La llegada

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Lo amaba... y amarlo dolía. Y a pesar de todo, jamás dijo nada. Se conocían desde niños, habían comenzado jugando juntos ya que vivían cerca de los Levin. Cuando crecieron un poco, los padres de Kevin y los de Gwen creían que sus hijos alfas harían linda pareja y desde que ambos comenzaron a pasar tiempo juntos en la adolescencia eso aumentó. Ben y Kevin habían empezado su amistad como una amistosa rivalidad y había crecido a tal punto que Ben creyó que el mayor gustaba de él.

Unos diez minutos bastaron para cambiar por completo todo y romper su corazón. Con sus ojos verdes Ben observó como su prima y su primer amor compartían unos húmedos besos, había demorado solamente diez minutos y lo recibían así. Sintió que iba a llorar y se aguantó, pero a pesar de todo sus feromonas alertaron a la pareja. Cuando ellos se dieron cuenta de su presencia, Ben ya estaba corriendo. Corrió a la casa de su amiga Eunice que estaba con Jimmy y ambos lo recibieron preocupados.

Esa tarde sacó toda su frustración con su situación hablando, y no pudo aguantar las ganas de llorar. Sacar todo le ayudaba a sentirse mejor, sus dos amigos lo escucharon y estaban para eso. La verdad era que llevaba un tiempo pensando que Kevin estaba muy pegado a su prima Gwen. Desde que se conocieron tenían momentos en los cuales Kevin adoptaba una actitud que confundía a Ben y lo hacía sentir deseado. Sus amigos lo mimaron todo lo que pudieron y así se sintió mejor.

Al día siguiente la pareja le comentó que llevaban unos meses viéndose para tener citas, que estaban comenzando a salir juntos. Ben tuvo que suspirar y reunir coraje, les preguntó a ambos si eran felices y ambos sonrieron tomándose de las manos. Ben tuvo que sonreír (afortunadamente no le salió una sonrisa falsa) y desearles lo mejor a ambos.

Así empezó Ben una nueva etapa en su vida...

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Habían terminado las clases con Paradox y Azmuth, Ben y sus amigos se despidieron de ellos. Caminaron mientras hablaban de nada muy importante, estaban disfrutando de la tarde. De repente, se comenzaron a escuchar voces alteradas y ruidos que no se escuchaban siempre. Ben y cuatro de sus amigos se acercaron al tumulto, Ben logró escabullirse y llegó al frente. Allí observó un gran espíritu forastero lastimado en el suelo sosteniendo a otros dos pequeños iguales a él. Ben se acercó preocupado y usó sus poderes como anodita para intentar curarlo.

—¡Ben! Aléjate de ese... — Su abuelo estaba llegando con unos médicos, pero Ben ya estaba ocupándose de todo.

—Hay que ayudarlo, abuelo... No podía quedarme sin hacer nada.

El forastero abrió sus ojos y acercó una mano a la cara de Ben (que estaba en su forma humana) al tocarlo ambos sintieron una corriente eléctrica. Ben se sobresaltó, pero continuó curando al forastero mayor. Con ayuda de su abuela Verdona se movieron a los forasteros al hospital de la aldea. A partir de ahí Ben dejó a los forasteros en manos de los médicos.

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Abrió los ojos y desesperado buscó con la vista sus hermanos. Se relajó en cuanto los vio durmiendo en una cama cerca de la suya. Se intentó sentar, pero le costó mucho. Cuando lo logró observó que cerca de sus piernas había una cabeza de cabellos largos. Llevó sus manos a su vientre que le dolía y se encontró con vendas. Sacudió el hombro de la persona junto a él.

—Oye... oye—. El chico a su lado levantó su cabeza con los ojos cerrados y se los frotó.

—Ah, has despertado—. Ben sonrió contento, se recogió su cabello peinándolo con los dedos y estiró sus brazos—. ¿Cómo te sientes? No deberías sentarte todavía, pero ahora no te acuestes así no te abres las heridas.

—Me duele todo—. Le respondió algo impresionado por su belleza, estaba algo embobado—. Soy Rook Blonko, por cierto... Venimos de la aldea Revonnah, ¿dónde estamos?

El ForasteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora