Poco después del desayuno, me despedí de Natasha. Realmente pasar tiempo a su lado transformaba algo en mí, aún no descifraba qué, pero no tanto de mi agrado sentir... estas cosas.
— Necesito mi celular -tiré una almohada que reposaba en el sillón, buscando entre los cojines mi celular- ¡Lo necesito!
Pietro marcaba mi número una y otra vez, pero no fuimos capases de encontrarlo.
— Te dejó su número de teléfono en un papel, no se borrará, Wanda -Loki y sus bromas.
— No es por eso -mentí un poquillo- ¡Hoy es el último día para recibir el mail de admisión!
— ¡Tenemos que encontrar ese teléfono!
Pietro corrió por todo el lugar en menos de dos segundos. Se detuvo frente a mi con una sonrisa y mi celular en su mano.
— También tenías tu computador. Podrías haberlo visto de ahí.
— ¡Dime que no lo abriste! -me quejé arrebatándole el celular de la mano.
— Soy tu hermano, tengo derecho -se encogió de hombros sentándose a mi lado- ¿Y bien?
Busqué desesperadamente por todo el mail indicadores de un "En hora buena, has sido aceptada" o un "eres un fracaso, no te queremos aquí".
— ¡Dios mío! ¿Por qué son así? No es más fácil decirte si fuiste aceptado o no -mordía mi mejilla desde adentro desesperadamente, mis ojos saltaban de una línea a otra hasta que... - ¡FUI ACEPTADA!
Daba pequeños brinquitos de la emoción, Pietro y Loki no tardaron en juntarse. Era la primera vez en mucho tiempo que mis lágrimas eran de felicidad. Por fin iba a tener lo que soñaba, podría abrir mi propio restaurante y vivir la vida que quiero, como la quiero. Parece una ilusión imperfecta, pero no estaba en mis planes que fuera perfecto en absoluto. La perfección es un constructo social al que me vi atada por muchos años y con el cual quiero acabar por completo dentro de mi núcleo.
Después de un par de «¡felicitaciones!» y un discurso súper extenso de mi padre sobre cómo debería usarlo de hincapié para llegar a manejar una cadena multimillonaria a mi nombre y no solo terminar en una cocina de mala muerte... Pietro y Loki regresaron a Estados Unidos y era momento de planear e ir de compras para la universidad. Pensar que iba a salir de casa por segunda vez después de tanto tiempo, al fin me sentía libre. Incluso, un pequeño pensamiento travieso pasó por mi mente, podía llamarla. Sé que no ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos, pero podríamos pasar por un helado o algún café. Luego de eso, me enfocaré en mis estudios y en mi futuro.
Eso quiero.
Así que sin darle muchas vueltas al pensamiento, marqué su número de teléfono, pero de inmediato colgué. Un mensaje es mucho más prudente, pero fue demasiado tarde, ya estaba devolviendo la llamada.
— Buenos días -fingí que no conocía el número.
— ¿Wanda? -sonaba convencida de que era yo- ¿Llamaste y luego colgaste?
— Los nervios me traicionaron -confesé entre risas.
— Pude notarlo -imaginaba su sonrisa, tan brillante y tan amplia detrás del teléfono.
— Solo quería saber... -tragué mis palabras por unos momentos, tenía que pensar bien si de verdad quería tomar el siguiente paso, aunque me negué bastantes veces a esto y ahora solo me estoy dejando ir- si quieres tomar un café o ir a almorzar.
— Me encantaría, ¿Hoy a las doce está bien?
— Te veo a las doce -sonreí como tonta mientras me miraba al espejo.
— Conozco un buen lugar, creo que te va a encantar. Te envió la dirección. Hasta entonces, Wanda.
Y no pude dejar de sonreír sin aún alejar el celular de mi oreja. Estaba fantaseando con cosas que dije que no estaban en mi lista ahora mismo, pero un poco de diversión no puede lastimarme hasta que empiece la universidad. Al despegar mi celular lentamente noté que eran pasadas las once y diez. Salté por encima del mueble hasta llegar a mi habitación buscando entre el desastre de ropa limpia que estaba echa un montón encima de una silla. Saqué la primera muda de ropa que encontré.
Me miré varias veces en el espejo, traje en este clima es buena idea, pero no con el viento que hace hoy. Moví mis dedos cambiándome nuevamente, no tenía tiempo para hacerlo de la manera tradicional. Un jean rasgado de color azul claro llamó mi atención, pero no mucho la camisa blanca que escogí, volví a mover mis dedos y una camisa azul más oscuro encajo perfectamente. Mis botas negras con mis lentes de sol de aviador se verían perfectas. Un pensamiento intrusivo pasó por mi cabeza, esto es demasiado casual, pero tampoco quería ir muy formal. Miré el reloj de la mesa de noche, si quería llegar tendría que apresurarme. Nuevamente moví mis dedos, un conjunto de chaqueta de hilo con pantalones a juego color negro, con camisa blanca, llamó mucho más mi atención. Algunos zapatos blancos debían ir perfecto con esto. Volví a mirar el reloj y ya estaba tarde. No me daría tiempo de caminar al lugar.
Y mucho menos cambiarme nuevamente.
— Wanda, deberas romper tus propias reglas.
Chasqueé mis dedos y llegué a la orilla de la calle. Solo escuché varias personas gritando directamente hacia mí, pero no lograba entender el porqué de sus reacciones, hasta que alguien tomó mi brazo sacándome de la calle, y segundos después un auto pasó a mis espaldas. Mi corazón me cayó a los pies, al notar que estuve al borde de la muerte literalmente, soy una bruja pero no soy inmortal.
— ¿Se volverá un habito salvarte?
— Espero que no se vuelva uno -reí mirando aún la calle, mi cerebro no había procesado quien me salvo- ¡Oh, Natasha!
— ¿Por qué cruzabas la calle? Tu apartamento es del otro lado.
— Yo... umm -miré a todos lados tratando de mentir, no habíamos comenzado lo que sea que es esto y yo mintiendo- No encontraba el restaurante así que busqué en la otra calle.
— Bien -dejó ir mi brazo de manera lenta, mientras sonreía mirándome, yo seguía perdida mirando hacia atrás, podría haber estado muerta ahora mismo- ¿Lista para almorzar?
Solo sonreí devolviendo mi atención hacia ella, caminamos en silencio hasta una mesa debajo de un árbol, el día estaba lo suficiente cálido, pero no tanto que nos derritamos por el calor excesivo. El nerviosismo recorría mis manos, y sin darme cuenta, jugaba demasiado con las sortijas de mis manos.
— ¿Nerviosa? -habló sin dejar de mirar el menú.
— ¿Yo, nerviosa? -Vacilé riéndome por la nariz- No -cierta duda inundaba mis palabras, si estaba cagándome de miedo. No sabía qué decirle y mucho menos como comunicarme con ella. Si soy sincera conmigo misma, jamás había tenido una cita oficial...¿Esto es una cita? Es imposible.
— Parece que viste un fantasma.
— Solo pensando... -evité su mirada, no podía ponerme más nerviosa.
— ¿Cómo estás?
— Estoy bien, en realidad, yo no sé qué sucedió pero...
— Me refiero al día que nos conocimos -sonrío de lado, genuinamente quería saber si estaba bien.
— Me cuesta un poco dormir en las noches -me costó un poco admitirlo, no es usual que se preocupen por mí de esa manera, se sentía extraño. Pietro lo hacía, pero esto... es diferente.
— Lo lamento mucho... si hay algo en que te pudiese ayudar.
— Hiciste mucho en el momento que apareciste -lentamente moví mi mano hasta estar cerca de la suya, pero no fui capaz de rosar su piel, con sus ojos puestos en mí, movió su dedo indice tocando mi pulgar- Gracias.
El almuerzo no tardó mucho, incluso ni llegamos a ordenar comida, solamente unos cafés que estaban divinos. Estaba muy nerviosa como para comer frente a ella. Caminamos en silencio a mi apartamento, no sé quién había mal interpretado la situación, pero creo que ambas. A lo mejor no somos compatibles en nada y es mejor de esa manera. Solo haré lo que he venido a hacer. Poco a poco nos íbamos acercando a mi apartamento y mis manos se seguían apretando en los bolsillo de mis pantalones. Me clavaba las uñas en la palma de la mano sin intención de dejar de apretar. Nunca he sido una persona nerviosa, soy todo lo contrario. Me abalanzo sobre los problemas y trato de resolver todo, esta no es para nada mi manera de ser. A lo mejor, mi ilusión de que todo fuera estrictamente como lo quería, y cuánto quería, era surrealista y en estos momentos la realidad estaba haciendo peso en mis hombros.
— Hemos llegado -se detuvo frente a los pequeños escalones que hay para entrar al apartamento, yo subí, poniendo mi espalda contra la puerta- Fue lindo volver a verte -metió las manos en los bolsillos, mientras movía una piedra imaginaria con su zapato derecho.
— Gracias por el almuerzo -sonreí mordiendo mi labio inferior.
— Fue más bien el café -peinó un pequeño mechón de cabello que posaba en su frente, pero un poco más de viento vuelve a alborotarlo. Negó mirando el suelo, mientras una sonrisa tímida aparecía en su rostro.
— Fue uno de los mejores cafés que he tomado -Eso salió sin querer, pero bastante intencionado. Quizás el nudo de mi estomago estaba desapareciendo, dejándome ser yo de nuevo.
— Era un buen café -No entendió para nada lo que trataba de decir- Si quieres podemos volver a repetirlo... me gustaría que volvamos a repetirlo... yo creo...
Me alejé de la puerta caminando al borde de la pequeña escalera, estiré mi mano. Ella comenzó a subir el primer escalón, pero a una velocidad demasiado lenta. Desesperada, tiré de su abrigo juntándola con mi cuerpo.
— Esto se siente tan incorrecto, pero a la misma vez es lo único que deseo en estos momentos -mis labios rozaron con los suyos, su aliento recorría la comisura de mis labios.
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Hasta mañana mis pequeños saltamontes. Imaginen lo que suede en el próximo cap y se ganan una estrillita 😏🫰🏻
¡Que tengan linda tarde!