C a p í t u l o 15

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C U A N D O   M I R O   E N   T U S   O J O S

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C U A N D O   M I R O   E N   T U S   O J O S

Silvia no daba crédito a lo que veían sus ojos. Dio otra vuelta alrededor del vehículo de alta gama y se llevó las manos a la boca en señal de asombro.

Las ruedas del BMV parecían ser víctimas de un cruel ensañamiento. Así era tal y como lucían, llenas de cortes por doquier y con algunos agujeros del tamaño de un dedo.

Tenía una vaga idea de quién podía andar tras el acto vandálico, aun así, quiso moderar su enfado hasta encontrarse frente a frente con el responsable.

—Lo… siento. Lamento lo que ha ocurrido —le dijo al periodista, totalmente avergonzada—. En este pueblo la gente es siempre muy amable y nos encanta que vengan turistas a visitarnos, así que estoy segura de que esto ha sido un hecho aislado. Un terrible suceso, no me cabe duda.

Nick suspiró, dejando caer sus hombros.

—No te preocupes. Desde que llegamos solo hemos constatado la gentileza de todo el mundo. Nos han tratado de maravilla, así que imagino que esto ha sido obra de algún desalmado que no tenía otra cosa mejor que hacer.

Pero Silv apenas escuchaba el discurso de Nick, puesto que su mente estaba a dos calles de distancia, justo en el interior del bar de Jorge.

Volvió a examinar las cuatro ruedas pinchadas del coche de lujo y su ceño se arrugó aún más.

—Perdón. ¿Qué decías? —quiso saber, al no enterarse de la última frase que había pronunciado el reportero.

—Que tendremos que posponer nuestra sesión de fotos de mañana, porque voy a llamar a la grúa para que lleven el vehículo al taller más cercano, y no creo que puedan solucionarlo tan rápido.

La escritora dio unos golpecitos con el pie en el suelo.

—Por supuesto —intentó mostrarse amable, ya que su enfado no era con Nick—. Te dejaré a solas para que concretes el tema del taller… Mientras tanto voy a acercarme aquí al lado, que tengo algo importante que hacer.

—De acuerdo. Te mantendré informada. —Hizo una pausa, y añadió—: Y, Silvia; quiero que sepas que no debí insistirte con lo que tú ya sabes. Te lo repito: no volverá a ocurrir. ¿Entendido?
—Pero su tono sonaba más acusador que arrepentido.

Asintió, aunque recibió esas palabras como un mazazo cuando entendió lo que significaban.
¿De verdad sospechaba que ella había pinchado las ruedas de su coche? No negaría que le había resultado un tanto violenta la insistencia de Nick para que aceptase una cita con él, pero de ahí a que la creyera capaz de hacer algo tan disparatado, distaba un trecho. Ella nunca haría algo similar.

Con más rabia acumulada en su cuerpo, murmuró para sí misma:

—Me las vas a pagar, Jorge Salinas.

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