Cap. 11: ¿Qué somos ahora?

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Por la noche, lo escuché caminar a mi habitación. Tocó la puerta y la abrió. Yo me encontraba leyendo un libro, sentada en la cama y sólo giré mi cabeza para mirarlo.

-Ya me iré a cazar, Reiko- me dijo con su típico tono serio- regreso en unas horas.

-De acuerdo- le respondí. Se quedó ahí de pie, con la mano en el pomo de la puerta, sin quitarme la mirada de encima. Yo igual lo miraba.

-¿Qué?- le pregunté- ¿quieres un besito de despedida o qué?- mi voz sonó sarcástica.

-Por lo menos- me contestó Muzan. Sentí como mi rostro enrojeció.

-Encima te sonrojas- vi una leve sonrisa aparecer, la cual, me pareció tierna.

-Ven, entonces- le dije sonriendo- el interesado eres tú.

-¿Y si vienes tú mejor? Es la misma distancia.

-Pero, fuiste tú quien me pidió el beso- suspiró. Caminó hacia a mí, se inclinó, me cogió del rostro y me besó delicadamente. Correspondí a su beso, con mis manos en las suyas y mis ojos cerrados. No entendía por qué me hacía sentir tan vulnerable tenerlo cerca y más cuando me besaba. Sentía que perdía mi voluntad cuando hacía eso. Se separó de mí y, acariciando mi mejilla, me susurró:

-Quiero que me esperes despierta- abrí mis ojos de par en par. No pude hacer nada más que asentir.

-No importa lo que estés haciendo- continuó- pero quiero que estés despierta.

-Pero- protesté en el mismo tono de voz- ¿y si no soporto el sueño?

-Te despierto- era tentador. Asentí y Muzan salió. Me sentí nerviosa. Ya no pude concentrarme en la lectura. Algo revoloteaba en mi cabeza, pero esperaba que no fuera nada de lo que estaba pensando. No entendía su obsesión por tenerme a su lado, teniendo tantos demonios a su cargo y tampoco entendía el por qué se había tomado la molestia de atenderme y alimentarme mientras estuve débil. Quería preguntarle, pero no sabía como iniciar la conversación. Dejé mi libro a un lado y me recosté. Odiaba pensar tanto. Odiaba mi modo de ser. Odiaba no tener la respuesta para todo. Mis ojos pesaban. Sentí como si me sumergiera lentamente en agua... era como si yo no pesara. Y sólo había oscuridad. Supe que me había dormido por fin, cansada de tanto pensar, pues todo lo que siguió, obviamente fue un sueño, que se sintió tan real, que, en su momento, me hizo dudar.

.

De pronto, me ví en el suelo de aquel callejón, en donde aquel demonio me atacó. Luego, cerré los ojos. Sentía dolor. No podía explicarlo, pero me dolía todo el cuerpo. Era como si me quemara desde dentro, como si la sangre que circulaba por mis venas ardiera. Era extraño. No podía ver ni moverme. Mi cuerpo pesaba... y tenía mucho frío. Mi corazón apenas si latía. Escuché que alguien decía mi nombre. Lo sabía. Estuve dos veces en grave peligro en la misma noche. "Muzan... esto es culpa tuya", pensé. No... eso era totalmente mi culpa. Si yo no le hubiera dicho que haría lo que él quisiera, no estaría en esta situación. Tal vez, me habría matado un demonio. O, si no me hubiese escapado de casa de mis padres, en este momento estaría durmiendo en mi cama... pero con el sufrimiento aún. Nunca lo sabré. Pero entendí que todo lo que estaba pasando era porque yo me lo había buscado. No estaba arrepentida, pero tampoco sentía miedo.

-¡Reiko!- la voz parecía venir de todos lados y de ninguno a la vez.

-¡Es una orden! ¡Despierta!- al fin lo entendí. Abrí los ojos lentamente, aunque me pesaban mucho. Vi el rostro de Muzan muy cerca del mío.

-Déjeme...- apenas si pude balbucear. Casi no podía ver. Sentí suavidad en mi cuerpo. Entendí que eran las sábanas de mi cama. Miré y pude ver que no tenía ropa. Sólo las sábanas cubrían mi desnudez, pero estaban teñidas de rojo.

Oscuridad (Muzan x tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora