ROJAIJÚ || guaraní
Nunca tuvo una muestra de respeto por su estatus y eso le parecía extraño; a menudo se lo recalcaba a su mejor amiga e intentaba qué ella le diese sentido a aquello.
A ella no parecía importarle, puesto que en sus conversaci...
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── Ao'nung, ya hemos hablado de esto - silencia mis protestas con su palma, mi madre me muestra su palma abierta y guardo silencio -. Encontrar a tu Tsahík lo antes posible debe ser prioridad.
Bajo la cabeza mientras arrugaba mi entrecejo, mantenía mis manos cerradas sobre mis muslos al mismo tiempo que apegaba mis orejas a mi cráneo. Todas y cada una de las sujerencias de mi madre fueron negadas por mí, y eso no le había agradado.
Era consiente de sus cambios de humor, sus problemas con sus hormonas y la presencia de su temperamento natural, una suma qué no invitaba a casi ninguna conversación.
Me mantenía sentado sobre mis pantorrillas apoyadas en el suelo tejido, sintiendome diminuto ante la figura encorvada de mi madre, mantenía mis hombros bajos mientras ella los mantenía rectos. Buscaba las palabras para poder explicarle el por qué de mis rechazos.
Levanté mi vista cuando vinieron a mi mente, sin problema alguno abrí mi boca para empezar a hablar, pero en vez de expresar mis razones decidí dar un breve preámbulo para poder alivianar su estrés.
── En eso estoy claro - empecé, manteniendo mi voz habitual -. Pero, me gustaría elejir por mi mismo, en serio.
Levanté mi mano derecha para apuntar la zona de mi corazón con mis dedos, mostrando el único "deseo real" que tenía a esta edad. Miré como el rostro de mi madre cambiaba, hice mis esfuerzos para convencerme de que era por su estado y no totalmente por mis palabras.
── Crees que de eso se trata todo, ¿eh? - abrió sus brazos en un gesto de ironía, según yo, las colocó en sus caderas - No es una pareja común y corriente, debe ser apta para ser Tsahík— modulaba sus palabras perfectamente —. Interpretar la voluntad de Eywa, ser poderosa y sabía. Las Tsahík son el canal de comunicación que la Gran madre usa para llegar a la comunidad.
Cerré mi boca pensando en mis próximas palabras, observando de reojo como los cazadores primerizos junto a pescadores experimentados operaban las bayestas, volví mi vista a mi madre. Tenía un trato qué ella no podía rechazar, se que los adora con creces.
── Propongo un trato - sus orejas reaccionaron ante la palabra, me miró permitiéndome continuar -. Yo busco y presento a mi candidata, y si la sorprende puede ser Tsakarem, posteriormente Tsahík.
La nariz de mi madre se arrugó al igual que sus labios, se enderezó lentamente mientras me miraba como si le buscará una trampa a mi propuesta. Mis orejas reaccionaron tras captar ruidos en la entrada del Marui, miré rápidamente y logré distinguir a mis dos mejores amigos.
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Volteé de nuevo hacia mi madre con la esperanza de que aceptara, la observé girar hacia donde mis amigos y devolverse hacia mi, apoyé mi mano derecha en mi muslo listo para levantarme pronto, la mire asentir lento mientras bajaba sus orejas un poco.
Me levanté despacio para llevar mis hombros hacia atrás, la observé por última vez antes de avanzar unos cuantos pasos hacia el frente, deseoso de pasar la tarde con mis amigos; la mano de mi madre en mi bícep me detuvo, volteé hacia ella esperando cualquier cosa.
No me miró, ni siquiera de reojo. Su rostro apuntaba hacia el suelo en diagonal, tenía las orejas bajas, los labios y el ceño fruncidos, asumí otra cosa y me preocupé, lo miré espectante y listo para cualquier molestar suyo.
── Piensa con el corazón y la cabeza - me dijo sin voltear a mi, mi preocupación se disipó y mi rostro cambió a uno que no le agradaba, me jaló la oreja -. No pongas esa cara.
── Es la única que tengo - me excusé haciendo mis hombros saltar, restándole importancia al regaño -. ¿Puedo salir ya?
── Tienes una hora - bufé sin darme cuenta ante el límite de tiempo -. No te quejes, como heredero deberías estar agradecido de tener tanto tiempo.
Miré hacia la pared del Marui intentando mantener mi vista alejada de ella por un tiempo, era consiente de si la miraba no podría hablar con naturalidad y mi madre se daría cuenta, algo que solo le daría una razón para vetarme del tiempo.
Volví a mirarla sintiéndome confundido ante su razón, me acerqué un poco más hacia la salida, miré fugazmente y pude ver como Morang tiraba de Rotxo para retirarse, ella me miró un momento y le pedí con la mano que me esperara un poco más.
── ¿No se supone que soy como los demás? - le pregunté con la intención de dejar la respuesta al aire y volví a caminar hacia la salida, al conectar mirada con ellos sonreí un poco.
Me hacía feliz verla en el día, era una de mis personas favoritas y como a toda persona, creo, se me aliviana el pecho al verla.
Mis dos pies pisaron el suelo tejido de los caminos, pues este suele ser más suave que el piso del Marui, mis amigos se levantaron con una sonrisa y me saludaron con el gesto, choqué los puños con Rotxo mientras daba un paso hacia adelante mientras Morang me sonría.
A veces era la misma sonrisa que me daba Tsireya, pero con ella la sentía diferente. Le dí una sonrisa diminuta mientras seguíamos en nuestro plan de avanzar.
── A esta altura de la vida - mis orejas se doblaron al oír la voz de mi madre, mi amiga volteó su rostro y yo cubrí su costado con mi cuerpo dando un paso atrás, la insité a caminar - ya deberías tener claro que no eres como los demás.
Nos alejamos de mi Marui mientras Rotxo me hablaba sobre sus actividades previas a nuestro encuentro, noté cabellos bastante cortos en sus hombros, asumí que Morang se lo estuvo recortando.
Me giré un poco hacia ella para incluirla en la conversación, ella comenzó a complementar lo que decía mi amigo, estábamos conversando mientras la gente del pueblo la saludaba de vez en cuando. A pesar de que también les sonría entusiasmada, me sentía orgulloso del hecho de que me diera una sonrisa exclusiva.
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