Pasé dos horas sentada en el sofá que había en la oficina de Max, mientras esperaba que dieran las cinco de la tarde para ir hacia la universidad. La verdad es que solo estaba con la tableta navegando por internet para obtener inspiración. Había guardado algunas imágenes de modelos que me animaban a crear nuevos personajes y otros que me animaban a crear nuevos universos.
Max estaba sentado, miraba varios documentos que tenía sobre su escritorio y escribía en el teclado de su computadora. Por algunos minutos me perdía en él, lo miraba tanto, aún sorprendida de estar con un hombre como él. Si Max sentía mis ojos sobre su figura, pero no decía nada, tan solo alzaba su rostro y me miraba, provocando un intenso calor en mi cuerpo.
Claro que me sonrojaba y claro que me sentía deseosa de protagonizar una escena prohibida nuevamente, pero intentaba pensar con la razón y no dejarme llevar por la tentación. Así que miraba la pantalla de mi aparato y seguía haciendo lo que dejaba ahí.
Entonces, cuando dieron las cinco de la tarde, tomé mi bolso y guardé la tableta dentro de él. Era el momento de irme. Caminé hasta donde se encontraba Max y me coloqué delante de él. Max pareció notarme, porque quitó sus ojos de la computadora y los colocó en mí.
—Ya debo irme a la universidad —hablé. La cabeza de él se movió de arriba a abajo, asintiendo a mis palabras—. No olvides nuestra cena de hoy.
—No tengo mala memoria cuando se trata de ti, Bear.
Esfumé una suave sonrisa en mi rostro, mientras mi corazón latía con prisa, era el efecto que siempre recibía por sus amorosas palabras. Max se puso de pie, caminó hasta colocarse delante de mí y se sentó en el borde de su escritorio. Rompí el pequeño espacio que había en ambos, pero Max nos aproximó más, tomó mi cintura y dejó que mis manos tomaran su nuca para sujetarme.
—Ahora resulta que eres poético —dije ante lo que había dicho—. Te robaste mi papel de escritora, Max.
—Tengo mil oficios —respondió dejando un delicado beso en mi cuello, por instinto me reí, debido a su barba que había crecido—. Ve con cuidado. Estoy deseando que ya sea de noche, tengo una sorpresa para ti.
—No me digas eso —me quejé—. No podré estar tranquila pensando en tu sorpresa. Al menos dame una pista para adivinar.
—No. Será mejor que ya te vayas.
Dejó un beso rápido en mis labios y sus manos me apartaron de su cuerpo. Abrí la boca tan grande, bien, si eso era lo que quería, lo haría. Me di la vuelta, dispuesta a irme de la oficina, pero pronto oí la suave risa burlona de Max mientras que su cuerpo abrazaba al mío por detrás.
—Bear, no te enfades, solo estaba bromeando.
Fue mi turno de soltar una sonrisa, sobre todo porque mi papel de enfadada no había durado demasiado.
—Entonces ¿me dirás la sorpresa? —aproveché para decir.
—No.
—Max...
—Solo serán unas horas, sé paciente, nena.
Formé un mohín en mis labios, pero asentí. Abracé una última vez a Max y dejé un beso en sus labios antes de salir de su oficina. Ya fuera se encontraba Kai, me abrió la puerta y subí al auto. Él arrancó el auto y yo saqué mi libreta para repasar o modificar mis ideas para San Valentín. Había intentado ser lo más creativa posible, sobre todo porque ese día tendría que ir a la universidad. Así que mi celebración solo se daba en la mañana y por la noche.
Un hecho lamentable, pero que no podía revertir. Taché algunas cosas y agregué otras antes de llegar a mi centro de formación. Kai volvió a bajar y me abrió la puerta. Como de costumbre, las miradas de algunos cayeron sobre mí, para luego hablar sobre Dios sabe qué. Los ignoré como hacía todos los días y me despedí de Kai antes de entrar. Para mi buena suerte encontré en la puerta a Izz y Rowen, ellos me miraron y me acerqué para acabar el espacio. Cuando estaba al lado de Rowen me sentía más tranquila, cómoda y protegida, una sola mirada de él era suficiente para acabar con los susurros chismosos.
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Inevitable Pasión
RomanceSEGUNDO LIBRO DE LA BILOGÍA "INEVITABLE". ¿Olvidarlo? Difícil. ¿Dejarlo de querer? Imposible. ¿No desearlo? Complicado. Ha pasado muchas semanas desde que me alejé de Max Pattinson. Aún siento sus labios y su calor cuando cierro los ojos, aún pienso...