CAPÍTULO NUEVE

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*Escuchar en momento exacto del capítulo

Brigitte Stanley.

No te das cuenta de lo rota que estás, que cuando suspiras te duele hasta el alma.

Quisiera aferrarme a la idea de que esto es un sueño, que simplemente estoy jugando a un juego virtual en el que tu vida dentro del videojuego se trata de pasar obstáculos, niveles o cualquier otra cosa que no sea el mundo real donde vivimos, que los humanos estamos hechos tan mierdas que ni siquiera la naturaleza nos aguanta.

A veces me pregunto qué jodido karma estoy pagando, para que esté viviendo de esta manera. Toda mi adolescencia se ha basado en desgracias, lágrimas, golpes y gritos. ¿Hice algo en otra vida para sufrir como lo hago ahora?. Hace mucho tiempo olvidé cómo sonreír de verdad, cómo ser feliz y ni siquiera sé cómo empezar a vivir de nuevo, o quizás revivir, porque mi vida acabó en el primer golpe que me propinó mi verdugo.

Tener a Thiago Miller en mi casa y que se quede una temporada a vivir en el mismo lugar que yo, solo con pensarlo me entra pánico. Me da pavor tener que quedarme a solas con él, o que pueda llegar a hacerme algo, estoy tan jodidamente asustada que me dan ganas de coger mis cosas y vivir debajo del puente más lejano que haya en Londres.

No soporto ver como mi familia se ríe con su hipocresía, no soporto ver cómo lo tratan como si fuera uno más de la familia cuando a mi me trató como la peor mierda y usó como un saco de boxeo. Pero no puedo objetar nada ya que por pura cobardía hago como si no fui golpeada cientos de veces por el hombre al que ahora escuchan con admiración. Ni siquiera se dieron cuenta cuando llegué y me fui corriendo hacia las escaleras, simplemente por seguir escuchando como Thiago Miller era digno de admirar en la familia.

– ¿Estás bien, cariño? .- pregunta mi padre y yo parpadeo varias veces saliendo de mi trance.

Quiero gritarle que estoy jodidamente mal, que el hombre que tienes enfrente no es más que un sucio rastrero, un desgraciado que me destruyó tanto físicamente como mentalmente. Qué estoy malditamente asustada, que tiemblo de pies a cabeza. que no soporto ningún contacto físico de cualquier hombre por culpa de ese hijo de perra y le odio con toda mi alma, pero más me odio a mi por dejarle ver cómo me afecta su presencia. Sin embargo lo único que hago es asentir lentamente.

– Perfectamente.- miento.

Mi mirada se dirige hacia Thiago que me mira con una sonrisa que lo único que me provoca son náuseas y ganas de borrársela con un puñetazo y partirle esos dientes perfectos.

He de decir que Thiago es guapo, bastante guapo. Tiene el pelo rizado que le tapa las orejas, una nariz griega que le da un porte más varonil. La mandíbula la tiene bastante marcada y sus ojos son de un color verde profundo. Su sonrisa puede ser encantadora cuando no sabes lo que esconde en verdad esa sonrisa. Sin embargo cuando tienes a un ser despreciable a tu lado, el físico es lo último en el que te fijas.

–¿Seguro que te encuentras bien, prima?. Te noto pálida.- inquiere Thiago con una sonrisa falsa.

Le devuelvo la sonrisa aún más falsa mientras lo miro fijamente.

– Vi algo que me desagradó. Solo es eso.

– Espero que te mejores pronto.

– Imposible, lo sigo viendo.- espeté seca y fría.

Thiago al escuchar mi comentario apretó la mandíbula mientras le temblaba la sonrisa, y si no fuera porque mi familia entera está aquí ya hubiese sido golpeada. Pero estar más de 4 años sufriendo agresiones, me acostumbré en su momento pero no el hecho de que esté acostumbrada no significa que duela menos, simplemente aprendí a vivir con cientos de cardenales en mi piel.

La Musa de mis CancionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora