Me despierto de un salto cuando oigo la alarma del móvil. Pues ya estamos a 4 de abril, día que nos vamos a Londres. Cojo el móvil el cual sigue sonando y veo la hora indicada.
2:35
Madre mía que puta pereza. Me levanto y salgo de la habitación para ver a mi padre en el comedor. Al poco rato baja mi madre y empezamos a cambiarnos. Termino de preparar mi bolsa y saco al pasillo la maleta que cerré ayer de noche. Mi hermana se despierta y también se cambia. Me como una manzana y cuando termino me lavo los dientes. Me vuelvo a fijar en el reloj y ya son las 3:20. Lo cogemos todo y salimos por la puerta.
Cuando estamos en la calle empezamos a caminar hasta casa de Edgar, ya que vive en la calle de al lado. Cuando nos acercamos veo que hay otro coche.
Joder
Ya están aquí.
Tenemos problemas con las maletas, porque una tiene la anza rota y no cierra, y no caben todas las maletas en el maletero.
–Espera. –Le dice mi padre a Javier. Empiezan a quitar las maletas y las colocan de un modo distinto.
Consiguen ponerlas todas cuando mi madre y mi hermana ya están en el otro coche subidas y con sus maletas guardadas. Le doy mi abrigo a Noemi, la madre de Lucas, y mientras lo guarda abro la mochila y saco mi e-book y los cascos. Veo que mi padre y Javier están hablando y los dos entran en la parte delantera.
–Iré yo detrás con los niños. –Habla Noemi.
Joder, ya ha llegado la hora. Abro la puerta y me encuentro a Lucas sentado en la otra punta del coche con los cascos puestos, le saludo con un murmullo y me lo devuelve volviendo a mirar su móvil seguidamente.
Me siento a su lado y no puedo evitar sentir el calor corporal que desprende.
Estoy jodida
•••
Llevo un buen rato escuchando música y leyendo, en medio de Lucas y su madre. El espacio es muy reducido y la espalda ya me empieza a doler. Miro el reloj y veo que aún queda una hora para llegar al sitio donde dejaremos los coches. Resoplo y sigo leyendo, mirando de reojo de vez en cuando a Lucas que sigue callado.
Mis ojos están puestos en la lectura, pero mi mente se ha disipado hace un buen rato. Tengo el presentimiento de que nada bueno pasará en este viaje y ya no por el hecho de que venga Lucas, sino por mi familia.
Hace tiempo que estamos rotos y me he cansado de llorar continuamente en mi habitación por las peleas que hay entre ellos por muy insignificantes que sean.
Mi padre tiene un carácter demasiado fuerte y mi hermana ha heredado eso de él. Aparte de que mi madre no puede mantener la boca callada y siempre mete más leña en el fuego. A menudo me pregunto a quién he salido. Siempre he sido callada y reservada. Me guardaba las opiniones para mí y nunca decía nada. Los pensamientos vuelan por mi mente como cometas, pidiendo ser liberados, pero mi boca calla demasiado y siempre termino llorando en el suelo del baño.
•••
–¿Falta mucho? –Lucas rompe el silencio pasado mucho rato.
–Un poco. –Responde su padre.
Decido cerrar el e-book y bajo la voz de la música de mi móvil. Puedo oír su respiración en mi oído izquierdo, e intento evitarlo, evitar pensar en él y que lo tengo a centímetros de mí.
–Alexa, ayúdame. –Me dice Noemi. –Busca en Google Maps Aparca y... espero que no veo.
Cojo mi móvil y con ayuda de la linterna enfocó el papel que tiene en las manos.
–Aparca&Go. –Leo en voz alta.
Me meto en el Google Maps y busco Aparca&Go en Barcelona. Se encuentra a pocos kilómetros de distancia, seguimos las indicaciones y en unos minutos ya hemos llegado. Nos acercamos y entramos por una puerta hacia un garito con unas barras tapando la entrada. Nos acercamos y nos piden los pases de reserva del parking, Javier se los da y nos abren las barras. Buscamos un sitio en este lugar tan grande y lo encontramos. Javier aparca y todos abren la puerta. Me quito el cinturón y bajo.
–Joder, por fin. –Digo en voz alta estirando las piernas.
Los mayores se acercan al maletero y van sacando cosas. Mi padre me pasa la mochila y guardo lo que llevaba encima. Cojo la chaqueta y me la pongo, ya que refresca un poco. Cogemos todos nuestras maletas y nos acercamos hacia un sitio donde hay más gente esperando. Yo y mi madre nos acercamos a los baños y ella entra primero, no me puedo esperar y entro en el de los hombres.
Todos somos personas
Pienso mientras me bajo los pantalones y meo. Empiezo a oír mi nombre y como me llaman para irnos. Me doy prisa y salgo.
–Ni mear se puede. –Comento en voz alta.
Algunos de ellos se ríen y mi mirada se encuentra con la de Lucas, la aparto enseguida y veo que el bus a un no ha llegado. ¿En serio?
Resulta que son minibuses de 8 plazas. Yo cojo el primer con más gente de mi grupo, pero no todos por lo que nos dividimos. Me acerco al maletero y el conductor nos ayuda con las maletas, le doy la mía y me acerco a la puerta. Me siento detrás de todo y Edgar se sienta a mi lado, Lucas va en el siguiente minibus.
El conductor arranca y miro por la ventana. Llegamos en unos minutos y el conductor ayuda a bajar las maletas. Mi madre nos da a mí y a mi hermana un bollo para comer algo. En unos minutos llegan los otros y nos adentramos juntos para hacer el embarque.
Nos dirigimos a la cola larga y nos vamos acercando, llegamos donde hay dos mujeres, una en cada puesto y ellas escanean el código del boleto del avión, pero también hay máquinas que te lo hacen. Cuando ya hemos pasado todos, nos dirigimos a las otras colas y ha llegado la hora de pasar las maletas y todo por los detectores. Cuando casi llega mi turno, me dicen que me tengo que quitar también los zapatos porque son tipo bota. Me quito los cordones y me los saco, los dejo en las bandejas con todo lo demás y estas se van solas por las cintas hasta la máquina. Es mi turno, y paso poco a poco por el detector, el hombre me dice que puedo seguir, y suelto un suspiro que no sabía que estaba aguantando. No tenemos ningún problema y todos pasamos bien, salvo mi hermana que la llaman los policías de allí y mi padre se pone nervioso, pero es una falsa alarma, son pruebas aleatorias donde abren las maletas del todo. Cuando ya han terminado y yo me he puesto los zapatos, seguimos por los pasillos hasta llegar a otras cabinas donde hay más gente de seguridad. Allí mostramos el DNI y pasaporte si eres menor, y también los de tus padres y el libro de familia.
Mi hermana es la única que lo hace con las máquinas, ya que tiene diecinueve años y es mayor de edad. Cuando hemos pasado todos seguimos por los pasillos y llegamos a la sala de espera, es grande llena de asientos con un bar donde comprar. Dejamos todo en los asientos, algunos se quedan allí y los otros incluyéndome, vamos a los servicios. Cuando salgo mi hermana pide dinero a mi padre y las dos vamos al bar. La otra mitad del grupo ya está allí comprando comida. Yo me pido un batido de chocolate, y nos sentamos hasta que es hora de subir al avión. En nuestros boletos pone la puerta dos y hacemos cola con las demás personas. Entramos y bajamos por unas escaleras mecánicas, hasta llegar a unas escaleras en forma de espiral. Cojo la maleta y bajo hasta llegar a unas puertas de vidrio que se abren y fuera hay un metro pequeño. Entramos todo y esperamos.
–¿Falta mucho? –Le pregunto a mi madre cuando los pies empiezan a pesarme.
–No lo sé.Me siento encima de la maleta. Media hora más tarde nos avisan que ha habido un problema con el avión y que tenemos que salir y volver a embarcar para coger otro. Se me cae la cara y me maldigo por lo bajo.
–Estaba yendo todo demasiado bien. –Digo en voz alta dirigiéndome a mi madre.
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TU FUISTE EL ÚNICO
RomanceEl mundo era tan grande, que entre tantas personas me sentía insignificante. Como un barco a la deriva, dejándose llevar por las olas, deseando que su futuro no sea reposar en el fondo del mar, en el olvido. (...) Pero, después de todo, sé que eso...