I. Acortando Distancias

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Hace bastante tiempo ya que la distancia ya no es una limitante para formar vínculos con los demás. Desde que contamos con internet y redes sociales, conocer personas nuevas y entablar amistades más allá de las fronteras es una realidad cada vez más cotidiana. Así lo había confirmado Jhon, quien hace ya un par de años se escribía con Paula, una simpática chica que conoció en un grupo de Facebook sobre películas de acción. Realmente habían coincidido en los comentarios de una publicación dándose la contra el uno al otro; pero sorpresivamente lo que parecía una discusión ordinaria en redes sociales se tornó en una inesperada amistad a distancia. Tras intercambiar sus opiniones un par de veces más en aquel grupo, Jhon se puso a husmear en el perfil de la usuaria. Como pocas veces ocurre, la chica no parecía estar demasiado preocupada por su privacidad, puesto que sus fotografías y otra información relevante eran públicas; fue así como el curioso joven descubrió que aquella persona al otro lado de la pantalla con la que debatía, era una mujer bastante atractiva. Una dama de figura curvilínea y exuberantes atributos; aparentaba ser algunos años mayor que él, lo que a Jhon lo atrajo todavía más. Era un secreto nunca compartido con nadie, pero las mujeres mayores a él lo volvían loco; sentía que estas tenían un encanto y atractivo físico que casi no podía encontrar en las chicas de su misma edad, por lo que con frecuencia intentaba ligar a mujeres que le llevaran varios años más, aunque siempre terminaba ignorado por ellas, lo que le generaba cierta frustración, pero no estaba dispuesto a rendirse.

Jhon no dudó ni un segundo en hacer click en el botón de solicitud de amistad, esperando ser aceptado. Al cabo de una semana sin respuesta creyó que no sería nunca confirmado por ella, e incluso se sintió avergonzado al pensar que quizás fue visto como el típico acosador desagradable. Invadido por ese temor abrió la aplicación de Facebook con la intención de retirar su solicitud, mas cuando entró fue recibido por una notificación. Paula si lo había confirmado.

Ansioso y contento, el muchacho no pudo evitar curiosear todo lo que se encontraba en el perfil de Paula, ahora siendo su amigo en la red social tenía completo acceso a todas las fotos y publicaciones. Descubrió con agrado que parecían compartir algunos gustos en común más allá del cine de acción, como la ciencia ficción y los cómics.

El próximo paso le costó un poco más a Jhon. Siempre se proponía iniciar una conversación con ella, pero por algún motivo se sentía algo intimidado cuando la veía en línea. Tomando valor, decidió no dejar pasar la próxima oportunidad en que la viera conectada para saludarle. Un alivio enorme lo llenó de paso cuando ella le respondió casi al instante. Fue ese el inicio de una increíble amistad a distancia.

Con el pasar de los meses, entre conversaciones tanto profundas como superfluas, Jhon llegó a conocer mucho de Paula, encontrando que no solo era bella por fuera, sino también por dentro. Desde luego tomó tiempo, pero finalmente ambos lograron abrirse lo suficiente como para compartir sus historias, anécdotas, gustos culposos y muchas otras cosas que solo se cuentan cuando la confianza es sólida.

Los textos pronto se convirtieron en audios, que posteriormente desembocaron en llamadas y videollamadas ocasionales. Jhon no se había dado cuenta, pero ya no imaginaba su vida sin conversar con Paula. Ella era de alguna forma su refugio cuando se hallaba abrumado, y en más de una ocasión no podía dejar de pensar en ella, en su risa, sus palabras reconfortantes. No, no le bastaba la distancia, necesitaba verla en persona.

Una parte de él se aterraba a la sola idea de tener un encuentro en persona, por aquello de que le daba miedo sentirse decepcionado o decepcionarla a ella al darse cuenta tal vez de que esa fluidez no existía sin una pantalla y miles de kilómetros de por medio. Pero por otro lado, el sentirla tan lejos le ocasionaba algo de malestar. Tenía una gran necesidad de sentirla; de poder oír su delicada voz con sus propios oídos, de descubrir el aroma de su piel, de acariciar con sus dedos esa sedosa y lacia cabellera marrón. Ya no podía negárselo más a sí mismo; no sabía si ella estaría sintiendo lo mismo, pero él, definitivamente no quería seguir siendo solo un amigo.

Casualidades (Comisión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora