando de sacarle la verdad.

—Todo es posible de imaginarse —le devolvió la mirada provocando que se tensara por primera vez. El general lo miraba fijamente tratando de que no se notara su nerviosismo y su enfado.

EnlaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora