Alfa

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El amor.

Sin duda, uno de los factores más importantes que existen. Una de las grandes verdades del universo. El amor existe en todas partes, se puede manifestar de cualquiera de las maneras que se pueden imaginar. Ya sea amor propio o por otra persona, no deja de ser por ello amor. Si el amor no existiera, la vida no tendría ningún sentido.

Si podemos nombrar algún lugar en el mundo donde se respire el romance, ese sería la ciudad de París, la capital de Francia

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Si podemos nombrar algún lugar en el mundo donde se respire el romance, ese sería la ciudad de París, la capital de Francia. El ambiente, la arquitectura, la cultura... todos los factores artísticos que yacen en esta bonita metrópoli le han valido el apelativo de la "Ciudad de la luz y el amor".

En el Monasterio de Sainte-Jeanne, en una colina a las afueras de la ciudad, un hombre joven ha salido a estirar las piernas... o dicho mejor, a desplegar las alas. Sus cabellos eran blancos y tenían unos reflejos anaranjados, como si hubieran sido bañados por el Sol, sus ojos tenían un color verde claro, tan claro como la hierba que crece en las llanuras de la campiña europea. Este joven, Berceo Dacoeur, tenía el carácter carismático y gallardo de cualquier europeo y la elegancia de un francés, pero en su interior arde la voluntad y el espíritu de lucha que emana de las raíces de su país de origen: Japón.

Este muchacho es un devoto creyente en la Diosa. Sus cualidades han sido reconocidas y apreciadas por todo el pueblo parisino, quienes le ven como un regalo otorgado al mundo por la mismísima deidad.

El joven vuela por los cielos parisinos a modo de paseo mañanero. Se posa sobre el techo de L'Real Acádemie, la academia en la que estudió desde los 12 hasta los 15 años. Allí saluda a los colegiales y colegialas que lo ven.

Colegiala 1: Oh, mondieu! C-est Berceo-sama! - se sorprendió emocionada al ver al semidiós -

Colegiala 2: Berceo-sama! - le saludó -

Colegial 1: Bonjour, monsieur Berceo! - le saludó con educación -

Colegial 2: Monsieur Berceo, Saint Berceo! ¡Buena suerte para el partido de esta noche! - le saludó con alabanzas -

Berceo: (...) - sonreía mientras saludaba con la mano antes de volver a alzar el vuelo -

El semidiós circunvuela y se posa sobre la cima de la Torre Eiffel.

El semidiós circunvuela y se posa sobre la cima de la Torre Eiffel

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Mis cinco novias, mi esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora