El comienzo del error...

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Sería imposible recordar ese día, pero lo contaré mediante sus testimonios..

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Era una tarde cálida de noviembre, la brisa era agradable, un día tranquilo y común, pero no tenía idea de lo que estaba por suceder..
Suena mi celular, era ella, esperando en ese lugar, ansiosa me dió la noticia de tu llegada.
Corrí lo más rápido que pude, tomé las llaves del auto, ni me dió tiempo de avisar a mi jefe que debía irme, solo lo hice.
En el camino sentía como un cosquilleo intenso recorría mi cuerpo, estaba por experimentar algo inesperado, algo hermoso.
Al llegar a ese lugar, debo confesarte que no sabría explicar bien lo que sentí. Era una especie de mezcla entre ansiedad y felicidad, confusión y amor, enojo pero a la vez paz. Me sentía ansioso por nuestro futuro y feliz por el mismo. Confundido por el repentino suceso inesperado, pero amando ese momento. El enojo por no estar al tanto de lo que estaba pasando se esfumó al ver tus hermosos ojos que me transmitían una paz inmensa.
Esas pequeñas manitos, indefensas, que no podrían hacer daño a nadie, pero que podrían ser lastimadas por cualquiera. Esos piesitos que en algún momento deberían ser expuestos a los caminos complicados de la vida. Y el latir de ese pequeño corazón, el cual yo sabía que en algún momento debería experimentar lo que es el dolor.
En ese instante me di cuenta de que ahora yo era quien debía protegerte.
Te tomé en mis brazos y déjame decirte que fue una de las experiencias más bonitas que viví, y es algo que jamás podría olvidar.

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Conforme iban pasando los días cada vez mi amor hacia ti crecía más. Tenía muchas dudas, y no sabía si había hecho lo correcto, pero era consciente de que ahora tu estabas bajo mi protección, aunque yo no estaba bien, decidí formarte de la mejor manera posible, para que tengas una base sólida de la cual sostenerte cada vez que sentías que todo estaba por derrumbarse.
Quería que me ames tanto como yo a ti, pero sabía que me debía ganar ese sentimiento tan precioso. Entonces mediante crecías yo lo hacía contigo, comprobaba que cada paso que des sea seguro y por nada del mundo dejaría que te lastimen, aunque tal vez eso haya sido un error..
"Yo soy tu mamá, y tu eres mi hija, pase lo que pase, jamás olvides eso"
Te contaba cuentos inventados por mí, y aunque cambiaba los personajes y escenarios, siempre la trama era la misma..
"Había una vez una niña pequeña que descansaba en un pequeño canasto. El lugar donde se encontraba era amplio, cubierto de pasto y hermosas flores; el cielo azul como el mar, y el sol dorado y radiante como el oro, y esa dulce pequeña, durmiendo en medio de ese gran paraíso dentro de esa pequeña canasta. No había nadie a su alrededor, estaba sola, sus padres la habían perdido. Durante mucho tiempo buscamos sin descansar a los responsables de esta criatura indefensa, pero sin éxito, decidimos hacernos cargo de ella. Ahora esta pequeña volvió a tener una familia, que la había recibido con los brazos abiertos, y ansiosos de verla crecer, con amor y compañía esta vez."
Trataba de no pensar mucho, y gastar toda la energía que me quedaba en ti, trataba de ser una buena madre.

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Ellos dieron todo mientras pudieron, pero su relación estaba rota, sosteniéndose de un hilo muy fino, el cual podrías cortar con tus dedos.
Crecí viendo y experimentando sus diferencias, no faltaba mucho para que todo ese cuento de color rosa acabara.
Cada vez la realidad se volvía más cruda, el tiempo pasaba y a la tolerancia se la llevaba el viento.

Una noche siento una sacudida intensa en medio de un sueño, al despertar, veo esos ojos llorosos y agotados mirándome fijamente, sonríe y procede a decirme: -"Debo contarte algo muy importante, pero quiero que recuerdes lo que siempre te digo; Yo soy tu mamá, y tu eres mi hija"
No les voy a mentir, estaba muy asustada, pero la curiosidad era fuerte, así que me senté y pregunté que pasaba.
Sus palabras fueron: -"¿Recuerdas los cuentos que inventé para ti?" -Respondí con la cabeza (sí).
-"Bueno, esos no eran cuentos, eran historias. Siempre la misma historia en diferentes lugares, con distintas características, pero siempre la misma niña. ¿Te diste cuenta?"
No podía comprender que era lo que quería decirme, así que pregunté y pedí que me explicara.
Lo primero que me dijo fue; -"Te amo". Y sin poder contener el sentimiento vi como lentamente caían lágrimas de sus ojos, escuché como su voz se quebraba mientras se le formaba un gran nudo en la garganta. Yo solo la miraba, aún sin poder entender la tomé de la mano y le respondí; -"También te amo, mamá". En ese entonces yo tenía 7 años.
Luego de un rato, pudo continuar con su confesión.
-"En los cuentos siempre estaba la niña que había sido perdida, pero encontrada por personas que estaban dispuestas a amarla para toda la vida. Y esa niña eres tú."
Pregunté: -"¿ Me perdí cuando era pequeña?"
A lo que con una mirada de amor, y una pequeña sonrisa respondió: -"No, pero la historia es similar."

Después de una larga charla comprendí, soy adoptada.

Ella trató de adecuarse a mis pensamientos y a mi forma de razonar, por eso trataba de hacérmelo saber mediante cuentos, pero como no podía interpretar el significado de ellos, decidió armarse de valor y ser más directa.
Lo que ella quería era que yo creciera sabiendo esa verdad sobre mí, para así poder estar preparada, y que eso no se convierta en una debilidad.

El tiempo fue pasando, y con él ese pequeño hilo que sostenía su relación se soltó.
Por un lado sentí alivio, porque sabía que ellos estaban mejor separados que juntos. Pero ver ese dolor en sus ojos y ese gran vacío que se sentía, me hizo extrañar los momentos que pasamos todos juntos, como familia.

Recuerdo esa tarde oscura, la primera vez que sentí que todo estaba por derrumbarse. Fue mi primer y gran error..
Debía vender unos boletos para poder ingresar a una pequeña academia de ballet; estaba muy emocionada, así que decidí ofrecer a los vecinos.
-"El día está bonito, ya he vendido 3! Solo me faltan 2 y con ésto podré entrar! Estoy segura de que podré ser una gran bailarina" -Era lo único que se repetía en mi mente.
Llego a la puerta amarilla, la golpeo y abre él, esa persona a la que fácilmente ahora podría referirme como un ser desagradable, pero que en ese momento aún no se abría quitado la máscara.

Abre y dice: -"Pasa". En ese momento no comprendía porqué no preguntó el motivo por el cual yo estaba ahí, simplemente me invitó a pasar. No me importó, faltaba tan poco para que yo pueda perseguir mis sueños, así que sin dudar mucho, entré.

Luego de un pequeño intercambio de palabras, sentí como esa mano sucia me daba un fuerte empujón hacia la cama. Sentí como en segundos mi cuerpo se convirtió en hielo, sin saber que hacer, que pensar o que decir, solo sigo mi instinto y logro escapar de esas asquerosas garras.
Cuando intento salir veo que la puerta llevaba el seguro puesto, no podía alcanzarlo. Pensé que ya no había más que hacer, debía rendirme.
Veo como se me va acercando, puedo escuchar cada uno de sus pasos, cada vez siento latir más rápido mi corazón. Su mirada se acerca fijada en mi, podía ver como su respiración se aceleraba, sus manos se abrían y cerraban, como si estuviera nervioso pero a la vez hambriento. Cuando llega a mi, siento como ese repugnante aliento sopla mi rostro y dice: -"¿Qué pasa? Creí que querías jugar." Y procede a sacar el seguro de la puerta.

En ese momento sentí como mi alma regresó de un golpe a mi cuerpo, y corrí lo más rápido que pude.

Al llegar a casa me sentí segura, pero seguía estando helada. No pasó mucho para que ella se de cuenta de que algo estaba ocurriendo, entonces confesé.

Pude ver como rompió en llanto. Por todo lo que había luchado, lo que menos quería que sucediera, pasó, alguien me lastimó directamente, por primera vez, y de la peor manera posible. Nunca la había visto tan triste y enojada a la vez. Entonces decidió que debíamos tomar medidas.

A los pocos días ya todo el barrio estaba al tanto de lo que había ocurrido, pero nadie quiso creerlo. La policía accionó pero como no habían pruebas ni daños aparentes, no podían privarlo de su libertad, entonces solo recibió un castigo, y una multa mensual.
Todos la veían a ella como una loca, y creían que me había "contagiado" su supuesta falta de cordura, por eso todos ignoraron el suceso.
Ya nada era lo mismo, todo era gris, los días a pesar de ser soleados se sentían fríos, y las miradas juzgadoras de los vecinos nos decían que no éramos bienvenidas.

No teníamos porqué seguir soportando, nadie nos quería ahí.
Un día al levantarnos me dice, -"¿Quieres hacer nuevos amigos?"
Entonces tomamos nuestras cosas, esas pequeñas ganas de seguir las convertimos en esperanza, sacamos fuerzas y partimos hacia un nuevo comienzo, una nueva oportunidad, y por sobre todo, en busca de paz.

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⏰ Última actualización: Jun 24, 2023 ⏰

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