Parte 2 |20|

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— ¿Puedo hablar contigo?

Quise acercarme a su posición para hablar mejor con ella, pero volvió a alejarse.

—Estoy cansada, iré a dormir. —me avisó sin hacer ningún tipo de contacto visual, cruzándome por el lado como evitando rozarse conmigo.

Viendo esa situación, decidí llamar a mis amigos para que me hicieran compañía. Llevaban planeando una reunión desde el desastre que hicieron en casa de Paul, y yo no contestaba.

Mientras esperaba, aproveché y comí lo que ella me tenía guardado. No podía más con el hambre.

El primero en llegar fue Ian. Me llamó con tres minutos de antelación avisándome por donde iba, así lo esperaba con la puerta abierta. No podía superar la vez que lo asaltaron, porque yo duré mucho en recibirlo.

—Me alegra que hayas regresado a tu casa, ¿y tu papá? —comentó, a medida que iba avanzando a la sala. Tenía sus manos dentro en sus bolsillos delanteros, y una mirada curiosa como siempre.

—No está —le dije eso, ya que no sabía exactamente donde podría estar en ese instante. —De todos modos, no estamos solos.

Eso significaba que no podíamos hacer lo que quisiéramos, teníamos vigilancia.

—Está bien, solo era para saludarlo.

—¿Por qué a veces creo que te importa más que yo? Espera, ya recordé, es que solo te preocupa saber de él.

Fue por quien primero preguntó al entrar, así mismo en la escuela, cuando le dije que se estaba divorciando.

Esperé que me preguntara cómo me afectaba a mí esa situación, pero se lo deje pasar. Por más amigo mío que fuese, no era yo que pasaba por una separación de ese tipo. Pude entenderlo.

—Lo hago por educación, porque me cae bien. Deberías alegrarte.

—Él creía que eras gay, y gustabas de mí —le hice saber, recordando con vergüenza la forma en que me lo insinúo. Algo debía estar haciendo mal para que lo creyera.

—¿Qué? ¿Cómo me vas a gustar?

Yo asentí demostrándole que no decía mentiras, hasta que dijo eso último. Lo miré con un semblante serio, sintiéndome un poco indignado.

—¿Y por qué ya no cree que pueda serlo? ¿Te dijo algo más? —uso un tono de voz serio. Aun así, no podía creérmelo. Esperaba otro tipo de respuesta.

—No, solo se dio cuenta de que era un error. Deberías alegrarte — pronuncié despacio la última palabra, fijándome en la cara que hacía. Expresaba decepción y tristeza, todo menos mi sugerencia.

Math tocó el timbre, interrumpiendo ese momento.

Él se quedó ahí de pie, analizando mis palabras. Mientras que yo fui a abrirle.

—Esteban, vas a tener problemas conmigo si sigues desapareciendo así —me advirtió, cerrando él mismo la puerta. No me asusté, porque no estaba verdaderamente enojado, así expresaba su cariño.

Quise acercarme, y envolver uno de mis brazos por su cuello para darle un abrazo, demostrándole que también me importaba. No era así de bueno con las palabras.

—¿Hace cuanto llegaste? —me preguntó, posando una mano en mi cintura y la otra en mi espalda. La acaricio un poco, correspondiéndome ese gesto.

—Esta mañana, y la verdad es que me encuentro cansado.

—Podemos quedarnos en tu habitación —propuso, separándose de mí. También buscó a Ian con su mirada, como para saber qué opinaba.

—Pensé que veríamos la película que te dije.

Cuando te dé un beso © ✔ (1 y 2) EN AMAZONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora