2.- Un poder verdadero

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Kyle

Nunca he sido particularmente afecto al matrimonio. Realmente no creo que sea algo necesario, indispensable. Sino que por el contrario, es simplemente un acto que puede traer beneficios, o destrucción.

Por mi parte, nunca he presenciado la primera. Así que cuando el control cayó en mis manos, juré nunca compartirlo.

Mantuve mi promesa firme hasta el día en el que el hombre digno de todo mi odio, entró a mi despacho ofreciéndome a su hija como un intercambio de paz.

Menudo pedazo de mierda, ¿ofrecerme a su hija como si fuese un objeto? Sé que no soy un santo, que nunca lo seré y no pretendo convertirme en un hipócrita porque en cierta parte, estoy teniendo más participación en esto de lo que me gustaría.

El caso es que, ante semejante oferta, puse en tela de duda mi promesa. ¿Vale la pena sacrificarse para tener la paz? Probablemente la respuesta sea afirmativa, excepto que para mí, hay algo más detrás.

Aria Anderson, mi futura esposa, me observa desde el otro lado del comedor. La cena es increíblemente tensa, no mantenemos conversaciones cordiales, mucho menos me permitiría hablar de mis negocios con semejantes escorias, así que el sonido de los cubiertos es todo lo que llena el sepulcral silencio del comedor.

Sin embargo, soy consciente de los ojos curiosos que tengo sobre mí. Como intenta ser discreta pero no lo consigue en lo absoluto. Sus ojos me escanean en búsqueda de respuestas, respuestas que claramente no hallará pero ella cree que sí.

Cuando supe de quien hablaba Benjamín al ofrecerme su "tratado de paz", me sentí agradecido de que el menos la mujer con la que compartiría mi vida fuese agradable de ver. No solo agradable, sino que es realmente digna de mirar.

Aria Anderson tiene un porte tan fino y elegante que deja en evidencia el nivel que posee. Tiene los mismos ojos que su madre, un color gris pero muchísimo más cálidos que los de mi futura suegra. Reconozco en su rostro los rasgos de mi enemigo y me pregunto cómo es que conseguiré compartir mi vida a su lado sin detestarla tanto como detesto a su progenitor.

Su cabello rubio cae en ondas sobre sus hombros, su figura esbelta resalta con el vestido que porta, la cintura estrecha me hace cuestionar si en mis brazos no será lo suficientemente pequeña.

Sacudo la cabeza con discreción, no debería estarme distrayendo. Aunque bueno, ella es simplemente un medio para un fin, eso es bastante claro, pero creo que mientras lo consigo... la diversión no tiene porque estar aparte. La imagino a mi merced, entregándose toda a mi y realmente tengo que aclararme la garganta cuando siento la presión en mi entrepierna.

Estoy poniéndome caliente con un simple pensamiento de la mujer que tengo delante. Joder, Kyle, debes tener más autocontrol.

Es un alivio cuando todos acabamos el postre, y al fin podemos dejar de fingir una cordial educación.

—¿Has pensado en una fecha? —inquiero hacia Benjamín —quiero que sea lo más pronto posible.

—¿Dos meses? —le da un sorbo a su copa de vino —en realidad, podemos hacerlo en tus términos.

Sonrío, vaya, el hombre se está entregando por completo. Si mi padre y abuelo vieran esto seguramente estarían regocijándose de que al fin los Anderson comienzan a entender quién es el más poderoso.

—Si van a ser en mis términos —me aclaro la garganta — un mes. Tendré todo listo para entonces, lo único que su hija deberá hacer, es presentarse.

—¿Un mes? —su voz capta mi atención.

No ha hablado mucho en la cena, pero ahora su voz se adueña de mi atención, parece algo preocupada, y comienzo a creer en serio que toda su faceta de mujer autosuficiente no le duró nada.

Lazos TentadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora